GUSTAVO RIVERO

La amenaza de Trump

Los riesgos del proteccionismo.

Gustavo Rivero, Gustavo Rivero
29 de junio de 2018

Las tensiones proteccionistas se han vuelto a reactivar. Todo empezó en enero, cuando la administración Trump elevó los aranceles a las importaciones de paneles solares y lavadoras, lo que ha provocado un incremento de precios del 18% desde principios de año. Más tarde se decidió gravar las compras en el exterior de productos intermedios, como el acero (25%) y aluminio (10%), que ahora se aplica indiscriminadamente tras un período de exención a determinados países y regiones (entre ellas, la UE). Hace dos semanas, EE.UU decidió centrar su objetivo unilateralmente en China, al imponer un gravamen del 25% a bienes importados del país asiático por valor de 50.000 millones de dólares (1300 productos), a lo que China respondió con un gravamen aplicado a un volumen proporcional de importaciones procedentes de EE.UU

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Finalmente, la semana pasada la tensión aumentó cuando EE.UU anunció un nuevo arancel (10%) a otros US$200.000 millones de productos manufacturados en el país asiático. Si al final se cumplen las amenazas, de un plumazo Trump habría elevado los impuestos a la mitad de las importaciones procedentes de China. Una manera muy burda de intentar reducir el déficit comercial con China y de recuperar los puestos de trabajo perdidos por el cinturón industrial estadounidense en las últimas décadas. Sin tener en cuenta que las ventajas competitivas americanas ya no se encuentran en el mismo lugar que en la década de los 70 y que la liberalización comercial ha conllevado beneficios para sus empresas y consumidores, que han podido comprar una gama de productos con mucha mejor relación calidad-precio (compensando el estancamiento de los salarios). Según Bankia, esta relación ha permitido financiar en términos muy beneficiosos al Tesoro americano también. Ahí se encuentra la última fase del conflicto y más vale que las hostilidades no avancen porque estaríamos hablando de romper la estabilidad financiera global.

Aunque el objetivo de EE.UU es identificar productos que no dañen a las cadenas de valor en las que participan activamente sus empresas, parece muy difícil que no se vayan a ver alteradas, teniendo en cuenta las interconexiones alcanzadas en las últimas décadas por los flujos comerciales. La pregunta es: ¿cuándo se percibirán los primeros efectos negativos y qué impacto tendrán en el crecimiento? Las primeras estimaciones indican el cuarto trimestre de este año como el momento en el que se pueden empezar a percibir los efectos en beneficios y crecimiento. A corto plazo, serán moderados, ya que EE.UU es una economía que crece en términos anualizados más de un 3% y con una política fiscal procíclica. Pero en los escenarios de medio plazo (2019-2020), por cada 10% de subida del arancel medio entre China y EE.UU ya se empiezan a estimar efectos negativos anuales en el PIB de un punto porcentual. La incertidumbre no favorecerá a los planes de inversión del sector privado estadounidense. 

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El temor es que las empresas europeas terminen pagando el problema de algo que no va a ser un juego de suma cero. La semana pasada, Daimler reconocía que el beneficio operativo de 2018 será inferior al de 2017 (profit warning) por el efecto del aumento de aranceles chinos a los vehículos fabricados en EE.UU (hasta el 40%), lo que provocó fuertes caídas en bolsa del sector automovilístico europeo. Tanto Daimler como BMW venden más de 60.000 utilitarios en China producidos en sus plantas americanas. Mientras las compañías estadounidenses (Ford o GM) prácticamente todo lo que producen lo fabrican en la propia China. Como el arancel chino a automóviles europeos se mantiene en el 15%, todo ello puede provocar movimientos de inversión directa que no favorecerían precisamente a EE.UU

Confiemos en que este movimiento de acción-reacción se pare en los próximos meses. Desde luego, si Trump quiere pasar a la historia como uno de los presidentes estadounidenses con quien las bolsas americanas experimentaron mayores subidas, debería parar este sinsentido populista.

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