Oportunidades y optimismo

Jorge Silva, Gerente de Microsoft Colombia, cuenta sobre la actitud positiva que deben tener las personas y las empresas frente a la crisis económica en el mundo.

30 de enero de 2009

“A partir de hoy debemos levantarnos, sacudirnos la desidia, y recomenzar la tarea de reconstruir el país. Porque donde sea que miremos, hay trabajo que hacer. El estado de nuestra economía llama a la acción, enérgica y rápida, y actuaremos --no solamente para crear nuevos empleos, sino para sentar nuevas bases para el crecimiento”. Estas fueron las palabras del nuevo Presidente de Estados Unidos el día de su posesión. Y como muchos de los analistas lo dijeron, son palabras de esperanza pese a todos los pronósticos que han dado a conocer expertos en estos días en Davos (Suiza), en el marco de la reunión más importante sobre economía mundial, y de los últimos anuncios de organismos multilaterales que se han publicado.

Está, por ejemplo, el informe que presentó el Fondo Monetario Internacional que reveló que el mundo solo tendrá un crecimiento económico de 0,5% en este año.

También está el estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), según el cual cerca de 30 millones de trabajadores podrán quedar desempleados este año en todo el planeta por cuenta de la crisis global y que si la situación sigue en esos términos los desocupados podrán superar los 50 millones en todo el mundo.

Pero prefiero ser tan optimista como Obama. Y llamar a la esperanza, pero, sobre todo, a la acción. Porque como dice él, hay trabajo qué hacer… hay que reconstruir el país.

Y ese trabajo de construcción está en manos de todos: en la de los gobernantes con sus responsabilidades políticas y en la de los ciudadanos con sus derechos y deberes civiles. Los primeros tienen el compromiso de propiciar un bien para su comunidad y de propender por su desarrollo y seguridad. En ese sentido, los segundos, podrán tener garantías para poder crecer y aportarle a la sociedad cumpliendo con la tarea de ser ciudadanos de bien. Pero la tarea no es solo esa. Las responsabilidades de los unos y los otros van más allá del simple hecho de ser buenos gobernantes y buenos ciudadanos. Y quiero explicar por qué, sobre todo si tenemos en cuenta la actual situación global y la manera como las empresas – como ciudadanos corporativos responsables- deben comportarse en donde tienen sus operaciones de negocio.

Esto porque es importante referirse tanto al papel que las empresas tienen en la arquitectura de los países desde el punto de vista de la economía y de la generación de recursos significativos para propiciar esa gran cadena de inversión – producción, como al de llevar a niveles más altos el impacto económico para adquirir otro tipo de compromisos y responsabilidades de cara a la comunidad.

Y este momento que vive el mundo de la economía mundial es propicio para reflexionar sobre estos temas. Justamente esta otra manera de relación entre las empresas y su comunidad está mejor definida por tres estudiosos de la universidad de los Andes en el Informe “Aportes y Desafíos en Responsabilidad Social del Empresariado para la Construcción de la Sociedad Colombiana”. Uno de los planteamientos de los autores es la importancia de involucrar el tema social como parte de la estrategia de negocio para lograr mejores impactos y aprovechar mejor los recursos de las empresas enfocados a promover lo que se conoce ahora como inversión social.

Según ellos el objetivo es “Profundizar el impacto de las iniciativas sociales promovidas por el sector privado requiere de una participación estratégica por parte de los empresarios y de una mayor conciencia de los resultados alcanzados. Los aportes financieros son una mínima parte de las contribuciones posibles; el mayor apalancamiento está en poner a disposición de causas sociales los conocimientos, habilidades y logística”.

Esto es cierto. Los aportes a la sociedad desde las empresas deben estar concebidos de la misma manera como se piensa en el negocio. Es decir, como dice este mismo estudio al que ya hice referencia, es importante la integración de lo económico y lo social. Esto implica un cambio fundamental en la forma de pensar la estrategia y las prácticas. “Las empresas están comprometidas en un importante proceso de descubrir cómo capturar las sinergias entre crear valor social y económico”, concluyen los analistas.

Como se trata de un gran compromiso que debe dejar frutos en la sociedad, es algo en lo que las compañías no pueden aventurarse de manera solitaria. Y acá resalto el papel que tienen que cumplir los gobiernos. Se trata, pues, de darle dirección a las acciones sociales de las empresas para que tenga mayor sentido, foco y resultados todo el esfuerzo que se hace.

Es una realidad que los gobiernos no alcanzan a cubrir todas necesidades de un país. Colombia no es ni será la excepción por todas las circunstancias de violencia que ha vivido por largos años y por los impactos que lleguen del exterior como consecuencia de la recesión. Por eso los aportes desde la empresa privada adquieren mayor valor si existe una conciencia de vincularse con los grandes problemas de la sociedad no sólo porque es su obligación moral, sino porque debe retribuirle a la sociedad lo mucho que ésta le da en términos de su negocio. Además, esta alianza adquiere más valor si estos proyectos tienen su origen desde los gobiernos, teniendo en cuenta que se trata de fortalecer tanto lo público como lo privado y no de dejar en manos de unos u otros toda la responsabilidad.

Debo anotar acá que los aportes empresariales no pueden asumirse como un “regalo” desde lo privado para lo público y que tampoco es honesto que los gobiernos se suscriban a solicitar ayudas económicas para suplir los espacios que no han podido cubrir.

Por esto, quiero dejar sobre el tapete algunas razones que nos conducen a contribuir con los gobiernos en sus proyectos sociales. Una de estas razones es que en la medida en que una sociedad va superando sus problemas sociales y económicos mejora su calidad de vida, el mercado en el que operan se vuelve más grande y más prometedor y sus negocios adquieren mayor influencia. Otra de las razones la tomo de Bill Gates, un empresario y filantrópico reconocido. El dice, al igual que otros de su talla, que es más eficiente apoyar y contribuir con lo que cada empresa en particular sabe hacer mejor, es decir desde su negocio mismo.

Pero para que estas alianzas público – privadas sean exitosas, debe existir una relación transparente, clara y sin desconfianzas entre las partes. Debe darse, además, de cara a la comunidad que mira atenta a todo lo que pasa tanto en lo público como en lo privado.

El objeto, entonces, es uno: la construcción de un país mejor, en el que quepa todo el mundo.