CAMILO DÍAZ

La Bogotá estancada

La administración distrital poco ha hecho para que la economía de la ciudad crezca y aporte al crecimiento del PIB nacional, la ciudad está estancada, y las medidas que se anuncian no contribuyen a cambiar la tendencia.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
19 de agosto de 2017

En la coyuntura actual de la economía del país Bogotá como ciudad capital en lugar de aportar al crecimiento o, por lo menos, de ser de las ciudades que contribuyen con menores contracciones, es en cambio una de las ciudades que presenta mayor desaceleración económica especialmente en el sector de la construcción donde en lo corrido del año el área aprobada para construcción disminuyó 24,2%.

Las medidas que el Alcalde Peñalosa anuncia, poco contribuyen para dar un giro y ayudar a que la economía capitalina repunte. La más reciente idea de incrementar el horario del pico y placa en la ciudad a lo único que contribuirá será a disminuir la venta de vehículos y de autopartes, frenando aún más un sector que ya viene resentido, una vez más será la capital la que más contribuya a las cifras negativas.

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Más perjudicial para el sector de la construcción será la anunciada desregulación de las tarifas de parqueadero si estas aumentan, no solo van a afectar a los usuarios del carro particular, también afectan el precio del suelo en las áreas más pobladas y concurridas, lo que lleva a pensar a los propietarios de suelo edificable que es más rentable abrir un parqueadero con tarifas desreguladas, que vender o desarrollar ese mismo terreno en un proyecto inmobiliario. En consecuencia, los precios del suelo crecen conforme la rentabilidad del uso para parqueadero aumenta, puesto que los costos de ese tipo de negocios además de ser fijos, son bajos, y demandan poco empleo, en muchos casos informal.

El resultado es que la ciudad termina creciendo a la fuerza hacia el área suburbana, porque en las áreas centrales el suelo se convierte en un activo de especulación al que se le puede extraer renta sin involucrar inversiones. Eso trae un pésimo efecto donde se cae en el eterno círculo de una ciudad extendida a la periferia, con la constante romería de gente yendo y viniendo, en la mañana y en la tarde, demandando más transporte, carro particular, o motocicletas, porque el transporte público no es digno o sencillamente la relación costo beneficio da a favor de los medios individuales de transporte.

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El estancamiento de la ciudad es tal, que aunque el metro ya tenía compromisos de financiamiento de la Nación por $9 billones y estudios de ingeniería básica financiados por el Banco Mundial que le costaron a la ciudad más de $100 mil millones, la decisión del Alcalde Peñalosa, fue desperdiciar unilateralmente el dinero invertido en esos estudios, e iniciar nuevamente desde cero, con todo tipo de costos y retrasos para la ciudad, porque la demora en el inicio de esas obras impedirá que se liciten antes de la entrada en vigencia de la ley de garantías en noviembre Bogotá está perdiendo la oportunidad de impulsar la economía alrededor de las obras del Metro por culpa de las malas decisiones del Alcalde.

La ciudad también corre el riesgo de que el próximo año el Gobierno Central no tenga dinero para financiar el aporte de la Nación en la construcción del Metro, además el periodo de ley de garantías probablemente se extenderá hasta junio cuando se resuelva la segunda vuelta presidencial. Así las cosas, no habrá Metro, ni obras, tampoco los beneficios en la economía que esto deriva.

La gestión del Alcalde es solo una colección de anuncios, de animaciones digitales de lo que serían algunos proyectos, y de obras que se está terminando heredadas de la “administración anterior”. La gestión de la movilidad es un desastre, basta circular por cualquier sector para verlo, Transmilenio y el SITP colapsan permanentemente, y no se ven las nuevas obras de infraestructura que la ciudad requiere. Basta ver los indicadores de actividad económica de Bogotá, frente a ciudades como Bucaramanga, Barranquilla, Medellín y Cali, para descubrir que la capital está en la cola del liderazgo.

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El Alcalde todavía no se notifica que Bogotá es una megametrópoli igual que el D.F. en México, Estambul, Londres o París, y requiere acciones contundentes para administrarla bien. Un motivo más para que los bogotanos pronto tengamos la oportunidad de decidir si continuamos o no con su pobre gestión.