ÁNGEL PÉREZ MARTÍNEZ

Las malas relaciones de Fecode con el Ministerio de Educación Nacional

Fecode y el MEN deben reconocer que el paro de maestros le hace daño a la educación oficial, en los últimos años la matrícula de la educación pública disminuyó y la privada se mantuvo.

Ángel Pérez, Ángel Pérez
10 de julio de 2017

Además, el Paro de maestros en el fondo no resuelve los problemas estructurales del sector, así existan canticos de victoria por parte de algunos.

En Colombia acaba de terminar el paro de los maestros oficiales más largo y difícil del presente siglo. Una primera conclusión del paro es la enorme desconfianza que existe entre la Federación Colombiana de Educadores, Fecode, y el Ministerio de Educación Nacional, MEN, que llegó hasta las acusaciones mutuas y rectificaciones con respecto a lo que el otro dijo.

Lo grave es que durante los últimos años la desconfianza y el enfrentamiento es la característica que ha primado en las relaciones entre estas dos importantes instituciones de la educación, que en el fondo comparten (gobierno y maestros) la enorme responsabilidad de avanzar juntos en el propósito de desarrollar y mejorar la educación para cerca de 9 millones de niños y adolescentes en Colombia.

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Pregunto: ¿por qué Fecode y el MEN de manera pragmática no buscan unir esfuerzos y acciones en favor de la educación de los niños más pobres de Colombia, quienes requieren más y mejor educación? Basta que unos y otros reconozcan que tienen intereses comunes en la necesidad de buscar acuerdos nacionales de mediano y largo plazo para financiar la educación y mejorar la calidad, retos que requieren conocimiento, información, movilización social y acuerdos políticos que trascienden al sector educativo. Además, por esta causa MEN y Fecode pueden convocar otros aliados como gobernadores, alcaldes y secretarios de educación. Con seguridad en esta línea de acción MEN y Fecode encontrarán apoyo técnico y político de otros actores de la sociedad.

Cuando se aprobó la Ley 115 de 1994 se pensó que la discusión y elaboración del Plan Decenal podría cumplir esta función (acuerdos de mediano plazo para el desarrollo de la educación), pero este instrumento se desgastó, no sirvió y no cumplió con ese propósito. El Plan Decenal es un canto a la bandera de la educación sin ninguna capacidad real de convocar al magisterio y al sector educativo. Los resultados de los dos planes decenales son lánguidos, a pesar de la movilización social que logró el primer plan.    

Por ejemplo, en el propósito de consolidar el sistema educativo oficial a Fecode y al MEN les debería interesar e ir de la mano en las discusiones de política fiscal. Siempre me ha impactado el escaso interés del ministerio y del sindicato por buscar mecanismos que ayuden a mejorar los ingresos de la nación y su sistema impositivo, así como contribuir a que exista menos economía informal, evasión y corrupción. Al parecer, ninguno de estos temas tiene que ver con la educación y la formación de los jóvenes colombianos y menos la pregunta de dónde van a salir los recursos, equivalentes a 2 puntos del PIB, que le hacen falta al sector educativo.

La posición de Fecode sobre los ingresos del Estado se reduce a denunciar la corrupción y a proponer que existan mayores impuestos directos a los más ricos, con lo cual podemos estar todos de acuerdo. Sin embargo, en el tema de impuestos es necesario contemplar la competitividad del país y de sus empresas, los escenarios nacionales e internacionales en los cuales se mueve el capital y el empresariado y los efectos sobre el empleo formal.

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El MEN a través de los Ministros de Educación siempre expresan lo que dice Hacienda: “No hay plata”. Así los ministros y sus asesores conozcan que en el fondo los recursos que se asignan al sector educativo no alcanzan para financiar el funcionamiento básico de lo que existe, además, ellos tienen evidencia que es de mala calidad y sin coberturas universales.

Los ministros de educación tampoco se pronuncian duro o buscan incluir desde el tema educativo los temas de corrupción o el uso ineficiente de los recursos públicos y los efectos que tiene en el sector educativo. La nación y las entidades territoriales con incapaces de financiar, de manera integral, la alimentación escolar de los niños que asisten a las  escuelas.

Bella la frase de Antanas Mockus: “Los recursos públicos son sagrados”, pero en la educación de los jóvenes el tema de la corrupción no existe, no hace parte de la discusión pedagógica y curricular de los maestros y de las instituciones escolares. La educación nada tiene que ver con los grandes problemas de país, para empezar esa podría ser una interesante discusión entre Fecode y MEN sobre qué es calidad de la educación. Tengo claro que el sistema educativo no es la panacea que lo resuelve todo, pero el otro extremo es alejar a los jóvenes y a los colegios de los problemas que más afectan a la sociedad.  

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Así mismo, MEN y Fecode deben encontrar caminos y mecanismos que promuevan una mayor discusión y participación entre gobierno, maestros, padres de familia y empresarios sobre la política educativa. Mi experiencia me permite afirmar que la participación no es fácil en las decisiones de política educativa, menos con Fecode, el sindicato más poderoso e importante del país. También sé que es posible lograr acuerdos de mediano plazo con respeto, sin odio y con el reconocimiento a las posiciones antagónicas; al final se impondrán los intereses de los niños y la necesidad de fortalecer la calidad del sistema educativo, lo cual pasa por tratar bien a los maestros.