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Lo que el dinero no debe comprar

Los resultados del plebiscito y las controversias posteriores muestran que hay cosas que el dinero no debe comprar.

Camilo Díaz
15 de octubre de 2016

Después de conocer las escandalosas declaraciones del gerente de la principal campaña por el No y su estrategia de “la gente fuera a votar verraca”, y su financiación por poderosos grupos económicos donde el tercer banco del país por activos y el grupo financiero que lo controla fueron importantes aportantes, además de las otras grandes empresas colombianas que financiaron una y otra alternativa, es fundamental darse cuenta que las empresas y su dinero no deben involucrarse en las decisiones políticas.

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Eso es importante porque cuando ocurre necesariamente se terminan sometiendo las decisiones políticas a las reglas del mercado, entonces quien tiene mas dinero o puede ofertar más en el intercambio puede imponer su decisión, sin que necesariamente esta obedezca a los mejores intereses de la sociedad sino más bien a los propios intereses de los oferentes que en últimas se convierten en inversionistas que tratarán de buscar la rentabilidad del capital que han puesto.

Dejar que las decisiones de la sociedad se conviertan en un bien commodity es un riesgo enorme para la democracia porque segrega a quienes no tienen cómo pagar o comprar las decisiones que los favorezcan, amplía la brecha de desigualdad, y puede debilitar la gobernanza de líderes legítimamente elegidos, mientras que puede llegar a perpetuar regímenes ilegítimos adeptos o favorecedores de quienes controlan los mercados de bienes y servicios.

Si se sigue permitiendo eso, ¿qué va pasar ahora que la Corte ha dado la facultad a los alcaldes locales de vetar o no la minería en sus territorios? Imaginemos que la empresa X tiene intereses de explotar en un área que provee el agua a pequeños campesinos, y decide financiar la campaña de un candidato que resulta ganador. Es fácil adivinar la nueva forma que adoptará el POT de ese municipio.

También imaginemos que nuestra empresa X  enfrenta la perspectiva de que sea electo un candidato que goza de todo el apoyo de los campesinos del área que se contraponen a sus intereses, entonces decide apoyar firmemente las campañas de los candidatos al consejo local. También es fácil imaginar la gobernabilidad que tendrá y su dificultad para tramitar iniciativas por las que fue legítimamente electo.

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El plebiscito es el ejemplo más reciente de la intervención del mercado y el dinero donde no deben estar. Pero en el pasado reciente la anterior administración de Bogotá tuvo problemas de gobernabilidad por su postura política frente al mercado y la propiedad pública, y su incapacidad de gestión. En contraste la actual administración ha sido cuestionada porque el Plan de Desarrollo formulado beneficia la actividad económica de los principales aportantes a su campaña.

Otro ejemplo tiene que ver con el conflicto armado. En su fase más álgida los jóvenes que siendo aptos no querían prestar el servicio militar podían optar por comprar la libreta militar acudiendo a un intrincado mercado de tramitadores. En total los costos de exonerarse oscilaban entre $3 y $5 millones, más de siete veces el salario mínimo mensual de la época. El resultado fue que la mayoría de soldados pertenecían a las clases de menores ingresos que no podían acudir al mercado y pagar la exoneración, todo sabemos que muchos perdieron la vida o están mutilados.

En la educación desde la básica hasta la superior es cada vez más evidente su conversión en commodity y la segmentación entre escuelas baratas (de garaje) y escuelas caras (de élite). El costo de enviar un estudiante a un colegio o universidad prestigiosa oscila entre $15 y $38 millones anuales lo que representa entre 10 y 25 veces el ingreso de la familia promedio colombiana.

El problema es que el precio se ha ido ligando a la calidad y los empleadores lo saben, entonces los mejores empleos son obtenidos por quienes pagan la mejor educación, perpetuando el círculo vicioso de desigualdad. Mientras una parte de la población es educada para dirigir y tomar decisiones, la otra solo adquiere habilidades para pertenecer a un ejército de reserva industrial en una economía que genera baja demanda de empleos con el consecuente precio de los salarios a la baja.

Definitivamente, hay cosas que no se pueden someter a las reglas del mercado para ser compradas con dinero, porque esas cosas cuestan mucho. Me queda por fuera la salud pero esa es otra verdad que ya se ha quebrado en nuestras manos.

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