Opinión On-line

Educación financiera de la mano de la política educativa

Las recomendaciones sobre educación de la Misión de Sabios realizada hace veinte años cobran vigencia, ahora desde la OCDE y por los precarios resultados obtenidos en PISA 2012. Opinión de Andrés Fabián Bejarano.*

Invitado
1 de septiembre de 2014

Desde hace más de dos décadas al inicio de la apertura económica, se estableció un grupo de siete sabios para presentar recomendaciones sobre los cambios que el país necesitaba para progresar. Los consejos se enfocaron en la educación, su importancia y pertinencia para el desarrollo tecnológico, social y económico. La importancia de la enseñanza quedo recalcada en numerosas frases, como: “Los colombianos debemos aprender a formar a nuestra juventud… la verdadera ventaja competitiva sostenible que Colombia debe buscar con todo empeño es la de que todos, individuos y organizaciones, aprendamos a aprender.” (Colombia. Al filo de la oportunidad, 1995) esas ideas buscaban el desarrollo competitivo del país.

Esos mismos comentarios ahora vienen por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OECD, el Foro Económico Mundial y expertos de competitividad como Michael Porter, y varios analistas que ante los resultados de los distintos informes de competitividad y las pruebas PISA-2012 han reeditado las preocupaciones de hace 20 años.

Colombia no ha hecho la tarea y se ha rajado varias veces en las pruebas internacionales PISA realizadas por la OCDE que evalúa distintos aspectos académicos de los países. Según las pruebas PISA-2012 ocupamos penosamente el puesto 62 entre 65 países, debajo del 90% de la muestra. Es decir nuestros jóvenes menores de 15 años aspirantes a la educación superior presentan serias dificultades en lectura, razonamientos básicos para la reflexión matemática y problemas para acceder al mundo de la ciencia. En PISA-2009 ocupamos el puesto 52, en el 2006 nos ubicamos en el puesto 61 de 65 y en 1998, en la prueba Timms (Tercer Estudio Internacional de Matemáticas y Ciencia) obtuvimos el penúltimo puesto entre 41 países.

En educación financiera obtuvimos 379 puntos, el último lugar de 18 países, mientras el primer lugar fue de China que obtuvo 603 puntos, seguido de Bélgica (541), Estonia (529), Australia (526), Nueva Zelanda (520), República Checa (513), Polonia (510) y Letonia (501). La prueba evaluó los conocimientos de 29.000 estudiantes sobre la gestión de cuentas y tarjetas bancarias, planificación de finanzas personales, comprensión de los riesgos, cálculo de intereses e impuestos, además de sus derechos y deberes como consumidores; conceptos necesarios para un mundo monetizado y dinámico, donde cada día se recurre con más frecuencia al sistema financiero.

De los jóvenes colombianos solamente el 3,8% demostró un nivel de excelencia y solo el 10% logró resolver las preguntas más complejas, que implicaban por ejemplo, calcular el costo de una transacción o el balance de una cuenta. Según el informe, los mejores resultados no están relacionados con el nivel en matemáticas o lectura, sino al entorno socio-económico, en donde prima un ambiente favorable y que incluye a la familia en el proceso de aprendizaje. La importancia de evaluar el conocimiento financiero de los jóvenes reside en el aumento de la sofisticación y la expansión de los servicios financieros, así como las preocupaciones por situaciones financieras y económicas difíciles por lo cual, es importante mejores conocimientos y habilidades financieras que contribuyan a la toma de decisiones con efectos positivos sobre hogares, empresas y la economía en general.

En Australia la educación financiera se realiza en las escuelas, en la educación superior y comunitaria, donde las primeras son la piedra angular de la estrategia, al tiempo que se reconoce que el aprendizaje no se limita a la infancia o el salón de clases. En Estonia la educación financiera es liderada por el gobierno y organizaciones no gubernamentales y se enfoca en toda la población, incluyendo los niños. Mientras en China el programa de educación dirigido por el gobierno enseña educación financiera en la primaria y en la secundaria.

En contraste Colombia se ha descuidado este tema, una política tardía sobre el uso de instrumentos financieros refleja que el 30% de los colombianos adultos no tiene ningún producto financiero, de conformidad con el informe de inclusión financiera de Asobancaria elaborado en 2013. Este es un problema estructural donde según un estudio realizado por el Departamento Nacional de Planeación en el 2010 se evidenció que las cabezas de hogar son la fuente más usual de información y el canal por el cual los niños aprenden, de los hogares que tienen acceso al sistema financiero solo el 39% manejan dos o más instrumentos financieros y la mayoría participa parcialmente del sistema financiero.

En ese mismo sentido la conclusión de otro estudio de Asobancaria en el 2010 que evaluó a las cabezas de hogar sobre conceptos financieros, mostró un panorama preocupante, menos de la cuarta parte controla activamente sus gastos, solo el 25% tiene un plan financiero por semana y el 21% tienen un plan por un mes. Solo un tercio fue capaz de calcular una tasa de interés simple, y únicamente el 11% se ha informado recientemente a través de algún programa de educación financiera. Esto evidencia las deficiencias de nuestros hogares que no conocen los conceptos básicos financieros y por tanto no pueden resolver problemas más complejos. Aquí la evaluación evidenció la falta de educación de los padres y delató a los centros educativos que no capacitan a los jóvenes para enfrentar las situaciones cotidianas como solicitar un crédito y conocer su plan de pagos.

Un entorno socio-económico favorable facilita el aprendizaje de los niños sobre el sistema financiero, lo que permite reducir las brechas de desigualdad, circunstancia preocupante en Colombia si analiza el índice de Gini (índice de desigualdad) que saltó del 55.4 al 58.73 sobre 100 en el 2010. De acuerdo con de Thomas Piketty y su libro “Capital in the Twenty-First Century”, los ricos a nivel mundial tienen el 80% de la riqueza y el 1% de ellos tiene el 46% de la riqueza mundial, en Colombia el 1% más rico tiene el 20% de la riqueza, evidenciando que la brecha económica es excluyente, lo que dificulta los canales para la inversión y acceso al sistema financiero a los pobres.

La inclusión financiera es un tema que nos concierne a todos, donde la educación desde el hogar es tema vital para superar este déficit que nos ha posicionado como el peor país en educación financiera. El mundo globalizado exige conocer estos tópicos necesarios, con políticas de Estado que fortalezcan el conocimiento financiero en el campo y la ciudad.


* Líder de Regulación Financiera. Unidad de Análisis del Mercado Financiero UAMF.
Facultad de Ciencias Económicas.
Universidad Nacional de Colombia.