OPINIÓN ONLINE

La economía colombiana en su laberinto

Déficit corriente, comercial, y fiscal, más inflación elevada y entorno externo deteriorado han llevando a la economía nacional hacia un laberinto difícil de resolver.

Camilo Díaz
27 de febrero de 2016

A pesar de que el peso colombiano se ha depreciado un 80% frente al dólar en los últimos 18 meses, esa marcada variación del tipo de cambio no ha logrado hacer que la producción industrial y las exportaciones no tradicionales repunten y corrijan el desequilibrio de la cuenta corriente y la balanza comercial, así lo evidencian los últimos datos en las cuentas nacionales entregados por el Dane la semana pasada.

Las ventas externas totales de Colombia perdieron el 34% de su valor al pasar de US$54.795 millones en 2014 a US$35.690 millones en 2015. Como es sabido el bajón en las ventas ha sido causado principalmente por la caída del precio del petróleo.

La situación se agrava porque el crudo Vasconia que vende Colombia se negocia US$6 por debajo del referencial Brent. Cuando el precio ha estado por debajo de US$30 el barril, los ingresos se han reducido hasta US$ 22 por barril muy cerca de los costos de producción. Las exportaciones manufactureras en lugar de despegar impulsadas por la depreciación, se redujeron 11% en contravía de las estimaciones del Gobierno cuando dijo que esta era la hora de los exportadores, pues no habido tal, y las ventas externas diferentes a café, petróleo, y carbón, disminuyeron en US$1.029 millones hasta cerrar en US$8.361 millones en 2015.

Lo que ha pasado con las no tradicionales es que las monedas de los países de la región con quienes competimos también se han depreciado, además el aparato industrial del país se debilitó durante la bonanza petrolera y no se implementó política industrial para recuperarlo, por eso hoy la producción local no puede reemplazar los bienes importados también porque buena parte de las materias primas son importadas.

La depreciación del peso trajo consigo un choque inflacionario por el lado de los bienes importados, que sumado al efecto de El Niño, desancló las expectativas de inflación obligando al Banco de la República a subir las tasas de interés del 3,25% a 6,25% en los últimos 6 meses. El efecto es encarecimiento del financiamiento para las empresas y los hogares restringiendo la inversión y el consumo, también mayor costo para que el Estado se endeude en moneda local, eso castigará el crecimiento desde el primer trimestre de este año hacia adelante.

Si la inflación no cede y converge al menos al 4% que es el límite superior del rango meta, el ciclo de alzas en las tasas no tendrá pausa porque la inflación se ha desbordado y va en el 7,47%, con otro efecto negativo adicional para los hogares y es que la UVR al estar atada al IPC se ha elevado y con ella el costo de los créditos hipotecarios.

Los datos mencionados han dado como resultado un déficit comercial de US$14.000 millones, un déficit en cuenta corriente de US$19.130 millones, y un déficit fiscal de US$10.600 millones equivalentes al 4,7%, 6,5% y 3,6% del PIB, todo un laberinto para resolver porque la restricción al endeudamiento que impone la regla fiscal no deja financiar el déficit fiscal y corriente con deuda.

Queda entonces la vía de los impuestos y la reducción del gasto, pero en momentos de desaceleración interna, a su vez, el déficit comercial según esta fórmula será corregido por menor gasto tanto del gobierno como de las empresas y hogares porque las tasas de interés en alza desestimulan la inversión y el consumo, entonces tampoco será con mayor producción puesto que esto implica inversión desde las empresas y gasto de los hogares, si es así es poco probable que las exportaciones no tradicionales repunten. En conclusión, la salida planteada por el Gobierno de subir impuestos y recortar gasto golpeará otro poco el crecimiento de la economía.

La otra posible salida al laberinto es flexibilizar la regla fiscal para financiar inversiones desde el Gobierno y aliviar parte del déficit corriente, y otra vez como he expresado recurrentemente en esta columna, desarrollar el sector no tradicional pero eso necesita gasto del Estado, algo que no está alineado al objetivo de proteger el grado de inversión que se ha condicionado al cumplimiento de la regla fiscal. Tal vez por la coyuntura política el Gobierno termine por usar una combinación de deuda, recorte de gasto y una reforma tributaria que no será estructural.