OPINIÓN ONLINE

¿Maratonistas o velocistas?

Se necesita conocer a nuestros profesionales mucho más allá de las estructuras, las áreas y las funciones que desempeñan

Jaime Bárcenas
2 de septiembre de 2016

Los clichés son un mal cimiento para iniciar un negocio; por eso, evite imaginar a los nuevos profesionales como un “grupo de hípsters con rostros iluminados por las pantallas de sus MacBook”.

En una carrera donde la meta se aleja dos metros por cada metro que avanzamos, es imprescindible tener un objetivo propio que vislumbre una llegada. Entender que en la empresa contamos con un grupo de maratonistas entrenados los cuales comprenden y valoran la inteligencia social, los modelos predictivos basados en big-data, que son visionarios, de largo plazo, personas con ciclos extensos de intra-aprendizaje y envueltos en proyectos de largo aliento, apalancados por mediciones, índices y evaluaciones de plataformas conocidas.

Al mismo tiempo contamos con velocistas (sprinters), que son ágiles digitalmente para ejecutar tácticas y para vitalizar el contenido de valor, incluso para crear historias domésticas o centradas en los clientes, leer la realidad de las redes sociales y perder el foco centrado en la marca y ponerlo en las personas.

La tecnología ha cambiado el comportamiento social, por eso ahora nos movemos entre polos: de “datistas” a sistémicos, de analógicos a digitales, de defensores de la privacidad a héroes de la visibilidad o de científicos de lo rastreable a poetas de lo fugaz (snapchaters).

Con esto entonces me refiero a que la actitud de nuestros profesionales debe cambiar y se deben buscar habilidades de ciertos perfiles laborales como el “freelance”, que actúa bajo flexibilidad laboral, capacidad de gestionar su propio trabajo para organizar sus proyectos, también la posibilidad de trabajar en distintas empresas a la vez y con todo tipo de personas. Compartiendo así características con el emprendedor, que tiene la necesidad de cambiar, que puede adaptarse y resolver problemas de inmediato y de aprender de los éxitos y los fracasos.

Esto también significa que muchos de nuestros profesionales deben aprender a manejar la adaptabilidad, por esa razón necesitan mejorar en algunas áreas, por ejemplo, el relacionamiento con la era digital, el auto-aprendizaje continuo, la generación y gestión de redes y por supuesto a desafiar las fronteras. Los empresarios y empleados clásicos son a quienes más hay que ayudar, pues creen que siempre trabajarán en empresas rígidas, sólidas e inamovibles, estos nunca han experimentado otra realidad y por eso pueden ser quienes tengan más dificultades a la hora de adquirir una mentalidad cambiante. 

Sin importar si son maratonistas o velocistas, los profesionales deben apostar por realizar un trabajo vocacional, que les llene y les motive, en condiciones normalmente  inestables y de alta exigencia. Frente a una utópica seguridad eterna que puede ofrecer una empresa, si no hay felicidad o realización dentro de ésta, debe primar siempre el talento y la forma más efectiva de aportar a una labor con un sentido propio.

Los nuevos profesionales se inclinan por entornos laborales en los que no se espera “presencialidad”, pues el tiempo es considerado un bien muy valioso. Entornos flexibles, en los que se puede gestionar el tiempo libremente a cambio de resultados acordados en tiempos acordados y donde el jefe confía y delega de forma estratégica las tareas.

En el trabajo en red, horizontal y donde cada persona puede aportar al equipo, no existe la palabra “para siempre”, por esa razón se debe ser consciente de la importancia de las nuevas tecnologías, que son las que finalmente facilitan la flexibilidad. Las herramientas de trabajo deben estar ligadas  a un portátil u otros dispositivos móviles (portabilidad), y pensar en estar digitalizados en todas las facetas de su vida. Y así como lo digital es cambiante, la mentalidad adaptable debe ser constante, no se necesita de un título universitario, o mejor dicho, hacer gala de un título para demostrar lo que se sabe hacer.

La mentalidad cambiante y adaptable no se ciñe a una determinada época, disciplina o nacionalidad. El nuevo profesional es la persona indicada para expandir su formación a lo largo y ancho de la vida, sin importar si estos aprendizajes resultan para ser maratonista o velocista, simplemente hay que tener claro qué tipo de características tiene este nuevo profesional y qué habilidades lo cobijan:

  • No tiene una edad determinada
  • No entiende su trabajo como un trabajo
  • Inventivo e intuitivo
  • Generador de ideas
  • Alfabetizado digitalmente
  • Transforma la información en conocimiento y la comparte
  • Le importan las personas
  • Utiliza la información abierta libremente
  • No entiende de fronteras
  • Tiene una gran capacidad para adaptarse y resolver problemas
  • Es un creador de redes, siempre conectado a personas, ideas, organizaciones
  • Asume que el aprendizaje es para toda la vida
  • No le asusta la experimentación ni el fracaso
  • Es responsable de sí mismo

 ¿Nuestros profesionales están preparados para este nuevo enfoque?