CLAUDIA VARELA

Yo no sé mañana

Aunque hay que vivir aquí y ahora y aprovechar lo corto de los momentos, hay que respetar a los demás y planificar un poco más en el ámbito organizacional no solo en power point sino en la realidad de decisiones de hoy que puedan impactar un resultado a futuro.

Claudia Varela, Claudia Varela
26 de noviembre de 2017

He llegado a la conclusión de que la postergación es un arte y que además la disfrutamos. No sé si pensamos que tenemos el control de nuestro propio destino y por tanto queremos dejar todo para mañana esperando tal vez que un milagro baje y nosotros sentados viendo series nos volvamos millonarios de repente.

Algunos temas relevantes por supuesto en el ámbito corporativo tienen líneas de tiempo y fechas que deben cumplirse. Aun así, muchas veces no se cumplen, pero digamos que religiosamente se hacen las reuniones, se sienta la gente alrededor de un tema (se supone porque hay 5 computadores en otras cosas a la vez) y se lava la conciencia con el pensamiento que la cosa va andando bien.

Creo que hay dos factores que al final hacen que el arte de la postergación se haya metido en nuestras vidas de una manera tan directa. La primera es el respeto y la segunda el método. Cuando hablamos de respeto está claro que cuando para un ser humano lo más importante es su propio ego, el respeto y la conciencia hacia los demás dependerá siempre de lo que lo impacte directamente.

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¿Qué quiere decir esto en términos organizacionales? Un stakeholder (interno o externo) que no le impacte en su propio desarrollo personal-profesional no será importante para él/ella. Es decir, los demás no valen si para el/ella no tiene valor. Lo cual va en contra de cualquier teoría humanista y colaborativa.

En otras palabras, no respeto y por tanto no me importa que haya gente esperándome, no responder llamadas, dejar en leído en whatsapp, no responder un mail o simplemente “llámame la próxima semana” para igual no responder. Aquí no hay respeto.

De otro lado siempre he pensado que las culturas latinas en general somos más bien intuitivas, la dosis justa de espontaneidad que hace que las cosas en el nivel personal puedan gozarse más y caminarse con mejor ritmo. Sin embargo, en el tema organizacional creo realmente que muchas veces nos falta método.

Método para todo. Para dar una cita, para cumplirla, para devolver una llamada un mensaje, para dar retroalimentación, para hacer una crítica constructiva, hasta para echar un piropo que se vuelve acoso en un abrir y cerrar de ojos.

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Es increíble cómo altos ejecutivos de compañías grandes no responden un mensaje ni tienen la deferencia de decir no, no estoy interesado. Mis amigos consultores son realmente los mejores ejemplos de paciencia y mis amigos comerciales los mejores ejemplos de perseverancia.

No puede ser que un ejecutivo no maneje una agenda de la próxima semana. No puede ser que no tenga tiempos “libres” donde pueda entender como ver cosas diferentes al micro mundo interno y entender la vida desde otra perspectiva. Nuevamente, nos puede estar haciendo falta método y por eso llega el arte de la postergación que hace que las cosas cómodamente sigan derecho y no tomemos decisiones.

Aunque hay que vivir aquí y ahora y aprovechar lo corto de los momentos, hay que respetar a los demás y planificar un poco más en el ámbito organizacional no solo en power point sino en la realidad de decisiones de hoy que puedan impactar un resultado a futuro. Quiero creer que si manejamos agendas y que el arte de la postergación no nos va a dejar acomodarnos y que cada uno puede controlar un poco más su propio mañana.

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