JAIME BÁRCENAS

Perdí el compromiso de mis empleados, ¿qué hago?

No es nuevo para nadie, que un empleado comprometido y satisfecho con su trabajo, es un empleado productivo.

Jaime Bárcenas, Jaime Bárcenas
21 de julio de 2017

Abrí mi correo y encontré un mensaje del gerente general de una empresa diciéndome:

“Estuvo el vicepresidente regional de la compañía y nos ha pedido triplicar el tamaño del negocio en tres años. Necesito un apoyo sobre motivación, quiero saber cómo mantener el compromiso de los empleados con la empresa para lograr este desafío”

Me quedé congelado pensando en cómo salir airoso de una petición tan compleja como ésta. Pues finalmente existen técnicas y métodos para apoyar y ayudar un proceso como este, pero tengo que dejar claro desde el principio que: el compromiso de los empleados depende de ellos mismos y de los líderes de la organización.

Respondí el correo con más preguntas que respuestas, pues solicité información sobre el modelo de incentivos de la empresa, al que me respondió con un irónico: “es una caja negra”.

Las compañías saben de sobra la importancia del compromiso en los empleados y la necesidad de que éstos sientan como suya la empresa donde trabajan y pasan el mayor tiempo de su vida. Por eso reflexiono y me pregunto ¿qué hace una empresa esperando por fórmulas mágicas de motivación y compromiso que estén atadas a metas e incentivos? ¿Por qué el mismo gerente lo describe como un “misterio”? ¿Cómo se consigue contagiar a los colaboradores del impulso necesario, en las 3 horas, con un discurso del vicepresidente regional y un Power Point que despide cifras inverosímiles establecidas a la ligera?

Simple, pensar que solo con mostrar las metas y difusos incentivos, con el mismo personal, pero triplicando las utilidades, es utópico y empresarialmente egocentrista, si así puedo llamarlo.

Cuando me pidieron que ayudara en esta titánica tarea, en realidad estaban pidiendo a gritos ayuda en la definición, desarrollo y ejecución de algo que quieren que pase, pero que no son capaces de concretar, porque sospechan que hay partes del modelo que fallan o no son transparentes.

Es decir, están pensando en el crecimiento de la empresa responsabilizando al empleado para conseguir lo mejor de él como “aliado”, así, sin más, sin incentivos o motivaciones claras. Pues no hay nada que genere más confianza y que capte más la atención de un cliente, que un empleado que dentro y fuera de la organización luce con orgullo la “camiseta” de la empresa.

Nada más atractivo que un colaborador que funda su esencia con la de la empresa de la que se siente parte y la haga suya a través de sus contactos, sus conversaciones cotidianas y ante los clientes, quienes son al final los que harán crecer cualquier negocio. Un empleado motivado garantiza fidelidad y compromiso, no existe mejor discurso que un ser humano que con orgullo y convicción defiende su equipo y lo que hace.

Suena como una gran melodía todo esto, y lo mejor, se puede conseguir, pero, con voluntad real. Siguiendo con la historia en mención, me di cuenta que las bonificaciones se habían “enredado” y no se respetaron ciertos acuerdos y como consecuencia la motivación se fue al piso, lógicamente.

Los empleados son el alma de la empresa; son ellos los que representan y dan vida a las organizaciones, por eso, cuando el alma se vulnera con mensajes “engañosos” y definiciones poco claras, hay una energía negativa que repercute de forma directa en los resultados de la empresa.

Les pregunto a ustedes: A un empleado que lucha día a día por lograr ventas en el mercado que tiene a cargo, mejorando relaciones con clientes y tratando de alcanzar sus metas ¿Le motivará ser evaluado por el volumen de facturación y resultados regionales? ¿Le gustará que su bonificación dependa del rendimiento de muchas personas que no conoce alrededor del mundo?, por supuesto que no.

Creo que esto merece una explicación convincente, pues sabiendo que ha crecido un 25% el mercado local, pero que no es suficiente a nivel global y por esa razón se debe triplicar el negocio en tres años, no es la más elocuente. Esos detalles no los debería descuidar una organización, pues finalmente sin tener a los empleados de su lado, no lograrán el crecimiento.

¿Para qué cuento esto? Pues para confirmar, nuevamente, que la motivación de un empleado no se basa únicamente en el dinero, sino en la mentalidad de la empresa hacia él, y por supuesto el interés que le pongan a sus necesidades mínimas como tiempo, bonos o reconocimientos.

Envié un correo de vuelta diciendo que, si quería personas comprometidas y que a ojos cerrados lo acompañaran en sus metas, debía eliminar el Power Point y ponerse en frente de todos para escuchar, entender, incentivar y soportar la labor de los colaboradores de forma sincera y transparente.