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Libros de texto y calidad de la educación

El acceso y uso de los libros de texto es un factor más de desigualdad en la educación de los niños y jóvenes de Colombia. La mayoría de colegios oficiales no tienen bibliotecas.

Invitado
5 de febrero de 2016

Aún menos cuentan con un profesional que se encargue de apoyar a los docentes, los estudiantes y los padres de familia en la promoción y uso de los libros en las aulas escolares y fuera de ellas.

En Colombia los rectores, coordinadores y docentes de los colegios oficiales no pueden pedir a los padres de familia libros, ni materiales para trabajar en las aulas con los estudiantes. Ellos temen ser sancionados o destituidos y las normas de gratuidad impiden que los padres colaboren con gastos complementarios, así sea para adquirir libros para sus hijos.

De otra parte, no existe una tradición y una cultura de bibliotecas y de uso del libro en los colegios oficiales; los padres de familia no compran libros y el Estado tampoco. Muy de vez en cuando el Ministerio de Educación Nacional anuncia que compró 6 o 10 millones de libros, el problema es que existen cerca de 10 mil colegios oficiales, con una matrícula de 7‘727.312 de estudiantes en el año 2015, así que saquen sus cuentas sobre el número de libros por alumno.

El Centro Regional para el Fomento el Libro en América Latina y el Caribe, Cerlalc, de la Unesco, en un reciente informe (Comportamiento Lector y Hábitos de Lectura en América Latina, 2012) señaló que en Colombia se leen 2,2 libros en promedio por habitante/año, cifra muy baja cuando se compara con otros países: 2,9 México, 4 Brasil, 4,6 Argentina, 5,4 Chile, 10,3 España.  

Es necesario recordarles a los críticos de la calidad de la educación oficial en Colombia que la calidad de la educación es un hecho social en el cual concurren las familias y las instituciones escolares. Cuando el grado de escolaridad y de ingresos de los padres (de manera especial el nivel educativo de la madre) son mayores y ellos se interesan, participan y apoyan los procesos educativos de los docentes, los logros y los resultados de calidad de los estudiantes mejoran; en estos casos, quizás se requiere menos tiempo escolar y menos institución educativa.

Lo contrario también es cierto: los niños y jóvenes más pobres, cuyas madres tienen menos educación y la familia bajos ingresos, demandan más apoyo institucional desde el momento de su concepción, cuidado los primeros años de vida (0 a 4 años) y luego más horas de jornada escolar, mejores instituciones educativas y mejores condiciones de enseñanza y aprendizaje (5 a 17 años). Equidad social.

Lo anterior explica, en parte, por qué los colegios oficiales en Colombia deben ser los mejor construidos y dotados, con docentes de excelencia y con mayor jornada escolar. Diferentes evaluaciones encontraron que en Bogotá las condiciones de la infraestructura, las dotaciones y su uso son una de las grandes ventajas de los colegios en concesión (todos tienen bibliotecas) sobre los colegios oficiales y tienen un impacto sobre la calidad de la educación.

En el año 2013 una investigación del ICFES demostró que sólo el 7% de los colegios oficiales ubicados en el sector rural tenían una biblioteca en condiciones favorables en términos de tamaño, materiales y estado de conservación.

La Ocde en el libro “What Makes Schools Successful? Resources, Policies and Practices” encontró que los materiales educativos disponibles en una escuela están relacionados con el rendimiento general del sistema: “el 33% de la variación en el rendimiento en matemáticas entre los países de la Ocde se explica por diferencias en las respuestas de los rectores a las preguntas sobre la adecuación de los equipos de laboratorio de ciencias, materiales educativos (por ejemplo, los libros de texto), los ordenadores para la enseñanza, la conectividad a Internet, software para la instrucción y materiales de la biblioteca”.   

De las dotaciones escolares, sin duda, hoy la existencia de libros y de la biblioteca escolar es trascendental. El libro de texto además de ser un instrumento cultural, que además ayuda y facilita el acceso al conocimiento, es ante todo una herramienta didáctica del docente indispensable en el proceso educativo. ¿Cómo pedir a los maestros que innoven, que establezcan nuevas prácticas de trabajo en el aula o colegio, si no tienen libros ni biblioteca? Los docentes son más eficaces cuando tienen los materiales educativos de apoyo en el aula y, en consecuencia, los estudiantes aprenden más.