VÍCTOR HUGO MALAGÓN

Más propuestas, menos populismo

Dejemos de dar el debate mediático y electorero que solo conviene a las campañas débiles de ideas, y exijamos ir al verdadero debate de programas y propuestas.

Víctor Hugo Malagón Basto, Víctor Hugo Malagón Basto
7 de abril de 2018

Hace unos días, tuve la oportunidad de ver el debate entre Iván Duque Márquez, Humberto de la Calle y Gustavo Petro, candidatos a la Presidencia de Colombia, realizado en la querida Universidad de Columbia en los Estados Unidos. Hubo interesantes discusiones, intercambio de ideas y hasta contraposiciones fuertes e interesantes. Probablemente uno de los temas más evidentes dentro del debate fueron los ataques personales e irrespetuosos de Petro contra Duque. Frente a estos ataques, Duque respondió siempre con altura, respeto, contundencia, pero sobre todo con la claridad de las ideas que provienen de propuestas y programas construidos con rigor y profesionalismo.  A pesar de la amenaza populista debo decir que, afortunadamente, la mayoría de los candidatos a la presidencia de Colombia hoy por hoy cuentan con propuestas serias, pero sobre todo, democráticas.  

En el marco del mencionado debate, surgió una discusión entre Duque y Petro, a propósito de una intervención en la que éste último terminó por comparar el potencial económico y comercial del petróleo y el aguacate, como si un sector pudiera o tuviera que ser reemplazado por el otro. 

Le recomendamos: De aguacates y de hidrocarburos

A primera vista la comparación parece ridícula, inoportuna y hasta populista. Y efectivamente, este tipo de comparaciones insulsas y sin ninguna trascendencia real para el futuro del país, han empezado a ser un nuevo caballito de batalla de la campaña populista en medios electrónicos y redes sociales, desviando una y mil veces más, el verdadero debate de las ideas y los programas hacia la manipulación populista y mediocre.  El sofisma de contraponer dos sectores económicos tan distintos, como si fueran excluyentes, como si fuera cierto que uno pudiese reemplazar al otro, no es ni más ni menos, que otra muestra del radicalismo populista y de la falta de argumentos y programa serio de esa campaña.

Y es que está claro que la capacidad de generación de ingresos, empleo y desarrollo depende de las particularidades propias de cada sector económico y que, como sociedad debemos procurar que se generen las condiciones adecuadas para la creación de valor y empleo en cada sector.

Estamos hablando por supuesto de dos sectores distintos y difícilmente comparables:

Por un lado el sector petrolero es un sector cuyas ventas anuales se acercan a US$10.000 millones, con una producción cercana al millón de barriles diarios y con un precio por barril que en 2017 superó el promedio de US$50 por barril.

Por otro lado el muy prometedor y  destacado sector de la producción de aguacates que viene dándonos importantes lecciones de crecimiento y desarrollo con unos ingresos por exportaciones que superan los US$40 millones y una producción en Colombia de más de 300.000 toneladas (de las cuales menos de 60.000 son de aguacate “Hass”- exportables) en cerca de 32.000 hectáreas cultivadas, es decir, unos 9.000 a 10.000 kilos por hectárea.

Lea también: Más allá del superficial debate del aguacate versus petróleo

Con estas cifras, y aunque insisto en que es inútil compararlos, para que el sector de aguacates tuviera al menos el mismo tamaño del sector petrolero, Colombia necesitaría producir cerca de 18 millones de toneladas de aguacate lo que supondría cultivar casi un millón y medio de hectáreas en condiciones muy especiales de producción (tierras, extensiones y altura sobre el nivel del mar). Solo para que tengamos algunas proporciones debemos saber que la producción mundial de aguacate hoy es apenas de 5,6 millones de toneladas, siendo México el mayor productor con apenas 1,6 millones de toneladas al año.  Necesitamos producir 18 millones de toneladas en un mercado mundial en el que apenas se producen menos de 2 millones de toneladas hoy por hoy.

Bienvenido el desarrollo y la sostenibilidad de éstos y de todos los sectores de nuestra economía en una lógica de diversificación, eficacia, competitividad y crecimiento. Bienvenido el desarrollo de la mayor y mejor disponibilidad de la tierra, el trabajo y el capital (los factores tradicionales de la producción) pero con el necesario avance y apropiación de la tecnología, la ciencia, el conocimiento, el capital humano y el capital social, factores no tradicionales pero fundamentales en la lógica actual de los mercados.

Es ridículo que este debate se concentre en si reemplazamos un sector por el otro como si no tuviéramos alternativas, no es bueno que la falacia populista nos distraiga y nos aleje de los verdaderos temas de fondo en esta campaña. Las respuestas de fondo a las verdaderas y relevantes preguntas se encuentran en los rigurosos documentos que se han construido en las campañas verdaderamente serias y democráticas sobre justicia, Estado, institucionalidad, educación, ciencia, tecnología, innovación, modelo empresarial, modelo económico, modelo del país que queremos. Dejemos de dar el debate mediático y electorero que solo conviene a las campañas débiles de ideas, y exijamos ir al verdadero debate de programas y propuestas. Más programas y menos populismo.

Cuando seamos capaces como sociedad de estudiar las propuestas, de votar por las ideas democráticas, de valorar el respeto, la decencia y las buenas maneras en el debate electoral, de valorar los derechos, deberes y libertades como aquellos pilares fundamentales del Estado Democrático de Derecho, ese día estaremos menos expuestos a los terribles riesgos con los que radicalismos, populismos y sectarismos siguen amenazando nuestra aún frágil pero vital democracia.

No se pierda: Esta es la revolución del Valle por la diversificación de cultivos