SERGIO GUZMÁN

Trump no es lo mejor para Colombia

El argumento de que la reelección de Donald Trump sería el mejor resultado para Colombia es falso. Trump ha demostrado ser un aliado oportunista y extorsionista no solo con Colombia, sino con el mundo entero.

Sergio Guzman, Sergio Guzman
6 de octubre de 2020

Esta columna es para todos los colombianos que equivocadamente piensan que los intereses de Trump y los de Colombia están alineados, y que el país podría sacar provecho de que Trump ostente la Presidencia de EE. UU. por cuatro años más. Seré claro: esta columna tampoco es una adhesión a la campaña de Joe Biden, o un pronóstico favorable sobre las relaciones Colombia – EE. UU. bajo una supuesta Administración demócrata.

Donald J. Trump, el presidente número 45 de EE. UU., es un ególatra, narcisista, nacionalista y, además, un racista. Hay más que suficiente evidencia para sustentar esta afirmación.

Los primeros dos adjetivos han sido avalados por especialistas clínicos que han escrito tesis demoledoras sobre el perfil de salud mental de Trump. Estas sugieren que algunas de las afirmaciones que hace el presidente desde el podio presidencial podrían utilizarse como ejemplos en un libro de texto para describir el trastorno de personalidad narcisista.

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Los segundos dos adjetivos han sido abiertamente apoyados por Trump mediante su campaña “América Primero”, que busca reestablecer el papel de EE. UU. como actor dominante y hegemónico global, derrocar viejas alianzas responsables por el orden mundial en la época postguerra fría.

Del mismo modo, Trump ha empoderado a las vertientes de “poder blanco” más extremas de los EE. UU., quienes tienen un enorme desdén por la inmigración no-europea y han buscado elevar las tensiones raciales de ese país ante unas minorías étnicas más activas y conscientes del poder político que pueden tener durante estas elecciones. 

Puede ser que todos los políticos sufran, en alguna medida, de narcisismo y egolatría, lo que no necesariamente hace que Trump sea específicamente mejor o peor para Colombia. Pero el hecho que sea nacionalista y racista sí que tiene serias implicaciones para nuestro país, tanto en el corto como en el mediano plazo.

Me referiré a tres aspectos específicos para demostrar que una reelección de Trump no es la mejor opción para Colombia.

Primero, Trump no es un aliado confiable. Durante su Presidencia se ha dedicado a desestabilizar el orden geopolítico y comercial trasatlántico, ha despreciado abiertamente a los países europeos por su supuesta falta de compromiso (o sumisión) con los EE .UU. para incrementar su participación militar en la Otan – a pesar que la única vez que la alianza invocó el artículo de protección mutua ocurrió luego del ataque a las torres gemelas.

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Además de pelear contra Europa y dejar en vilo la alianza transatlántica, Trump también ha dejado tirados en el campo de batalla a los kurdos, quienes han luchado con los EE. UU. y a quienes Trump abandonó a su suerte cuando acordó (sin previo aviso) permitirle al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, invadir el norte de Siria, donde los kurdos apoyados por EE. UU. combatían a Isis y al régimen de Bashar al-Assad. Si Trump fue capaz de echar por la borda a sus aliados europeos y kurdos, quienes abogan abiertamente por los intereses geopolíticos de EE. UU., ¿qué les hace pensar que Colombia sería especial o diferente?

En segundo lugar, Trump considera la ayuda militar un elemento transaccional. La debacle de Corea no se trató de las famosas reuniones que sostuvo Trump con Kim Jong-un tanto en Singapur en 2018 como en Corea en 2019 cuando Trump se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en oficio en ingresar a Corea del Norte.

La crisis escaló cuando Trump aireadamente se quejó de que Corea del Sur debería pagar más dinero a EE. UU. por estacionar 28.500 tropas a lo largo de la zona desmilitarizada en el paralelo 38, como elemento disuasivo para Corea del Norte ante un posible ataque. Según reportes de prensa, Trump quería que Corea del Sur pagara a EE. UU. entre US$1.000 y US$5.000 millones anuales por gastos de protección, sin considerar que las bases estadounidenses en Corea han sido un pilar fundamental geoestratégico de la presencia de EE.UU. en Asia en las narices de China y Rusia, dos de los más importantes rivales de EE.UU.

¿Podrá Trump cuestionar el retorno sobre la inversión que tiene la ayuda americana a Colombia? ¿Valdrá tanto la pena para EE. UU. tener en Colombia un eslabón desde donde avanzar su estrategia contra Venezuela? 

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Tercero, la supremacía blanca también es contra los colombianos. No piensen por un segundo que los grupos nacionalistas y supremacistas blancos que incluyen Niños Orgullosos (Proud Boys) o el Ku Klux Klan, y que abiertamente apoyan a Trump, tendrán simpatías especiales con los colombianos. La supremacía blanca predica justamente eso, que la raza caucásica europea es superior a las demás. Eso quiere decir que para estos grupos los colombianos y los latinos en general somos inferiores.

Por más educado que sea un colombiano en EE. UU., o por más claro que sea su color de piel, seguirá siendo un latino, un inmigrante en ese país. Siempre tendrá un nombre chistoso, un acento o un inconveniente segundo apellido que la burocracia de ese país aún no entiende. Lo sé por experiencia. Como lo expliqué anteriormente, la única razón por la que Trump y sus secuaces están hablando de Colombia es por los 29 vitalmente importantes votos electorales de la Florida. No se engañen: después del 3 de noviembre los colombianos trumpistas volverán a ser escoria a los ojos de los nacionalistas americanos. ¿Qué les hace pensar que será distinto?

A pesar de que a veces Trump demuestra simpatía con Colombia y nos felicita por nuestras fiestas patrias, o de que no descertificó a Colombia este año, o de que los intereses de Colombia y EE. UU. coinciden en entender la amenaza democrática y de seguridad que plantea Maduro, a nuestro país no le favorece para nada la reelección un presidente de EE. UU. que sea un aliado tan poco confiable, transaccional y racista como lo es Donald Trump.

¿Seremos capaces de darnos cuenta, en cambio, de la amenaza que esto representa?

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