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Petro, el estadista que entiende la pobreza bogotana

En un pregrado en economía se aprende que correlación no implica causalidad, concepto que Petro no interiorizó en su paso por la Universidad.

Freddy Castro Badillo, Freddy Castro Badillo
18 de abril de 2017

Pocos olvidaremos un famoso tuit de Gustavo Petro: “Felicitaciones @SantaFe. Tres estrellas ganan los equipos bogotanos en la Bogotá Humana”. El ejemplo es útil para ratificar algo que se aprende estudiando economía: correlación no implica causalidad. Que los equipos bogotanos ganaran tres títulos durante la Bogotá Humana, no indica que haya sido gracias a las políticas del Gobierno Distrital.

Con el deterioro de los indicadores de pobreza de la ciudad, el ex Alcalde ratifica que sigue interpretando el mundo con relaciones similares. Afirmaciones como “Peñalosa envió a la pobreza en el año 2016, cien mil personas”, sustentan la tesis. Veamos por qué.

La pobreza monetaria

La metodología indica que son pobres quienes se encuentren por debajo de la línea de pobreza, construida a partir de una canasta de bienes alimentarios y no alimentarios, necesarios para vivir. De ahí ese valor utilizado en titulares de prensa y que, en el caso de ciudades como Bogotá, fue de $265.559 en 2016. Por su parte, la línea de pobreza extrema, la cual es una canasta alimentaria con necesidades básica calóricas, se ubicó en $119.957.

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Las variables relevantes para determinar la línea de pobreza son el crecimiento de la economía y la inflación, especialmente de alimentos, las cuales no siempre dependen del líder local de turno. Además, 2016 fue un año en el que aumentó la pobreza urbana.

Crecimiento económico

Es conocida la historia de la desaceleración económica. El barril de petróleo pasó de USD$100 a menos de USD$50, esto redujo el flujo de dólares que recibía el país y golpeó las finanzas públicas. Lo anterior llevó a la economía colombiana a un proceso de ajuste con menores niveles de crecimiento y una tasa de cambio devaluada (el dólar pasó de $1800 a más de $3000 pesos). Los mandatarios locales poca incidencia tienen ante un fenómeno global.

Por ello, pese a que la economía bogotana es diversificada y tiene un 61% del PIB en el sector de servicios, pasó de promedios de crecimiento del 4,5% a niveles inferiores al 2,8% en 2016.

La inflación

Tres factores, independientes de la gestión de cualquier alcalde, presionaron el alza en los precios de 2016. Primero, la devaluación del peso, generada por factores externos. Dicho ajuste no solo incidió en el precio de vehículos. En el sector avícola, por dar un ejemplo, como el grano para alimentar a los pollos es importado; los precios de los de los huevos y el pollo aumentaron.

En el año también se sintió el fenómeno de El Niño, este evento climático redujo la oferta de alimentos y con una menor oferta, los precios suben. Estas presiones, que habían iniciado a mediados de 2015, se sintieron hasta agosto de 2016.

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Finalmente, aunque el abastecimiento alimentario de Bogotá nunca estuvo en riesgo, no se pueden despreciar los efectos del paro nacional camionero desarrollado entre el 6 de junio y el 22 de julio de 2016. El desenlace fue el mismo: una reducción de la oferta de algunos alimentos y mayores precios en zonas urbanas (Ver gráfico, inflación 12 meses). Particularmente, en julio la inflación 12 meses de Colombia tocó techo llegando a 8,97%, la de alimentos de ese mes fue de 15,71%.

Todos estos factores hicieron que la línea de pobreza, constituida por una canasta de bienes mínimos, creciera, aumentando así el porcentaje de pobres, es decir, de quienes se encuentran por debajo de dicha línea. Además, en un escenario de desaceleración económica, el empleo se deterioró.

La pobreza multidimensional

De otra parte, el índice de pobreza multidimensional, que mide las dimensiones de salud, educación y nivel de vida, aumentó en Bogotá entre 2015 y 2016. Efectivamente, el indicador pasó de 4,7%% a 5,9%. Sobre este resultado Petro destacó que “la única región de Colombia donde creció la pobreza multidimensional en el año 2015 fue Bogotá…”. Eso es cierto. Sin embargo, al economista se le olvidó señalar que, según el Dane, en Bogotá el resultado no fue estadísticamente significativo, como si lo fue en el Valle del Cauca y las regiones Caribe y Central (Ver tabla 12 del Boletín del Dane).

Que no sea estadísticamente significativo quiere decir que no se puede inferir nada sobre dicho cambio. Alguien que estudió economía lo sabe. De hacerlo, como lo hizo Petro, tendría más que reprobado el curso básico de econometría.

Sin embargo, aunque la cifra de Bogotá no da para rasgarse las vestiduras, genera señales de alerta sobre determinantes que hicieron que se estancara la mejora del indicador. Aunque en el Boletín del Dane no está la información desagregada de la pobreza multidimensional de Bogotá, sugeriría que, ante un deterioro del mercado laboral, el comportamiento de la variable “trabajo informal”, explicaría el dato.

En ese camino, revisar estrategias de focalización y fortalecer presupuestos de entidades clave para temas de desarrollo empresarial y formalización, como el IPES y la Secretaría de Desarrollo Económico, ayudarían a mejorar los resultados de los próximos años.

¿El sucesor de Maduro?

Doctor Petro, cuidado con los “triunfos” o “derrotas” que celebra en público, porque en algún momento le pasa lo del pastorcito mentiroso. A Nicolás Maduro, su otrora amigo, ya nadie le cree cuando dice que los cambistas de Cúcuta le hacen una guerra económica al Bolívar fuerte. ¿Será que también necesita clases de honestidad y economía?

Por ahora, la llegada de Colombia a los cuartos de final de un mundial, la corona de Miss Universo de Paulina Vega y los títulos de Santa Fe y Millonarios, son victorias que nadie le quitará a la Bogotá Humana.

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