OPINIÓN ONLINE

Las “ciudades inteligentes” necesitan “ciudadanos inteligentes”

Hace poco leí en Twitter un comentario de alguien que decía algo como “parece que mi celular es más inteligente que yo”. Amén de ser una afirmación graciosa, refleja algo que se puede extrapolar a otros espacios.

Pedro Colmenares
4 de junio de 2016

En los últimos años he trabajado en varios temas entre los que se encuentra el de las “ciudades inteligentes”; he tenido la oportunidad de trabajar tanto en la parte filosófica del asunto, que es el “gobierno abierto”, como en la parte técnica o de herramientas, que es el “gobierno electrónico”; y aunque creo que en Latinoamérica se han logrado avances en estos dos campos, sé que nos está pasando un poco como el tipo del principio de este artículo con su celular.

Ver la ciudad como una plataforma es algo muy positivo y de hecho genera toda una nueva relación entre quienes vivimos en ella, pero así como no tiene sentido tener un “teléfono lleno de aplicaciones” y no saber cómo usarlas, tener una ciudad llena de opciones solo sirve si sus ciudadanos sabemos cómo integrarnos a ella.

Los ciudadanos inteligentes debemos estar en capacidad de interactuar con nuestra ciudad, de co-crearla en cada uno de sus aspectos, de ser co-partícipes de lo que pasa en ella y debemos entender que lo que “ponemos” en esta plataforma llamada “ciudad”, es lo que vamos a recibir.

Los ciudadanos inteligentes debemos articularnos con otros ciudadanos, debemos crear grupos a todo nivel, en nuestros barrios, en nuestras empresas, en los lugares donde nos educamos; con el fin de articular esfuerzos y crear valor juntos.

Este tipo de ciudadanos generan también un nuevo tipo de dirigentes, unos que son capaces de dialogar y traducir lo que sus ciudadanos desean, y convertirlos en políticas públicas, proyectos claros y medibles, además de entender que serán auditados por ellos, por medio de veedurías ciudadanas; los ciudadanos inteligentes tienen dirigentes inteligentes, eso es más que obvio.

Los ciudadanos inteligentes y los dirigentes inteligentes son el “ánima” que le da vida a las ciudades inteligentes. Sin esa “ánima” lo que se tiene es un montón de proyectos de tecnologías que sirven para gastarse el presupuesto, pero que nunca serán usados, ni serán pertinentes; tal como ocurre con quien tiene un “teléfono inteligente”, pero no tiene ni idea de su uso.

Los ciudadanos inteligentes debemos ser “ciudadanos consecuentes”, pues debemos predicar con el ejemplo cuando hablamos de sostenibilidad, educación e innovación. Solo si hacemos las cosas que decimos, seremos capaces de crear las realidades que las “ciudades inteligentes” representan.

Construyamos ciudadanías inteligentes, nuestras ciudades las necesitan, comencemos por nosotros mismos y contagiemos a los demás, créame que no solo es bueno para nuestra ciudad, es además el mejor negocio pues para nadie es un secreto que los negocios buscan la inteligencia y en la economía de la innovación y el conocimiento de hoy, una ciudad que aprender y crea es una ciudad que prospera.