OPINIÓN ONLINE

Más emprendedores y menos promotores

No hace mucho decirle a alguien “emprendedor”, era una forma elegante de llamarlo “desempleado”.

Pedro Colmenares
30 de julio de 2016

El ser empleado está tan metido en la mente de muchos que el hecho de no estarlo es ya un problema en sí mismo.

Tener un empleo no tiene nada de malo ni mucho menos, pero debemos recordar que esos empleos que la gente desea tener nacieron cuando alguien con iniciativa se animó a crear una empresa.

Un emprendedor es un personaje que encuentra un problema y cuando halla la solución crea una nueva forma de generar valor.

Se ha creado una mitología alrededor de ellos, en parte debido a que se ha generado todo un negocio en el hecho de “querer ser emprendedor”; el cual incluye libros, conferencias, gurús... en fin toda una parafernalia que se sostiene más de aquellos que “quieren sentirse emprendedores” que de aquellos que “realmente emprenden”.

Cuando me preguntan qué debe tener alguien para ser emprendedor, siempre les contesto que un problema y ganas de solucionarlo; lo demás se puede aprender o conseguir por medio de socios, incubadoras, aceleradoras, mentores...etc.

En este punto debo hacer una aclaración: ser emprendedor no es lo mismo que ser empresario. Conozco muchos emprendedores que son pésimos empresarios, el emprendedor es el personaje que enciende la llama, pero el que la conserva encendida y la aviva es el empresario; es importante que durante la vida de un nuevo emprendimiento, sepamos cuándo debe actuar el uno o el otro; es cierto que muchas veces los emprendedores pueden llegar a convertirse en buenos empresarios, pero debemos estar conscientes que esto es la excepción, no la norma.

He tenido la oportunidad de participar en ecosistemas emprendedores de varios países, cada uno con sus particularidades, sus tiempos y sus actores. Una de las cosas que logrado entender es que mientras no se parta de las cosas que realmente se tienen, el ecosistema nunca arrancará. Permítanme explicarme: mientras tratemos de ser “Silicon Valley” o cualquier otro modelo aplicado en otra parte, estaremos dando tumbos.

Las cosas funcionan cuando se usan esas experiencias como ejemplos y como forma de entender otros puntos de vista, pero las respuestas y las preguntas se hacen en el territorio real, con los actores que tenemos y con los alcances reales.

No se puede importar a “Silicon Valley”, no importa cuántas incubadoras de allí se instalen por aquí, las cosas de allá... seguirán siendo de allá.

El emprendedor es pues el principal actor del ecosistema de emprendimiento e innovación, es quien asume el riesgo principal, el que no recibe sueldo como muchos “gurús” que trabajan para ONG, fundaciones o entes multilaterales; el emprendedor cree tanto en lo que hace, que le apuesta el pellejo. En un desayuno de huevos con jamón, el emprendedor es quien pone el jamón.

Mientras las instituciones y personas que trabajan en el ecosistema (y no son emprendedores ellos mismos) no tengan un compromiso a ese nivel, seguiremos teniendo más “promotores de emprendimiento” que emprendedores, más “incubadoras de empresas” que empresas incubadas y más “ganas de crear empresas”, que empresas creadas.