JUAN CARLOS SANCLEMENTE

La economía conductual recibe otro premio nobel

En los últimos años destacados estudiosos en esta rama han recibido esta importante distinción. Significativas lecciones, no solo para los economistas, sino igualmente para los de marketing y ventas y para los ciudadanos comunes, se desprenden de estas propuestas.

Juan Carlos Sanclemente Téllez, Juan Carlos Sanclemente Téllez
14 de octubre de 2017

Ya en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, Herbert Simon, premio nobel de economía en 1978, proponía esta ciencia como la disciplina de la elección y trabajó primordialmente sobre el proceso psicológico de la toma de decisiones. Su planteamiento fundamental fue cuestionar la hipótesis de los neoclásicos  de que tendemos a maximizar los resultados de nuestro comportamiento y de esta manera actuamos racionalmente.

Su concepto de “racionalidad limitada” sugería que la mayoría de los individuos somos parcialmente racionales y actuamos según impulsos emocionales, en muchas de nuestras determinaciones, por lo que la “razón” no nos asiste en todas las ocasiones. Su trabajo en este campo fue decididamente la base de aquel de muchos investigadores en ciencias sociales sobre el comportamiento de los sujetos, las organizaciones y la sociedad en su conjunto.

De acuerdo con su teoría, ningún ser humano busca permanentemente soluciones óptimas puesto que al menos se le presentan tres limitantes: 1) la información accesible, 2) la restricción cognitiva de la mente individual y, 3) el tiempo disponible para escoger. Podemos desear tener bajo control todas las variables, pero el costo de contar con las alternativas y la incertidumbre que nos genera el futuro hacen esto imposible.

Adicionalmente Simon consideraba que intentamos tener una mínima satisfacción cuando elegimos y posteriormente vamos ajustando nuestras decisiones. Es así como no nos acogemos a normas muy estrictas para optimizar estas elecciones sino que más bien procedemos con métodos heurísticos puesto que las situaciones que enfrentamos son complejas y somos incapaces de procesar toda la información, aún más cuando muchas de estas condiciones nos generan costos altos de todo tipo.

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En el año 2002, Daniel Kahneman recibe igualmente el Nobel por haber integrado las investigaciones en psicología con la economía y vincular esto con el análisis de los juicios personales y la toma de decisión en condiciones inciertas. Su principal contribución consiste en la denominada “teoría de las perspectivas” (1979) en la que  asume que decidimos  bajo incertidumbre pero apartándonos resueltamente de las probabilidades, es decir, tomamos los llamados “atajos heurísticos” en los que la creatividad y el descubrimiento priman en la elección.

Es así como se aleja de la concepción neoclásica del “homo economicus” y se encuentra con un actor que no siempre es racional, “homo psicologicus”.

En una de sus últimas obras, “Thinking, Fast and Slow” (2011), resume sus exploraciones acerca de la forma de pensar y manifiesta que tenemos dos: el Sistema 1: rápido, intuitivo y emocional, y el Sistema 2: más pausado, esforzado y lógico. El primero saca conclusiones rápidas, y el segundo, respuestas conscientes ante las situaciones. Muchas veces no sabemos cuál ha dominado en un determinado comportamiento. Su tesis ha influido sustancialmente en lo que hoy se denomina “economía conductual” rebatiendo la teoría económica neoclásica en cuanto a la acción racional de los agentes.

Estos estudios han mostrado que los juicios de las personas (consumidores, electores, dirigentes, etc.) están cognitiva, emocional y socialmente condicionados y muchas veces, sin darnos cuenta, nuestro comportamiento se escapa de los “presupuestos del mercado” y no necesariamente se puede “modelizar”.

Otros notables autores, Akerlof & Shiller (el primero, Nobel de Economía en 2001 y, el segundo igualmente, pero en 2013), en “Animal Spirits: How Human Psychology Drives the Economy, and Why It Matters for Global Capitalism” (2009) argumentan que la economía no es solo orientada por motivos netamente racionales sino que igualmente intervienen motivaciones no económicas e irracionales. El término “espíritus animales” que fue acuñado por Keynes, sería la causa principal de las fluctuaciones económicas y así como la “mano invisible” de Adam Smith es el núcleo de los clásicos, estos “espíritus” son otra perspectiva no despreciable.

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En un trabajo posterior, “Phishing for Phools: The Economics of Manipulation and Deception” (2015), proponen que son las manipulaciones emocionales y psicológicas que se utilizan para “vender”, las que moldean las economías y los mercados.

Finalmente, y sin ser exhaustivo en estos aportes específicos, el pasado lunes 9 de octubre, Richard H. Thaler recibe también su premio nobel “por su trabajo pionero en establecer que la gente es previsiblemente irracional y que se comporta consistentemente desafiando la teoría económica” de acuerdo con el comité que otorga esta distinción.

Este nuevo ganador, coautor con Cass Sunstein (2008), de un best seller mundial: “Nudge”, traducido al español como “Un pequeño empujón: el impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad”  utilizan los principales conceptos de la “economía conductual” para abordar muchos de los problemas sociales que enfrenta la humanidad.

Con su tesis, pretenden “empujar” a la gente para que actúe efectivamente generando beneficios permanentes, aspecto muy ligado tanto al mundo de los negocios, como a la economía y a la política.

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Considero pues que aquí encontramos muchas enseñanzas para nuestra actividad como directivos comerciales, jefes, consumidores y electores entre otros, y que la búsqueda del largo plazo debe primar en nuestras decisiones, siempre valorando esa “irracionalidad” y subjetividad propia de todos los seres humanos. Tenemos que aplicar “herramientas” para enfrentar esta realidad y mucho me temo que siempre han estado a nuestro alcance.