JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

La co-creación antes que la agresión

El poder creativo también puede transformar ciudades, por eso debemos unirnos para co-crear y contribuir con el cambio.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
20 de noviembre de 2019

El paro del 21 de noviembre se encuentra en el aire trayendo con ello esperanza para algunos, miedo para otros e incluso indiferencia a unos cuantos más. Las movilizaciones son respetables, desde mi punto de vista, como forma de comunicar la inconformidad, de exigir el cumplimiento de derechos y de dar voz a muchos que han callado. Sin embargo, creo que existen otros mecanismos para construir país desde una óptica más pacífica, colaborativa y que genera empoderamiento.  Yo elijo la co-creación.

Independientemente de las preferencias políticas y sociales que tengamos, es nuestro deber apoyar a los mandatarios de turno, con el objetivo de que puedan realizar la mejor gestión posible en pro de todos los ciudadanos. Por eso, antes que quejarnos, busquemos co-crear, unirnos para construir nuevos escenarios y encontrar soluciones conjuntas a los problemas que nos aquejan. Cuando la mente de diversas personas se une con el fin de usar su poder creativo para generar transformación, los cambios pueden llegar a ser inimaginables.

Uno de los casos más admirables de co-creación ciudadana se encuentra en la ciudad de Búfalo, Estados Unidos; donde un grupo de ciudadanos decidieron reunirse con el objetivo de armar un plan de desarrollo económico que trajera cambios significativos a una región marcada por el atraso, la corrupción y la falta de oportunidades. Durante el proceso, se crearon comités que reunían a empresarios, Gobierno y universidades para diseñar un plan. Lo más novedoso es que el ejercicio no se hizo a través de herramientas tradicionales de planeación, sino que se usó la metodología de la solución creativa de problemas para buscar nuevas respuestas. Todos esto entendiendo que cuando se quiere un resultado diferente, se debe seguir un proceso diferente. Así, durante dos meses, se vivió el poder de la co-creación, del proponer sin juzgar y del permitirse soñar una ciudad distinta.

Al final, los resultados fueron contundentes: se invirtió en la transformación física de la ciudad para aumentar la permanencia de turistas que transitan hacia las cataratas del Niágara, se crearon fondos de emprendimiento para atraer y retener nuevas empresas, se creó un plan de transformación digital para fortalecer la manufactura local y volverla más competitiva, se invirtió en la consolidación de un centro de investigación en genética y la creación de un clúster de ciencias biomédicas; todo esto acompañado de una inversión de un billón de dólares por parte del gobernador Andrew Cuomo. Como consecuencia, Búfalo pasó de ser una ciudad donde nadie quería vivir, a un lugar que atrae inversionistas, turistas y emprendedores.

Imagine lo que podría pasar si replicáramos este tipo de modelos en ciudades como Bogotá, donde los retos son tan abundantes como las oportunidades; o en regiones que comienzan a levantarse como conciencia del posconflicto; y si en vez de quejarnos, de vandalizar y de criticar, nos diéramos el permiso de usar nuestra creatividad para que, unidos, pudiéramos generar transformación real de nuestro entorno y así mejorar la calidad de vida de todos.