JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

Superando la tusa política

Ante un panorama de eminente polarización, lo único que queda es un llamado al respeto.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
30 de mayo de 2018

Soy parte de uno de los muchos colombianos que esta semana tiene el corazón roto pues Fajardo, mi candidato no pasó a la segunda vuelta. En las elecciones elegí a consciencia porque me duele mi país y creo firmemente que la polarización es uno de los males más graves que hemos tenido como patria; más grave que el narcotráfico, más grave que la guerra, incluso más grave que la corrupción, pues un país dividido carga tanto odio que no construye sino que destruye.

Lo peor de este sentimiento de división, son los tipos de pensamientos que se crean alrededor de ella. No podemos olvidar que lo que pensamos creamos, por tanto, si nuestra mente está enfocada en el odio por la diferencia, en que todo aquel que piensa diferente es mi enemigo y en que la solución está en atacar a todo aquel que tenga la valentía de expresar su opinión, lo único que tendremos como resultado es una realidad que refleja esos sentimientos. Recordemos que todo cambio debe venir de adentro, y por eso mantener la mente enfocada en pensamientos positivos y en la esperanza de que todo puede mejorar es el primer paso para tener resultados reales frente a lo que estamos viviendo.

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Independientemente de quien gane, tengo la esperanza de que el próximo candidato sea consciente de la importancia de invertir más en educación, pues como ya se ha demostrado en muchos estudios, existe una correlación enorme entre la inversión en educación y el incremento del Producto Interno Bruto. De hecho, si queremos ciudadanos que dejen de delinquir, crecimiento de las tasas de emprendimiento y personas que buscan contribuir y no que persiguen el asistencialismo, estimular su mente a través de la educación es el único camino viable.  Además, es de esperarse que con la inclusión del país en la Ocde, la presión por demostrar avances en este tema será cada vez mayor y por tanto difícil de ignorar.

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Así mismo, anhelo que el nuevo Presidente haga un esfuerzo real por unir y no dividir, y esto se logra incluso desde el discurso en las elecciones. Promover el odio, la división de clases y la xenofobia no construye patria. Por eso, es tiempo de que elevemos el respeto como principio fundamental de todas las relaciones. Así mismo, deseo discursos cargados de integridad en donde existe coherencia entre lo que se hace y lo que se dice. Les recuerdo, además, que prometer beneficios gratuitos no es más que una mentira, pues somos los ciudadanos los que en últimas financiamos aquellas dádivas con los altos impuestos a los que somos sometidos.

Por eso invito a tomarse estas próximas semanas para discernir nuestra elección, a hacer un esfuerzo por dejar atrás la efervescencia y el calor, pues una vez desaparece la espuma, no queda más que el rencor, y a votar por convicción y no por miedo o presión social, pero también a convertirnos en veedores y exigir que se cumplan los planes de gobierno que nos están vendiendo una vez se haya elegido.

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