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La mala comunicación familiar afecta el sistema empresarial

A casi ninguno nos enseñaron a comunicarnos asertivamente con los miembros de familia, por lo tanto es usual ver al interior de las familias latinoamericanas, el mal uso del lenguaje, la agresividad, la imprudencia, el hablar a las espaldas, etc...

Gonzalo Gómez-Betancourt
14 de diciembre de 2016

 Pocas familias sabemos hacerlo con las técnicas adecuadas, situación que se agrava cuando se es familia empresaria, porque más personas dependen de nosotros. 

Tanto en el ejercicio de la consultoría a Empresas Familiares, como en las investigaciones realizadas, hemos podido detectar otra de las piezas en el “Equipaje Emocional Familiar” es la mala comunicación y la hemos llamado: “Nosotros pensamos que… ¿cierto?” y se refiere a las habladurías familiares, que terminan por afectar tanto las relaciones entre los diferentes miembros como a la empresa familiar de manera tan fuerte, que puede acabar con ésta, por ende con la disolución del patrimonio familiar y la unidad. Esta pieza, está muy relacionada con otra muy común a la que le llamaremos “Mi familia es perfecta… Aquí no pasa nada” a la que también nos referiremos en esta entrega.

“Nosotros pensamos que… ¿Cierto?”

El caso

Una importante familia empresaria tenía dentro de sus órganos de gobierno un Consejo de Familia, a cargo de tres hermanas. Era muy frecuente ver en esas reuniones que sus conversaciones no eran directas, ninguna hablaba en primera persona sino que se juntaban dos para decirle a la otra lo que no les gustaba de algún miembro de su familia. Una de ellas tomaba la vocería, por ejemplo en alguna oportunidad las dos que siempre se aliaban le comentaron a la tercera hermana: “nosotros creemos que tus hijos no están haciendo las cosas bien”, se volteó y le dijo a la otra ¿cierto?, la tercera hermana,  obviamente sintió que estaban juzgando a sus hijos y entró en cólera. Eran problemas tan sencillos como que uno de ellos dejaba de asistir a algunas reuniones familiares y el otro, según las tías, no tenía buena relación con su esposa porque era muy poco cariñoso con ella.  

Lo cierto es que para mí, fue difícil entender como los comentarios de las tías frente a sus sobrinos no sólo carecían de toda trascendencia, sino que me resultaba descabellado que fueran expuestos en un Consejo de Familia, cuya función es la de solucionar conflictos y no generarlos. Este tipo de situación en que no se habla directo a una persona, sino que se triangula la información, lo veo en muchas otras familias, el resultado es que se forma un tremendo enredo.

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En esta familia en particular, estos comentarios generaron un gran malestar en los hijos que le reclamaron a su madre la intromisión de sus tías en asuntos netamente personales.  Sin duda, una tía tiene todo el derecho de hablar con su sobrino porque su intensión es hacer el bien, pero en una comunicación directa y asertiva, tal vez esperarando que el sobrino le diga “tía gracias por pensar en mí, pero no te metas en mi vida”, y no generar una ruptura entre las hermanas.

Las relaciones familiares empezaron a ir cada vez peor, con lo cual la empresa empezó a sufrir las consecuencias de la desunión familiar que terminó con la salida del negocio del hijo que se sintió más afectado con la situación, la fuerza centrífuga ejercida por los comentarios de las tías, lo sacó del núcleo familiar.

¿Cómo actuar?

Necesariamente hay que mejorar la comunicación familiar de manera consciente es decir, pensando antes de hablar. El diagnóstico de este caso es muy claro: La comunicación en las familias casi nunca es abierta, directa y personal, sino cerrada, indirecta e impersonal. Cuando usted cree que un miembro de su familia no está haciendo lo correcto, hable con él en primera persona, por ejemplo, “yo creo que tú estás equivocando en esto”. Porque cuando se dice “Nosotros creemos que… el afectado sabe que se han reunido a hablar mal de él, lo que genera una antipatía total, tenemos la tendencia a ser mártires, se cree que cuando se terceriza la información se está haciendo para avalar lo dicho, lo que resulta agresivo y hace que la persona afectada entre en defensa.  

“Mi familia es perfecta, aquí no pasa nada”.

Esta pieza emocional está relacionada igualmente con la falta de una comunicación asertiva y con ocultar información.

El caso  

Una familia empresaria quería hacer su protocolo de familia. Para realizarlo, como es costumbre, solicité hacer entrevistas personales con los fundadores y con sus hijos para entender las dinámicas de esta empresa familiar en particular.

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Cuando le pregunté al fundador cuáles creía él que eran los conflictos que afectaban a la familia, me contestó: “Nosotros no tenemos problemas, no es necesario hacer reuniones en privado, aquí decimos todo y de frente”. Sabía que esto no era tan cierto, pues he aprendido que ninguna familia cuenta todos los problemas, toca descubrirlos con el paso del tiempo, pero nunca me había tocado un fundador que no dejara hablar a los hijos, ellos permanecían en silencio cuando el papá estaba presente. Junto con mi grupo de estudio, decidimos pasarles una encuesta con preguntas diseñadas para este tipo de familia y al responderla afloraron todos los problemas y las razones que les impedían ver la verdad.

He escuchado  decir que “mi familia es perfecta aquí no pasa nada”, y quizás muchos padres piensen que es así, simplemente porque les han ocultado los problemas. Identificamos temas tóxicos que empezamos a hablar por aparte, había una caja de pandora muy compleja, que se quería tapar con un dedo, pero eso es imposible y hasta que no aflore la verdad, es poco lo que se puede hacer.

El padre tenía un cáncer terminal y estaba tratando de hacer un protocolo familiar para que en caso de fallecer quedaran estipuladas una serie de políticas empresariales, sobre todo porque la empresa tenía una contabilidad B, es decir no declaraba todo su patrimonio, práctica con la que los hijos nunca habían estado de acuerdo y al no estarlo, ninguno quería encargarse de la empresa. El padre mantenía esa información en reserva y aunque todos lo sabían nunca se hablaba de ello, pero como lo hemos explicado a lo largo de este especial, las verdades, suelen salir a flote siempre en el peor momento.

El padre murió y justo por esos días llegó la Dian a realizar una inspección y tuvieron que pagar unas multas millonarias para poder salvar la empresa. No conozco familia perfecta en estos 22 años de ejercicio profesional, lo cierto es que el mejor legado que uno les puede dejar a los hijos es que ayuden a las siguientes generaciones a resolver sus conflictos, porque siempre existirán. No conozco familias de santos, siempre habrá conflictos, errores, equivocaciones, pero todo se puede resolver si se reconoce que hay un problema por enfrentar.

¿Cómo actuar?

Lo primero es aceptar que no hay familia perfecta. Así como usted le cuenta a su médico las enfermedades que ha padecido durante toda su vida, para que él pueda tratarlo mejor, de la misma manera usted puede buscar ayuda para resolver esos conflictos familiares que afectan el desempeño de la empresa.  Es mejor decir la verdad por dura que sea, con la aceptación de los problemas vienen después todas las consideraciones. Primero acepte que usted tiene el equipaje familiar a cuestas y luego empiece a trabajar en el perdón y la reparación.

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