CLAUDIA VARELA

La razón de estar aquí

Las tendencias espirituales hoy son infinitas. Pasan desde la gestión de la felicidad, la entrega superior en fines de semana de retiro, la gestión del balance vida - trabajo, los ángeles, el coaching permanente, la meditación, yoga, entre otros.

Claudia Varela, Claudia Varela
22 de octubre de 2017

Hay tantos mensajes invitando a ser espiritual, positivo y feliz que ya no hay espacio para que un ser humano llore y reniegue de su mal día. El imperativo de ser feliz está en todas partes y estamos siendo tan obedientes y seguidores de lo que digan los demás, que jugamos a estar felices así no lo estemos. Si vamos al mundo corporativo se vuelve aún más complejo. Porque son submundos manejados por seres humanos con políticas que cumplir que muchas veces tienen más intereses individuales que colectivos.

En muchas reuniones de mi vida pasada (mis vidas pasadas) se escribía como una máxima de acción y trabajo “Have Fun” o “Mandatory Fun”, que en términos coloquiales sería "hay que divertirse" o "es obligatorio divertirse". Al final confieso que yo buscaba la manera de hacerlo, pero siempre me he preguntado cómo puede ser un lineamiento corporativo cuando esto es más bien la consecuencia de hacer algo que a uno le guste.

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Si bien es cierto, la búsqueda de la felicidad ha inquietado a los seres humanos desde que se tenga memoria histórica escrita, también es cierto que el concepto de felicidad no puede inyectarse. Los motivadores de cada persona son diferentes y ahora cada vez veo más gente que masifica sus formas de felicidad. Es decir está tomando de la canasta ajena los mismos factores de motivación y cada uno es definitivamente diferente.

Creo que hay que reinventarse un poco y tomar la propia individualidad entendiendo bien qué es lo que me hace feliz, pero a mí no, al vecino, no a mi jefe, no a mis hijos, no al mundo entero. A mí como persona.

Este autoanálisis que suena tan sencillo, pero realmente no lo es, puede llevarnos a entender que muchas de las cosas que hacemos y que creemos que nos hacen felices y nos llenan el espíritu realmente tienen esa función en otros, no en mí mismo.

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Desde la vida corporativa quisiera plantear algunas preguntas concretas que seguro pueden desvirtuar ese imaginario de felicidad que nos revuelca todos los días en las redes sociales y en las oficinas de diversas empresas. Aquí van:

  • Si no me pagaran, ¿yo trabajaría en esta compañía?
  • Si me ofrecen el mismo trabajo, ¿con el mismo salario, en otra empresa con un mejor horario, yo me iría?
  • ¿Cuántos de los líderes de la organización me inspiran? ¿Hay alguno que yo quisiera imitar?
  • ¿Cuántas veces me quedo callado en una reunión para evitar problemas?
  • ¿Cuántas veces he estado en desacuerdo porque sacan de la compañía gente valiosa y no he dicho nada?
  • Si me ganara una herencia, ¿seguiría haciendo lo mismo?
  • En realidad, ¿cuánto me divierto con lo que hago?
  • Alguna vez he pensado en irme, ¿pero me ha faltado coraje para decidir?

Vale la pena un día mirar alrededor de todo con seriedad y reflexionar sobre sí mismo. Entender qué produce en realidad que mi corazón este bien y mi cara sonriente, qué me mueve, qué me apasiona. No hay salario suficiente que compre una vida o una decisión de vida. Es bueno al menos una vez parar, respirar y pensar, ¡cuál es la verdadera razón de estar aquí!

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