ERICK BEHAR VILLEGAS

La llave de la innovación para Colombia

Innovar hoy significa todo y nada; en la contienda electoral todos hablaron de una u otra forma de la innovación. Pero el secreto para transformar a Colombia con innovación no está en discursos vacíos, sino en un poderoso mecanismo que aún existe para avanzar: necesitamos urgentemente una agencia público-privada de innovación. El secreto está en el contrapeso privado. No es más burocracia; la ya existente se puede desarticular lentamente.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
1 de junio de 2018

El sistema legal colombiano, en su justificado nerviosismo por frenar la corrupción, se ha encargado de golpear el avance de la innovación, la ciencia y el emprendimiento. La incapacidad de entidades territoriales por generar cambios reales en ecosistemas de innovación ha tercerizado esta necesidad en el sector central, que también se encuentra limitado. Son tantos los desincentivos para un funcionario público para atreverse a impulsar la ciencia y la tecnología, que al final triunfan mediocres soluciones que se ven bien en fotos, pero no permiten que despegue la innovación estructuralmente. Si no fuera por las universidades, los centros de investigación, empresas del Estado como Cotecmar y algunos funcionarios que arriesgan su patrimonio y reputación a diario, estaríamos aún peor. ¿Por qué tenemos que llegar al extremo en el que se arriesgan los funcionarios personalmente para impulsar la innovación?

Existen iniciativas increíbles y un capital intelectual maravilloso en nuestro país. Cada vez tenemos más doctores (los de verdad) y la industria lentamente ha empezado a abrir las puertas a las universidades. Si bien existen entidades y actividades que impulsan el avance de la ciencia y el emprendimiento (Innpulsa, Colciencias, las universidades, el GSED del Ministerio de Defensa, entre otros), hace falta un poderoso mecanismo que, curiosamente, sí podemos enmarcar en nuestro absurdo sistema ultralegalista. Propongo que creemos una agencia público-privada, enmarcada en el régimen privado de contratación, para impulsar realmente el emprendimiento, la ciencia y la innovación y ponerle un contrapeso fuerte a la politización de las entidades. Tomaré el ejemplo de éxito de una entidad como Invest in Bogotá (IIB).

Recomerdado: Qué tipo de elector quiere ser Reflexiones sobre la mitomanía

IIB es la agencia de inversión extranjera de Bogotá. Opera como corporación mixta en donde confluyen privados, a través de la Cámara de Comercio, y el sector público a través del Distrito. No solo ha gestionado más de 300 proyectos de inversión que generan 30.000 empleos directos; también se ha encargado de posicionar a Bogotá internacionalmente como un atractivo hub de desarrollo, protegiendo su marca ciudad y realizando estudios que sirven para atraer inversionistas y entender nuestro ecosistema. Invest está vigilada igualmente, pero no está sujeta a las voluntades de administraciones de turno, esto gracias al sector privado. Esta lección se puede llevar a una escala nacional al impulsar una corporación de régimen privado, con veeduría universitaria & empresarial y participación público-privada. Si sus actividades se asemejan a los casos de éxito que tienen Israel, EE.UU y Finlandia, habrá más esperanza para investigadores y emprendedores.

Entender la Innovación: Israel como ejemplo a seguir

Una de las más aceptadas definiciones de innovación está en el Manual de Oslo (2006, p. 56). Ahí se incluyen mejoras en productos, procesos, métodos de comercialización, organización o en prácticas internas y externas de las empresas. Israel es uno de los países que ha entendido a la perfección la necesidad de impulsar estas iniciativas. Por ejemplo, la Autoridad de la Innovación de Israel se catapulta desde la Ley de la investigación y desarrollo industrial de 1984. Aparte de impulsar la cooperación entre universidades y empresas, tiene una línea de inversión en incubadoras que financian proyectos y reciben regalías de su éxito. Entre sus divisiones se encuentran “jóvenes emprendedores”, un centro de energías renovables, la innovación en sectores de baja tecnología y programas como MAGNETON, en donde se apoya sistemáticamente la transferencia de centros de investigación a empresas a través de incentivos.

El Estado Israelí desembolsa el dinero con una contrapartida de la empresa, sin los reparos legalistas que tenemos en Colombia bajo el abstracto mensaje que todo es corrupción. En el Programa de Incentivos de Incubadoras, existen desembolsos sin contrapartida para los emprendedores, inclusive después de haber terminado la primera fase de dos años. El compromiso de Israel con el emprendimiento y su entendimiento de la lógica de incentivos proveen una ventaja difícilmente alcanzable con las lógicas que operan en Colombia. Sin embargo, tenemos cómo construir rápidamente en esa dirección.

Visite: El poder de los charlatanes y la peligrosa seducción electoral

Como lo propuse, una agencia que logre articular ecosistemas con más flexibilidad, impulsando sistemas de incentivos claros y que en algún momento tome algunas de las funciones de Colciencias, es un paso gigante. De más, tener agencias de innovación en ciudades, que reemplacen entidades territoriales lentas que no generan impacto, es una apuesta que pueden considerar las ciudades. Y bien, más allá de estos cambios estructurales, como lo dice el profesor Mario Díaz (2007) en contextos curriculares, “la cultura de una reforma debe (…) hacer parte de la conciencia”. Esto significa que en diversos sectores de la población, podemos transmitir la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento como el motor cultural de desarrollo del país.

PS: Para entender nuestro contexto, les recomiendo mirar el nuevo estudio de la ANDI sobre el “Cierre de Brechas de Innovación y Tecnología”. Éste trae una excelente aproximación a la situación de la innovación en varios sectores (siderúrgico, automotriz, modelación, confecciones, etc). Recomiendo revisar el radar de innovación que presenta el estudio. No solo muestra los niveles de intensidad de la innovación, sino su complejidad medida en 12 focos (networking, marcas, cadena de abastecimiento, etc). Si no entendemos estas dimensiones, vamos a seguir creyendo a los que nos hablan de la innovación y no saben nada de ella, sea porque no han vivido la creación de procesos y productos en su realidad, o porque ni siquiera se han tomado la molestia de investigar a fondo su complejidad.