Opinión Online

La eficiencia lleva al éxito empresarial

La eficiencia en la toma de decisiones es la capacidad de comprometer a los empleados con el propósito de la organización, mediante procesos de formación y desarrollo que la hacen más atractiva e innovadora. El reconocimiento es mucho más poderoso que el dinero.

Invitado
8 de agosto de 2015

Si como empresario desea tomar decisiones más completas, además del criterio de eficacia explicado en la columna anterior, es necesario introducir el concepto de eficiencia, entendido como el aprendizaje interno que hace más atractiva su organización. Principalmente porque el individuo además de necesidades materiales, tiene necesidades cognitivas, que son las relacionadas con el conocimiento, que en mayor o menor medida, todos los individuos deseamos y necesitamos adquirir.

Una organización que fomenta el aprendizaje de las personas y las desarrolla, se vuelve muy atractiva, por eso se habla de las empresas donde la gente más le gustaría trabajar. En el mundo se destaca Apple, por ejemplo, mientras en Colombia ocupan los primeros lugares del ranking tanto en 2014 como en 2015, Grupo Éxito, Telefónica Movistar, Falabella, Yambal, Mc Donalds y Microsoft, la mayoría son empresas multinacionales. 

Las motivaciones intrínsecas en los empleados como aprender constantemente, alcanzar metas, sentirse satisfecho, se logran cuando las compañías les otorgan facilidades para estudiar, capacitan a sus empleados constantemente, reconocen su desempeño, con lo cual la organización también se beneficia porque logra obtener mayor capacidad de innovación en procesos y productos que mejoran la organización. Así las  personas cumplen sus necesidades cognoscitivas y contribuyen a que la organización sea mejor, es lo que se denomina un ciclo virtuoso.

Desafortunadamente, muchos empresarios insisten en continuar bajo el modelo mecanicista y les escucho decir: ”formar gente es muy costoso y para qué hacerlo si podemos contratar gente ya formada y con las habilidades que necesitamos” o “no formo a nadie porque justo luego de hacerlo y de invertir en ello, se van para empresas de la competencia”.

Todos sabemos que para crear se necesita innovar, que en buena medida es la capacidad de cambiar algo, de ir contra las reglas, de transformar un producto en favor del cliente y esto sólo se logra con formación y con toma de decisiones. Las  empresas innovadoras saben que para conseguirlo hay un proceso de ensayo y error, por tanto no juzgan ni castigan al que se equivoca.

Mientras en el modelo mecanicista no hay derecho a pensar sino a trabajar, nadie puede equivocarse y quien se equivoca es despedido, en el modelo humanista se trabaja con prueba y error, los empleados pueden proponer ideas a la organización, lo cual se convierte en una ventaja competitiva.

Sin embargo, es importante tener en cuenta el contexto histórico, cuando las economías erran cerradas y no había entrado con toda su fuerza la globalización, este modelo tenía lógica y funcionaba, hoy en día con una economía abierta, lo único que puede hacer la diferencia entre una empresa y otra es el factor humano, porque son las personas quienes con su conocimiento y con buenas herramientas  de tecnología e información, pueden crear productos y servicios que marquen la diferencia,  en este nuevo entorno no hay productos estables, la transformación es lo único realmente estable, el cambio es lo permanente.

Una empresa que no tenga en cuenta estos conceptos, que desconozca la visión humanista, puede salir del mercado. Razón por la cual, desde el punto de vista académico, especialmente en Norteamérica se habla ya de una tendencia empresarial de abandonar el modelo mecanicista que ellos mismos crearon en el siglo XVIII, para incorporar conceptos relacionados con el ser humano y sus necesidades intrínsecas.

En el libro Cómo ser el Jefe, de los autores norteamericanos Linda Hill y Kent Lineback, publicado en 2007, ya se detecta la importancia de esta corriente. Se enfatiza en que para ser un buen jefe usted tiene que manejarse usted mismo, ser mejor persona, manejar su red, sus relaciones de poder y finalmente manejar su equipo. Sin embargo, aún no se involucra la importancia del criterio de la consistencia que es clave para lograr que las organizaciones sean de largo aliento,  tema del que hablaremos en la próxima columna.