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Shangri La y el Índice de Felicidad Nacional

Shangri La es, de acuerdo con la novela de James Hilton, un paraíso terrenal, una utopía mítica en el Himalaya, tierra de felicidad permanente aislada del mundo exterior en donde sus ciudadanos son casi inmortales.

Pablo Londoño
20 de octubre de 2016

Muchos dicen que ese paraiso realmente existe y se llama Bhutan, al menos así lo creen sus ciudadanos que viven, y con razón, orgullosos de su tierra. Bhutan es un pequeño país de 40.000 kms de origen tibetano, sin salida al mar, que linda con India y con China y abierto al mundo solo desde 1974.

Impresiona incluso desde arriba; el vuelo desde Nepal por entre los Himalayas, Everest incluido, puede ser sin duda uno de los vuelos más hermosos que me hayan tocado y el aterrizaje ajustado entre dos cordilleras, uno de los más difíciles. Dicen que solo ocho pilotos están entrenados para hacerlo.

La realidad es que el país, adornado por todos lados por esta cordillera, y salpicado de pinos y arrozales, impresiona por su belleza, parece de juguete. Sus 700.000 habitantes se visten todos igual: traje completo de falda para los hombres y largo para las mujeres, así que desde su vestimenta este país, que desde hace más de un siglo está gobernado por la dinastía de los Wangchuck, procura entregar a todos sus habitantes las mismas oportunidades.

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Es una monarquía constitucional pero fue la abdicación de su cuarto rey la que dio paso al joven heredero que en sus treintas hoy reina estas tierras y es respetado y adorado casi que como al mismo Buda. Fue precisamente el cuarto rey, Jigme Syngie el que introdujo por primera vez el concepto de Indice Nacional de Felicidad como medida alterna a la de Producto Interno Bruto que predomina en el mundo.

No sé realmente si fue una construcción económica muy elaborada de esas que entregan premios Nobel o más bien un chispazo de originalidad de esos que frecuentemente tienen los gobernantes para venderle a su pueblo esquemas alternativos de bienestar, lo que nosotros llamamos "cortina de humo" para tapar los problemas reales de sus gobernados.

La Felicidad Nacional Bruta se introdujo para medir de manera más integral la calidad de vida. Según el rey, su autor, el verdadero desarrollo, especialmente en un país pobre como Bhutan, se da con el refuerzo mutuo entre lo material y lo espiritual basado en cuatro pilares: el desarrollo sostenible e igualitario, la preservación y promoción de los valores culturales, la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno.

La medición del indicador se realiza permanentemente a sus habitantes a través de un cuestionario de 180 preguntas que mide 9 dimensiones: Bienestar económico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medio ambiental, nivel de vida y gobierno.

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Los resultados de la última medición, de acuerdo con la página del gobierno fueron los siguientes:
8,4%   son "Profundamente Felices"
35%    son "Extensivamente Felices"
47,9% son "Estrechamente Felices"
8,8%   son "Infelices"

Realidad o ficción, la verdad es que este diminuto país, que depende económicamente de sus enormes vecinos, ha logrado inocular en su gente algunas cosas que realmente dan envidia de la buena:


- Un respeto por el medio ambiente al extremo. Es norma constitucional mantener el 60% del país en bosques. Está prohibida la caza, la pesca y limitada la extracción de un hongo "mágico", el cuadriceps, que quita al parecer, todas las dolencias.
- Su desvelo por darle a todos sus ciudadanos igualdad de oportunidades. Educación y salud gratis, procurando habilitar el talento local que todavía se ve desplazado frente a los Indios cuando de algunas tareas críticas se trata como la construcción de su infraestructura que tiene un atraso evidente.
- Un respeto y tolerancia por el otro que si bien tiene un fuerte origen religioso, se nota reforzado desde la educación primaria.

Lo paradigmático, es que en Bhutan, esa paz y alegría que los cobija y que irradian, está acompañada por un pésimo ranking cuando de la medición tradicional, la del PIB, se trata. Un poco honroso puesto 157 que los pone entre los últimos puestos bien lejos de nuestro país que esta en el 28.

Paradójicamente seguimos nosotros los colombianos punteando en el indice Gallup del país más alegre del mundo. ¿Será que confundimos la felicidad con la alegría? ¿Será que ahora que volvemos a estar en desacuerdo frente al camino hacia la paz, debemos revisar también nuestros indicadores? No sé, aquí parece funcionar y se sienten muy orgullosos de ello. De pronto lo único que nos falta por ensayar es el camino de la monarquía. Se me ocurren varios candidatos.

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