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¡Menos amarillismos y más acciones de paz!

En esta sociedad del sensacionalismo y del amarillismo, siempre resultará más espectacular y más atractivo, para muchos medios de comunicación, mostrar morbosamente los saludos de mano entre el presidente Santos y los expresidentes Uribe y Pastrana.

Víctor Hugo Malagón Basto
9 de octubre de 2016

En medio de las complejidades, dificultades e incertidumbres que se generan a raíz del indiscutible hecho político que ha sido el elocuente resultado del plebiscito sobre los acuerdos de Paz, realizado recientemente en Colombia, sumado al sinnúmero de acciones y reacciones que vienen dándose en la búsqueda de soluciones comunes para el avance de nuestra sociedad, pueden perderse de vista aquellos hechos y escenarios en los que verdaderamente se construyen realidades de paz sostenible y duradera.

Y es que, en esta sociedad del sensacionalismo y del amarillismo, siempre resultará más espectacular y más atractivo, para muchos medios de comunicación, mostrar morbosamente los saludos de mano entre el presidente Santos y los expresidentes Uribe y Pastrana, insidiar a la opinión pública sobre las intenciones de unos y otros, malinterpretar (a veces con deliberación) las necesarias extensiones de plazo que requiere el cese al fuego, y por supuesto levantar como trofeo de guerra indelicadezas e imprudencias en las declaraciones (inaceptables por cierto) de uno de los gerentes de una de las campañas por el no, que mostrar el deseo auténtico de todos los colombianos por la paz, el trabajo y el compromiso de todos los días de la mayoría de colombianos, las iniciativas de construcción de valor económico, social y ambiental que muchas empresas, organizaciones e instituciones desarrollan todos los días.

Uno de muchos ejemplos que pueden pasar desapercibidos para la opinión pública en medio de este “caos” informativo es el liderazgo de nuestro país como organizador y anfitrión de la reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia, Tecnología e Innovación de Iberoamérica, en Cartagena de Indias, en el marco de otro evento al que, en mi opinión, no se le ha dado aún la importancia y relevancia debida hacia la opinión pública: la XXV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

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Este evento fue liderado por nuestro departamento administrativo de Ciencia y Tecnología, Colciencias en cabeza de su directora Yaneth Giha y en alianza con la Secretaría General Iberoamericana para reiterar y avanzar en compromisos concretos en la promoción de la ciencia, la tecnología y la innovación como motores del desarrollo sostenible y como una enorme oportunidad de compartir las mejores prácticas, políticas y herramientas disponibles en este grupo de naciones para el desarrollo de proyectos iberoamericanos concretos en ámbitos como: ciencia abierta y transferencia tecnológica.

Es esperanzador ver que, cada vez más, estos escenarios de alto contenido político, tienen también, cada vez más, un eficiente contenido técnico. Prueba de ello es la consolidación de proyectos concretos en este ámbito de la cooperación iberoamericana como:

1. El Banco Iberoamericano de Evaluadores que permite la mayor colaboración de científicos, redes e investigadores para la mayor transparencia y rigor en la evaluación y selección de proyectos de investigación, ciencia y tecnología, en el espacio iberoamericano.

2. El Portal de Movilidad de Investigadores, que permite una mayor dinámica de intercambio “intra-regional” entre los mismos y, por tanto, una mayor articulación de grupos de investigación de la región y su impacto en la creación y divulgación del conocimiento.

3. La Agenda Ciudadana, como una de las principales apuestas, no solo para la mejor apropiación social del conocimiento, sino también para la consolidación de lazos más fuertes entre los ciudadanos de los países miembro de la comunidad iberoamericana de naciones, con los que compartimos tradiciones, lenguas, historia, cultura, etc.

Estas iniciativas supranacionales de cooperación científica permiten, no sólo una mayor cobertura e impacto en las iniciativas regionales, sino que deben articularse en beneficio de importantes apuestas nacionales como el programa Colombia Científica que pretende fortalecer la calidad de la educación superior en Colombia, a través de la consolidación de ecosistemas para la educación, la ciencia y la tecnología, a través de alianzas entre las instituciones de educación superior nacionales (acreditadas y no acreditadas), las mejores universidades internacionales, los mejores centros de investigación y el sector productivo, y la formación del mejor capital humano en las mejores instituciones nacionales e internacionales.

Lo he dicho antes y lo repito: ningún recurso invertido en la formación de nuestro capital humano y ningún recurso invertido en la creación pertinente de conocimiento entre la academia y el sector productivo, será suficiente para suplir las grandes y complejas necesidades de desarrollo de estos sectores en países como el nuestro.

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