ADRIANA MOLANO

Más digitalizados, más vulnerables

¿Cuántos puntos de entrada existen para su información?, ¿cuántos de ellos son realmente seguros?

Adriana Molano, Adriana Molano
15 de marzo de 2019

Menos del 2% de las impresoras del mundo son seguras, los monitores de bebé se hackean con total facilidad y hasta Zuckerberg cubre con una cinta pegante la cámara de su computador portátil para evitar ser grabado a distancia. Vivimos tiempos en los que es necesario elegir entre conectividad y seguridad.

El tema de la ciberseguridad es crítico para nuestra sociedad y por alguna razón no terminamos de percatarnos de ello. A propósito, HP presentó una estrategia global con una fórmula ganadora para el público masivo: estrellas de cine en una serie web de acción, que combina el suspenso con mucho, mucho riesgo informático.

The Wolf’ es la apuesta de la compañía por masificar el tema de la ciberseguridad, tarea que se ha comprobado no ser nada sencilla. En la serie, uno de los puntos de entrada de ataques externos e internos a los sistemas de las organizaciones son las impresoras. “La mayoría de las impresoras tienen acceso sin restricciones a una red interna. Un atacante que ponga en peligro una impresora puede obtener un acceso sin restricciones a la red, las aplicaciones y los activos de datos de una organización”, señala IDC.

Tal vez a las impresoras se les puede haber tildado de aparatosas o ruidosas, sin embargo, el verdadero problema hoy es que, al tener procesadores incluidos y la capacidad de conectarse a redes internas y externas, no se diferencian en mucho de otros dispositivos como computadores o teléfonos inteligentes. Seguimos viéndolas como inofensivas mientras están en reposo, pero realmente no sabemos qué están fraguando una vez se activen.

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¿Qué tipo de documentos imprime?, ¿cómo sabe que los confidenciales solo han sido impresos una vez o que no han sido transmitidos con una señal duplicada a un punto tan remoto como Rusia o tan próximo como el escritorio de su competidor?

Santiago Barbosa, director corporativo para HP Inc. Colombia, no duda al afirmar que “más digitalizados equivale a más vulnerables”. La compañía ha abordado el tema de ciberseguridad en dispositivos de impresión desde tres frentes fundamentales: prevención de ataques a los aparatos, diseñando equipos resistentes, con capacidad de detección de vulnerabilidades y autorreparación; acciones de cifrado de datos, que limitan el acceso a la información a través de las redes; y protección de documentos, garantizando que lleguen a las manos indicadas y sin salir de la privacidad de la oficina.

Pero realmente la solución no está en manos de una marca que provee dispositivos y soluciones de seguridad. El problema de la ciberseguridad es cuestión de perspectiva y los directores de tecnología todavía no parecen tener cubiertas todas las brechas.

De acuerdo con el estudio ‘Seguridad de las impresoras: el nuevo imperativo de TI’, realizado por Spiceworks para HP, al preguntarle a los profesionales de TI del mundo – penosamente excluyendo a América Latina – sobre qué controles de cumplimiento han implementado en relación con sus dispositivos de impresión tomando como referencia los estándares del Centro para la Seguridad de Internet (CIS), solo el 25% ha considerado contramedidas frente a ataques maliciosos; un 26% procesos de seguridad para los documentos y un 29% evaluaciones de vulnerabilidad.

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“Creemos poco probable el ser víctimas de un ataque informático, nos confiamos y no nos preparamos”, afirma Barbosa. Pero una visión como estas es casi imperdonable para las organizaciones de hoy en día. Si no valoramos nuestra información, quiere decir que tampoco valoramos nuestro negocio.

Las impresoras son un caso que parece tan irrelevante que justamente por eso se hace significativo en el contexto global actual. Los grandes están en riesgo, ¿y es que acaso nosotros mismos no somos grandes para nuestro sector, nuestro segmento o nuestros clientes?

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