JOSÉ MIGUEL SANTAMARÍA URIBE

Liquidez y volatilidad

Si algo no ha cambiado en los mercados financieros mundiales desde hace muchísimos años es la liquidez. Cada vez que hay un asomo de crisis -y mientras la inflación esté controlada- los bancos centrales liberan recursos para disminuir el riesgo. Esta liquidez, por cuenta de la globalización de la economía, termina viajando de país en país buscando mejores rentabilidades.

José Miguel Santamaría, José Miguel Santamaría
15 de septiembre de 2017

Aunque la liquidez que se pasea por los países ha ayudado a muchas economías también ha generado riesgos en otras, riesgos como sobre-endeudamiento, curvas de tasa de interés invertidas por largos periodos o dificultades para el manejo de la inflación.

Mirando lo que ha pasado en la economía colombiana durante los últimos años, hemos aprovechado la liquidez mundial para bien y para mal, aunque generalmente estas distorsiones terminan generando más mal que bien.

El país ha conseguido financiarse a tasas de interés mucho más baratas por la liquidez, logró mejorar la calificación de riesgo y consiguió que capitales de fondos de inversión extranjero (capitales golondrina) entraran con fuerza al mercado local.

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Lo malo de esto es que nos endeudamos más de lo que debíamos. Era fácil hacerlo a tasas competitivas y por cuenta de los recursos de inversión que llegaron se acentuó la revaluación del peso frente al dólar, lo que trajo consigo un aumento de las importaciones con un deterioro de la producción local y de las exportaciones.

Al final, cuando se devuelven los mercados, sentimos el guayabo. Tuvimos una devaluación grande que trajo consigo un aumento de la inflación y que a su vez fue difícil de mitigar. El aumento de tasas que tuvo que hacer el Banco de la República fue agresivo y hoy estamos viendo los resultados; una economía mostrando crecimientos bajos y un deterioro en el endeudamiento, en el recaudo de impuestos etc.

La misma Reserva Federal de los Estados Unidos ha venido subiendo la tasa y los bonos del tesoro americano a diez años no reaccionan. La curva de tasa de interés sigue muy plana -un síntoma de la liquidez- y no se ve que en el corto plazo vaya a cambiar. Vamos a tener que acostumbrarnos a que el mundo nade en plata.

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Además de lo comentado anteriormente, la liquidez tiene un efecto narcótico para los operadores de los mercados. Como la liquidez reduce las tasas de interés, el inversionista busca otras alternativas; bien sea con más riesgo, más especializadas o buscando más retorno. Esta búsqueda termina generando volatilidad, que es en últimas lo que les gusta a los especuladores.

La volatilidad es la esencia de los especuladores. Si no hay volatilidad en un determinado activo al especulador no le interesa, cambia de mercado, pero sigue especulando. Hoy en día los mercados de derivados, de futuros, de opciones etc., son en la mayoría de los casos más grandes que el mercado spot o del día y una gran porción de la liquidez está en estas estructuras financieras que muchas veces tienen tantos puts y calls, robots dando órdenes automáticas, capitales total o parcialmente protegidos etc., que son difíciles de digerir. Hacen recordar como Álvaro Gómez Hurtado explicaba las encuestas y las comparaba con las morcillas diciendo que saben bien, se ven bien y huelen bien, pero nadie sabe de qué están hechas.

Poniendo en plata blanca todo lo anterior debemos prepararnos para tener por más tiempo liquidez y seguramente un aumento en las volatilidades de los activos sujetos a invertir. Esperemos que adicionalmente no le metamos a nuestros mercados riesgo político, votemos coherentemente y miremos a nuestros vecinos para que no repitamos esa experiencia.

Ninguna economía de izquierda lo ha hecho bien por estos lares. Tenemos que elegir un gobierno que defienda la economía de mercado, la propiedad privada y la iniciativa privada.

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