Los parches de política social para los jóvenes

Lo más reciente que se ha propuesto para jóvenes es cárcel para infractores y financiación privada para las universidades. Colombia necesita trabajo que no sea light, ideológico ni caritativo, con foco en las necesidades afectivas, la educación y el empleo de los jóvenes. La opinión de Francisco Pérez C.

Dinero
6 de abril de 2011

Ciertos grupos sociales están de moda: la primera infancia, las mujeres cabeza de familia, los desplazados, los adultos mayores. Unos y otros tienen programas sociales propios, ventajas en la adjudicación de subsidios, pronunciamientos de las Cortes, visibilidad en los medios. Los jóvenes no clasifican para ninguna de las anteriores. Lo más reciente que se ha propuesto para ellos es cárcel para los infractores y financiación privada para las universidades. Saca la cara el Sena, cuya promesa de masificar la educación técnica, con calidad, es la única propuesta nacional, concreta y en marcha, para apoyar a los jóvenes a tener futuro.

Cuando se hacía el estudio nacional de salud mental en Colombia, hace casi una década (¿por qué dejaron de hacerlo?), se veía que los jóvenes pobres, hombres, eran especialmente vulnerables a los problemas de salud mental, porque no contaban con ninguno de los factores de protección: la pareja, porque andaban solos; la familia, porque se habían ido de la casa; ni los compañeros de trabajo, porque no tenían trabajo.

En Fedesarrollo alguna vez vi un juicioso estudio, cuyo autor se me extravió en la memoria, sobre las razones de ingreso de los jóvenes a la guerrilla. Contrario al pronóstico de los ingresos, muchos de estos jóvenes se enrolaban en busca de reconocimiento de pares y de potenciales parejas, convencidos de que portar un arma y amedrentar un pueblo les daría la visibilidad que de otra manera no lograrían conseguir.

Hablo de salud mental y de la necesidad de reconocimiento, por encima del alto desempleo que enfrentan los jóvenes o de la imparable deserción escolar que afrontan, para poner el foco en particularidades poco visibles de la complejidad de la juventud, que no se observan en la lista tradicional de temas de jóvenes. Por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo dice que los problemas prioritarios de los jóvenes son el embarazo adolescente, las drogas, su participación en grupos criminales y el trabajo infantil. ¡Esos no son los problemas de los jóvenes! ¡Son la lista de problemas que los jóvenes les crean a los adultos! Son consecuencia de los problemas de los jóvenes, pero no su raíz.

Soñemos que, algún día, alguna entidad del Estado se adueñe de este grupo de población. Que en vez de parches de política social que ensamblan en el papel pero poco en la práctica, se organice un trabajo interinstitucional, que no sea light, ideológico ni caritativo, con foco en las necesidades afectivas, la educación y el empleo. Que el afamado bono demográfico, donde el boom de los jóvenes en la sociedad es irrepetible, se aproveche para darle la vuelta a Colombia.

fperezcalle@gexponencial.com