ERICK BEHAR VILLEGAS

La era del soldado digital: una oportunidad en innovación

Nuestra cotidianidad diluye el mundo físico con el virtual; durante horas recibimos e intercambiamos información vía pantallas que reflejan complejos procesos de innovación.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
10 de agosto de 2018

En esta era avanzan también las Fuerzas Militares de nuestros nuevos socios de la Ocde y Otan. La era del soldado digital nace como una gran oportunidad para la transformación productiva en sistemas de defensa con talento colombiano y a la vez, para impulsar más la profesionalización de nuestros militares.

Sistemas de defensa y transformación

Hace unos años habría sido quizá una broma decir que Colombia fabrica sus propios radares, barcos y ensambla aviones. En nuestro imaginario poscolonial lo importado fue incuestionable por años, hasta que algunas personas brillantes nos hicieron soñar con exportar complejos productos Made in Colombia.

Hablar de sistemas de defensa no necesariamente implica fabricar armas y balas, sino sistemas digitales inteligentes que tienen uso civil. Recordemos que no tendríamos iPhones, hornos microondas, GPS, bolsas de té o internet si no hubiese habido inversiones en defensa.

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Hay resistencia de algunos que en su reflexión kantiana por una paz perpetua y en su indiferencia con la realidad internacional, olvidan que los países ricos seguirán invirtiendo en sistemas de defensa, querámoslo o no.

Entonces aparecen dos opciones. Una es criticarlos a todos por su belicismo, incluyendo a Alemania, Austria y Francia, que también promueven paz, y cerrarnos la puerta de mercados gigantes. La otra opción es seguirnos posicionando como potencia regional en sistemas de defensa para exportar y jalonar subsectores de la economía. Imaginen la cadena de proveeduría que se debe activar en la economía colombiana cuando se fabrica un barco. Hablamos de metalurgia, telecomunicaciones, materiales, textiles, vidrios, químicos, etc.

Cuando se habla de sistemas de defensa, no necesariamente estamos hablando de fusiles y balas, sino de sistemas informáticos avanzados, radares, polígonos virtuales, lentes, vehículos, materiales, prendas de dotación, etc.

No se trata de emular la historia de la distribución descontrolada y peligrosa de material bélico ruso del fin de la guerra fría. Se trata de insertar a Colombia en mercados de defensa que jalonan la ciencia y la tecnología. Para ilustrar esta realidad, miremos la distribución por país de algunas de las empresas más grandes de defensa en el mundo. Si sumamos el ingreso de las 99 más grandes, éste dobla el del PIB de Colombia (2017) a precios corrientes.

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Nuestros soldados en la era digital

En estos tiempos se habla de la transformación, con un comando propio en nuestro Ejército (COTEF) que se enfoca sobre todo en lo organizacional. Pero hay transformaciones profundas en nuestra sociedad que requieren otros esfuerzos de modernización. En ciberantropología militar hablamos de un soldado moderno o digital, es decir de un ser humano que está permanentemente conectado a sistemas de comunicación avanzados.

En Inglaterra, el programa FIST (Future Integrated Soldier Technology) es un ejemplo en esta dirección, ya que entrena a sus miembros en tecnología C4I (command, control, communications, computers & intelligence) para ver las operaciones con la ayuda de la tecnología. En Estados Unidos existen proyectos como el US Army Land Warrior y en Alemania otros como el infante del futuro (Infanterist der Zukunft) que van en la misma dirección.

Para Colombia esto supone la aceptación de tendencias que lleven a incorporar sistemáticamente a expertos en tecnología en procesos de formación militar, así no tengan una vocación puramente castrense. Esta es una política que se discute en Alemania desde la publicación de su libro blanco en 2016.

La pregunta es si se pueden incorporar directamente científicos, programadores, expertos en digital, etc. en las FF.MM de Alemania, así su prioridad no sea lo militar. Hoy, las estrategias de reclutamiento en Alemania van encaminadas a atraer a estas personas, diversificando las filas de la Bundeswehr.

Este tipo de preguntas se hacen cada vez más relevantes ante nuestra entrada en la Otan, organización que no solo representa un pacto político militar tradicional, sino una apuesta tecnológica basada en sistemas de defensa y cooperación.

Así, las perspectivas para Colombia son buenas, pero se requiere un empoderamiento sistemático de la Ciencia, Tecnología e Innovación. Esto implica quitarle el estigma a los convenios de ciencia y tecnología -hoy un anatema en la contratación estatal-  estructurarlos bien y hacer más procesos de formación científica para nuestros pilotos, marinos, infantes, ingenieros militares y, sin duda alguna, para nuestros policías.

Los avances son buenos, pues su formación cada día es más avanzada, y ahora en la Otan se multiplicarán las oportunidades.

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