OPINIÓN ONLINE

Llegó el momento de renunciar

Hay una membrana gruesa, sólida, que se interpone entre la mayoría de los empleados y los emprendedores. Se puede romper la membrana en cualquier momento, pero lamentablemente la mayoría de los empleados tienen miedo de dar ese paso.

Jaime Bárcenas
1 de julio de 2016

Durante los años se ha construido un imaginario en el cual se afirma que solo las personas arriesgadas, valientes y aventureras son las que trabajan para sí mismos, pero eso es una descarada mentira. En generaciones anteriores, muchas personas eran empresarias, pero con el tiempo se convirtió en un tabú salirse del “sistema corporativo”, pues podría ser tildado de rebelde o amante del riesgo; pero esta es una afirmación absurda.

Todos pueden comenzar un negocio propio, y ejecutarlo a tiempo parcial junto con su trabajo regular o durante una búsqueda de empleo; cuando se trabaja en algo propio, el compromiso y el amor por lo que se está haciendo aumenta todos los días. Los emprendedores son personas a las que les gusta la flexibilidad de horario en el trabajo, les divierte lo que hacen.

Un emprendedor no tiene límites para imaginar, crear y aportar a su negocio. El entorno de un asalariado se le presenta como “un mundo raro”. Para el asalariado, el único cliente es el jefe, entonces se dedica a hacerle reverencias, a retorcerse y a girar hacia sí mismo en forma de “pretzel” para mantener a su cliente feliz.

Los empleados tienen una típica y limitada visión corporativa, que se basa en reglamentos y en el miedo de perder la estabilidad, y aunque todos en algún momento han pensado o piensan que tener un negocio propio sería ideal, siempre hay un arrepentimiento 5 segundos después de pensarlo pues el riesgo no es una posibilidad dentro de su contexto laboral, así que en vez de dejar aflorar los sueños y las emociones para acceder a la independencia, afloran sentimientos de frustración al creer que un trabajo corporativo es todo lo que podrían hacer.

Los empleados caen en una zona de confort donde el diario vivir se basa en criticar al área de la gestión de personas, deseando que las cosas mejoren algún día o simplemente conformarse con lo que se tiene. ¿Por qué tanto miedo a emprender?

Nombraré cinco señales que pueden impulsar a un empleado a emprender por su propio negocio:

Las actividades repetitivas le comienzan a inquietar: Hay personas que cuando les piden lanzar ideas son absolutamente geniales, pero a la hora de mantenerlas para ejecutarlas y hacerles seguimiento controlado se vuelven locos, pues se cansan del trabajo rutinario. Una persona de este tipo no dudará en emprender.

Cuando sabe que hay mejores formas de hacerlo: Si los últimos trabajos dan siempre la sensación de que hay una mejor manera de resolver cualquier problema, hay una razón de peso para considerar iniciar un negocio propio. Muchos empresarios han puesto en marcha sus negocios bajo la creencia de que hay formas mejores de hacer las cosas.

Se encuentra con barreras todo el tiempo: Están continuamente frustrados por la burocracia que la mayoría de las empresas sufren, se puede evitar todo esto al asumir la responsabilidad de un negocio nuevo y propio.

Se puede ayudar más a los clientes, si se tuviera más libertad: Siempre existe la creencia de que se puede ayudar de forma más profunda a los clientes de lo que el sistema corporativo lo hace. Frecuentemente se escucha: ”Esta es la solución que se me permite poner en marcha para su problema. No es la mejor solución, pero esto es lo que puedo hacer por lo que pagó".

Sienten que solo utilizan la mitad del cerebro y de su talento: La cabeza de un  emprendedor gira con grandes ideas, pero sus ideas rara vez logran ponerse en práctica bajo modelos corporativos restrictivos, aún teniendo muy buenas ideas sufren constantemente para que estas sean aprobadas.

Si a un empleado inquieto le sucede lo que he mencionado anteriormente, es un candidato perfecto para ser emprendedor. Las ideas de un emprendedor se van al basurero si no tiene la oportunidad de hacerlas realidad.

Si una persona se arriesga a emprender y después no puede dormir tranquila, el mundo de los  asalariados de tiempo completo todavía estará allí esperando si decidiera volver. Pero antes debe hacer crecer sus “músculos profesionales” y tomar riesgos que valgan la pena, para así aprender de lo que le apasiona y no lo que le toca hacer; dar una oportunidad a la independencia, pues aunque parezca una locura ¡siempre es el momento perfecto para comenzar!