ADRIANA MOLANO

Tecnología y medio ambiente: los mayores riesgos globales para 2019

Tensión geopolítica, cambio climático, vulnerabilidades tecnológicas y estrés por la incertidumbre pintan el panorama de riesgos para 2019.

Adriana Molano, Adriana Molano
18 de enero de 2019

Iniciando el año, el Foro Económico Mundial (WEF) presentó su Reporte de Riesgos Globales 2019’, creando un mapa de alertas sobre los impactos de las decisiones que estamos tomando. Luego de conocer el efecto mariposa y entender que coexistimos en el mundo con apenas seis grados de separación entre nosotros, es apenas lógico pensar que los causantes de esos riesgos no son otros que usted, yo y las decisiones que tomamos en el plano organizacional y personal.

El WEF califica el escenario económico global para 2019 como una ‘tormenta perfecta’, donde los factores geopolíticos, ambientales, tecnológicos y personales, marcan una tendencia que no augura un futuro tan positivo.

A nivel mundial, y bajo los acelerados y vertiginosos cambios que se enmarcan en la cuarta revolución industrial, la idea de ‘retomar el control’ viene resonando desde años atrás –tal vez el caso Trump sea uno de los ejemplos más claros de esta posición–; sin embargo, ese proteccionismo interno ha generado un aparente desinterés y reducción en la capacidad de maniobra frente a los riesgos globales.

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Así, el panorama de riesgos para 2019 presenta dos categorías:

Top de riesgos por su grado de impacto: 1) Destrucción masiva por uso de armamento; 2) Fallos en las iniciativas de mitigación del cambio climático; 3) Eventos climáticos extremos; 4) Crisis por agua; 5) Desastres naturales

Top de riesgos por su probabilidad de ocurrencia: 1) Eventos climáticos extremos; 2) Fallos en las iniciativas de mitigación del cambio climático; 3) Desastres naturales; 4) Fraude y robo de datos; 5) Ciberataques.

El reporte incluye un mapa de interconexiones de los riesgos, el cual muestra claramente cómo, en casos que parecen tan aislados como los tecnológicos, las implicaciones de un ciberataque pueden pasar por el fallo de infraestructuras críticas, el desempleo e, incluso, el colapso de los Estados.

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No es coincidencia que los riesgos de mayor probabilidad de ocurrencia se agrupen en las categorías ambientales y tecnológicas. Vivimos en un mundo cada vez más digitalizado, del cual no tenemos claridad sobre su funcionamiento, a la vez que nos olvidamos de proteger el entorno físico que sustenta nuestra existencia.

Aunque suene fatalista, por el camino que vamos ahondaremos la crisis. Tal vez lo único positivo es que hoy, a diferencia de décadas atrás, tenemos cómo anticipar posibles soluciones a escenarios críticos en ámbitos sociales, económicos, políticos, ambientales y culturales. Podemos remediar nuestro camino, pero para ello se requiere una mirada holística sobre nosotros mismos y el rol que juegan las organizaciones al tomar sus decisiones de negocio.

En paralelo, este es un llamado frente al uso que le estamos dando a la tecnología y a lo infinitamente incapaces que estamos siendo para prever sus consecuencias – o tal vez no de preverlas sino de considerarlas un verdadero riesgo y detenernos antes de caer en la tentación de los bytes –. El afán por ser líderes digitales no puede restar la consideración del impacto que genera la adopción tecnológica.

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