OPINIÓN

No es el más fuerte el que sobrevive, es el que mejor se adapta

La clave pues para sobrevivir y florecer en un ecosistema radica en tener la capacidad de “armonizarse con el resto de actores”, ser parte de un todo.

Pedro Colmenares
16 de abril de 2016

Hace algunos meses tuve que hacer una conferencia sobre ecosistemas de emprendimiento e innovación en la región; se ha vuelto un tema tan comentado que quise buscar algún ángulo nuevo sobre el cual enfocar la charla; para ello busqué inspiración en textos sobre ecología, al fin y al cabo el símil del ecosistema viene de allí.

En un artículo sobre la forma como funciona la selección natural, un concepto me hizo detenerme y meditarlo. Siempre hemos dado por sentado que “sobrevive el más fuerte” razón por la cual, se nos impulsa a los empresarios a pensar como si estuviésemos en una especie de guerra, donde debemos atacar y no dar tregua o seremos destruidos “por ser débiles”. Resulta ser que en el artículo se hablaba de la “supervivencia del más apto”, y comentaba por ejemplo cómo los dinosaurios, que eran tan poderosos y estaban en tantos nichos, colapsaron ante un cambio de ambiente drástico, y los pequeños mamíferos que sí fueron capaces de ser lo suficientemente adaptables, lograron florecer y ocupar los nichos que dejaron los anteriores.

La clave pues para sobrevivir y florecer en un ecosistema radica en tener la capacidad de “armonizarse con el resto de actores”, ser parte de un todo. El más apto no es el más fuerte, es el que más “colabora” y se conecta; si traspasamos estos conceptos a los ecosistemas de negocios, empresariales o de emprendimiento e innovación, quedará claro por qué es tan importante crear redes, generar lazos de colaboración, co-crear con los usuarios y aplicar esquemas de innovación abierta; entre más estemos conectados con nuestro “ambiente”, más posibilidades reales tenemos de sobrevivir y florecer.

Es interesante ver los esfuerzos que hacen muchos “dinosaurios” por mantenerse inmutables en los ecosistemas cambiantes en los que vivimos; ser grandes les hace tener mucha inercia, por lo cual el hecho de detenerse puede tardar un poco, pero lo cierto es que en el momento que caigan, su peso evitará que puedan volverse a levantar y muy seguramente morirán.

Muchas personas no saben que los dinosaurios no se extinguieron del todo, las aves son sus descendientes directos, son “ellas” los dinosaurios que se volvieron “ligeros” y aprendieron a remontar el vuelo; se adaptaron también a los nuevas condiciones que aún siguen aquí.

No importa nuestro tamaño en el ecosistema, si queremos florecer tenemos que ser “aptos” y en el mundo de hoy eso implica generar conocimiento, compartir, co-crear, generar redes, apostar por la generación de valor compartido, mejor dicho innovar entre todos y para todos, así que olvídese de la fuerza y la batalla y mejor concéntrese en conectarse y compartir.