OPINIÓN ONLINE

¿Competitividad o Status Quo?

Si realizamos un análisis puramente técnico de la venta de Isagén, alejados de sesgos políticos y más bien mirando las necesidades del país para alcanzar siquiera un nivel medio de competitividad frente al resto del mundo, entenderemos que la decisión pudo ser acertada y conveniente.

Invitado
20 de enero de 2016

Antes de acrecentar la polémica sobre la reciente venta de Isagén, me parece importante entender por qué hay posiciones tan encontradas entre los diferentes actores politicos del país.

Por parte del Polo Democrático, desde su óptica de partido de izquierda, es lógico que estén en contra pues les parece que el Estado debería ser el dueño de todas las empresas, en especial de las de servicios públicos, salud, educación, con el “ideal” de poder prestar servicios gratuitos al pueblo. Sin embargo ya hemos comprobado que las empresas manejadas por el Estado, en su gran mayoría son una muestra de ineficiencia y clientelismo. El caso más reciente es el descalabro económico que tuvieron las Empresas Públicas de Bogotá en la Alcaldía de Gustavo Petro.

Por el otro lado, está el Centro Democrático, que en mi criterio ejerce una oposición puramente política, pues hasta el mismo Expresidente Uribe (a quien admiro profundamente por su primer mandato), hoy Senador, vio la conveniencia de vender Isagén, pero no se dieron las condiciones en ese momento. 

Por su parte políticos liberales y conservadores ven con mayor claridad las ventajas, con lo cual estamos frentes a líderes que defienden modelos económicos totalmente distintos y una radical oposición política.

Frente a quienes consideran que al vender Isagén se está perdiendo un importante activo, incluso ya hay demandas por detrimento del patrimonio de la nación,  la afirmación en mi criterio no es tan justificable porque la empresa se está vendiendo por un precio mucho más elevado del que figura en la bolsa de valores.

Además va a rentar más de lo que está rentando ahora y ese dinero permitirá apalancar por intermedio de otras instituciones, como la Banca Multilateral, importantes proyectos de infraestructura para que en el transcurso de 5 a 7 años podamos siquiera estar en la media del mundo, ni siquiera por encima, debido a la nefasta inversión de los gobiernos anteriores. Claramente estas obras no se van a ver en el Gobierno Santos, sino en el próximo Gobierno.

De otra parte, mucha gente está pensando que el dinero recaudado por la venta de Isagén se va a ir en corrupción, lo cual no parece tan factible porque esos dineros estarán manejados por la fiducia, Financiera del Desarrollo Nacional, que tiene como socio otra institución de banca multilateral como la CAF y fue creada con el objetivo de otorgar los recursos sólo para proyectos de infraestructura y el dinero se irá girando en la medida en que se vayan ejecutando las obras, con las garantías necesarias para el cumplimiento de los contratos de infraestructura

En la polémica también se ha mencionado la inconveniencia de un solo oferente, en mi criterio no es válido, en la medida en que se negoció por un precio superior al valor del mercado. Las empresas que se retiraron lo hicieron porque no era económicamente viable para ellas. Es viable para la empresa que la compró porque sus expectativas de rentabilidad son diferentes, además porque al contrario de las empresas latinas que estaban participando, le favorece la tasa de cambio actual, sobre los $3.200 por dólar, con lo cual le era posible pagar los dos mil millones de dólares (6,5 billones de pesos). Adicionalmente muchas voces dicen que va a subir el precio de la energía, lo cual es un argumento poco claro debido a que el costo de la energía en el país está regulada por el mismo Gobierno (CREG). 

La venta de Isagén tiene una lógica en la estrategia del Presidente Santos. Parece ser la respuesta a los resultados del estudio The Global Competitive Report 2013-2014, realizado por el Foro Económico Mundial, en el cual se analizan diferentes pilares de desarrollo y competitividad en el cual, Colombia resultó muy mal calificada en varios aspectos según los temas por orden de importancia, así: En cuanto al nivel de corrupción Colombia obtuvo el primer puesto con el 20,2%, en infraestructura inadecuada un 14,6% y en burocracia gubernamental un 12,2%, estos tres factores suman el 47% mientras los 13 factores restantes suman el 53%.

Si uno como Presidente tiene un buen diagnóstico, sin duda como cualquier empresario lo más importante será definir cómo está ubicado el país frente a los demás de referencia y dónde tiene que hacer énfasis en su estrategia para estar mejor posicionado. Si el estudio citado habla que en competitividad ocupamos el puesto 69 de 148 países analizados y en ese mismo aspecto, en cuanto a la calidad de las carreteras ocupamos el puesto 130 de 148.

Si queremos ser competitivos necesitamos tener carreteras eficientes, sin embargo el costo de esta inversión es muy alta y los recaudos del país no dan para la magnitud de esas obras, se necesitaba un mecanismo para lograrlo. En este orden de ideas lo que uno observa es que se está tratando de mejorar la ineficiencia del país en materia de competitividad frente al mundo. También se han hecho esfuerzos grandes para concluir un estatuto anticorrupción, ya sancionado, en mi criterio supremamente fuerte que estamos esperando empiece a dar sus frutos. En lo que no parece existir mucha claridad es en el tamaño del estado y su continuo crecimiento burocrático, esta semana el presidente solicitó a sus ministros una reducción del 10% en sus gastos, tema que aún parece insuficiente.

El otro punto que falta por comentar y ha sido mencionado por algunos sectores que están en desacuerdo con la venta de Isagén, es que el Presidente Santos tomó la decisión para financiar el Proceso de Paz. Si bien esto no es posible porque el dinero está blindado en una fiducia, lo cierto si es que el tema resulta espinoso porque efectivamente la paz tiene la necesidad de nuevos recursos porque los recaudos no dan, para lo cual se necesita una nueva reforma tributaria y al parecer el Presidente aspira a que el tema sólo se vuelva a tocar luego de realizar el plebiscito con el cual los colombianos aprobaremos o no el proceso. Los ingresos de la DIAN vienen incrementándose a una tasa del 8,5%, llegando a 124 billones de pesos, pero estos siguen siendo deficitarios para las necesidades del país  que sin duda lo estamos financiando los empresarios y la clase media.

Este capítulo está pendiente debido a las recomendaciones del grupo de expertos que analiza el tema, veremos como lo maneja porque estamos en un momento decisivo y difícil. Las expectativas del Gobierno están centradas en que con la paz van a venir más inversionistas y se aumentará el producto interno bruto, sin embargo mientras esto ocurre los colombianos tendremos que pagar más impuestos, otro de los puntos del citado estudio en el que Colombia salió también muy mal calificada, ocupando el puesto 143 de 148 al figurar entre los países con mayores impuestos.  

Continuamos en una profunda polarización en el país unos a favor de un modelo económico vs otros, y aquellos que están en el mismo barco de modelo económico tienen dudas sobre el proceso de paz y sus costos. Creo que debemos analizar por qué estamos tan distantes de un puesto mejor al que hemos mantenido en la mitad de la tabla durante años ¿qué hacemos, mantenemos ese status o nos volvemos competitivos?, creo que la actitud valiente es la de conseguir una mejor competitividad y en eso debemos aportar todos los colombianos de bien.