JOSÉ MIGUEL SANTAMARÍA

No es por joder

Creo absolutamente que, si queremos llegar a ser un país desarrollado con tasas de crecimiento altas, debemos poner la casa en orden, reducir el tamaño del Estado, fomentar la iniciativa privada y atraer inversión extranjera entre otros, pero, ante todo, reducir los impuestos a niveles que sean competitivos.

José Miguel Santamaría, José Miguel Santamaría
4 de agosto de 2017

En estos días me encontré con una persona que conozco hace muchos años y tajantemente me dijo que el país no aguantaba más el pesimismo de los enemigos del gobierno y que habíamos logrado contagiárselo a la generalidad de la población. Por cuenta de esta afirmación me puse en la tarea de investigar qué tan sesgados estamos los críticos de la realidad del país y de nuestra economía.

Lo primero que vale la pena rescatar es un dicho popular que dice: “explicación no pedida, acusación manifiesta”, entonces cuando sale el Ministro de Hacienda a decir en todos los medios que la economía va bien -en entrevistas y programas muchas veces pagos-, quiere decir que va mal o, por lo menos, no va tan bien.

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Generalmente lo que usa el gobierno para reafirmar lo “bien” que estamos es el promedio de los países en la región y, aunque esas cifras sean verdaderas, no muestran la situación real por diferentes factores, como que dentro de ese promedio esté Venezuela con su economía destrozada y capaz de degenerar cualquier promedio; estar en un reino de ciegos no convierte al tuerto en rey.

Creo que el presupuesto que acabó de pasar el gobierno al Congreso nos da una idea de la situación del país a nivel económico, resaltando lo siguiente:

Como ustedes pueden ver en la tabla anterior, vemos unos datos que no cuadran y que no son coherentes con las palabras del ministro.

  • El crecimiento del presupuesto total año a año es menos del 1%, cifra muy pobre para la economía tan boyante de la que habla Cárdenas.
  • Del total del presupuesto solamente el 17% es para inversión, rubro que cobija gastos de funcionamiento maquillados en su interior.
  • El 23% del presupuesto se utiliza para pagar deuda. Este no es un monto despreciable para nada, más aún cuando la tasa de interés ha sido tan benévola con el país.
  • Las pensiones son el 17% del total del presupuesto, además es un rubro que aumentó 8,8% con relación al año anterior. Claramente ese sistema mixto de pensiones no funciona y le abre un hueco a las finanzas grandísimo.

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Hasta ahora hemos visto un presupuesto que sirve para funcionar, pero que genera muy poco valor para las generaciones futuras y que cada vez estamos más empeñados y más atrasados frente a nuestros pares. Cuando veamos la tabla siguiente, la preocupación será mayor.

Esta tabla sectorial nos muestra hacia dónde van los recursos independientemente de si son funcionamiento o inversión. Los datos son malos, no solo porque el servicio de deuda sea el principal rubro, sino además porque los recursos para deporte, ciencia y tecnología prácticamente no existen. Los gastos de defensa siguen siendo altísimos a pesar que según el gobierno para vivir en paz nos tragamos muchos sapos y los gastos en educación son inmensos, pero el resultado malo según las pruebas de comparación educativa internacionales. Parece que no manejamos bien esos recursos y que además estamos educando a nuestros hijos por educadores mal preparados, que no se dejan hacer exámenes y con una tendencia ideológica de izquierda.

Al final lo que vemos es que somos un país alcabalero donde a medida que hacemos reformas tributarias, cubrimos huecos y aumentamos gastos. Pareciera que a los que manejan el Estado no les enseñaron en contabilidad el “debe” y el “haber” sino el “debe haber” y han venido dilapidando los recursos sin generar las inversiones que el país necesita.

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Creo absolutamente que, si queremos llegar a ser un país desarrollado con tasas de crecimiento altas, debemos poner la casa en orden, reducir el tamaño del Estado, fomentar la iniciativa privada y atraer inversión extranjera entre otros, pero, ante todo, reducir los impuestos a niveles que sean competitivos.