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Justificación de un renovado estilo de desarrollo

Las políticas de desarrollo productivo deben tener en cuenta la perspectiva de promoción de encadenamientos productivos transfronterizos, y en general, incorporar componentes plurinacionales, con mayor razón en esta época de retorno al proteccionismo por parte de Estados Unidos, que está tentando a otros países en Europa.

Iván Montenegro
23 de febrero de 2017

Centrado en la actual política de desarrollo productivo, justificaré, en ésta y la próxima columna, la necesidad de una renovación profunda de la política de desarrollo productivo y su integración con otras políticas públicas, dadas las oportunidades y necesidades abiertas por procesos como el de Paz y el retorno al proteccionismo y reindustrialización en Estados Unidos.   

Habida cuenta de la relación entre sofisticación de la canasta exportadora de un país y el dinamismo del crecimiento, es clave resaltar que en Colombia en 2015, el 77,8% del valor de las exportaciones correspondió a productos primarios basados en recursos naturales, a lo cual hay que agregar la conocida caída de sus precios; y se reduce el nivel de diversificación de las mismas, ya que los principales 5 productos de exportación equivalen, en 2015, al 60,1% del total, cuando hace 15 años era del 55,4% (CPC, 2016).

Si bien se espera una leve recuperación de los precios internacionales de algunas commodities, hay claridad que durante mucho tiempo no retornarán a sus niveles anteriores, por lo cual se requiere repensar el modelo de desarrollo productivo con miras a lograr altas y sostenidas tasas de crecimiento, a tiempo que se renuevan también las políticas relacionadas con aquél.

Entre los referentes útiles para el diseño de política, por ahora deseo enunciar el caso de Corea del Sur -que abordaré en detalle en el futuro-, como un modelo de desarrollo de un país que, hace 60 años, parte de una situación económica y social más desventajosa que la colombiana, ya que, en la década de los años cincuenta, el PIB per cápita coreano -US 60 a US 100- equivalía a dos terceras parte del colombiano, con extremas condiciones de pobreza generalizada, la preponderancia de una economía agraria tradicional, conmoción social, destrucción de la infraestructura y caos generalizado producto de la guerra y de la humillante ocupación japonesa. A ello se agregaba la inestabilidad política, desconfianza nacional e internacional en la inversión, y la casi total ausencia de recursos naturales. Sin embargo, contaban con la población medianamente educada, y a través de la historia se otorga un gran valor social a la educación: es decir el recurso central ha sido, con determinados enfoques, siempre la gente.

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Es entonces de gran interés estudiar las políticas públicas y la acción empresarial de Corea del Sur que logra acceder, desde tan abajo, al umbral de industrialización en tan sólo 19 años, hasta ahora el lapso de tiempo más corto en la historia (Yongsoo Hwang, 2014).      

Ya hemos tratado el asunto que se abre paso progresivo, con base en el estudio de la experiencia internacional del último medio siglo (BID 2014, y CEPAL 2012), un enfoque de políticas de desarrollo productivo más amplio que tiene en cuenta la provisión de bienes públicos de manera horizontal y focalizada; e intervenciones de mercado, asimismo, en los planos horizontal y focalizado; aunque se reconoce que es más difícil superar los riesgos moral y de captura de las políticas focalizadas en sectores o actividades.   

Frente a los vistosos -a veces primitivos- y serios intentos de reversión de la integración comercial, y posiblemente a los deseos de proteccionismo, encuentra justificación la integración regional Latinoamericana en los planos comercial, productivo, digital y financiero (CEPAL, 2016). La integración comercial debe superar el hecho que América Latina es una de las regiones del mundo con menor coeficiente de comercio intrarregional, apenas el 18% frente al 63% en la Unión Europea y el 50% en Asia Oriental y Sudoriental, y América del Norte. Las políticas de desarrollo productivo deben tener cuenta la perspectiva de promoción de encadenamientos productivos transfronterizos, y en general, incorporar componentes plurinacionales, con mayor razón en esta época de retorno al proteccionismo por parte de Estados Unidos, que está tentando a otros países en Europa.

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Deseo subrayar algunos hechos que justifican la reflexión sobre el concepto de desarrollo. El profesor Stiglitz resaltó aquí en Bogotá la semana pasada, el creciente reconocimiento académico y político de la importancia de la inequidad -hasta por parte del FMI, que no es propiamente una institución de izquierda- como componente de un círculo vicioso con los conflictos, y su inclusión dentro de las metas de los objetivos de desarrollo sostenible, ODS, dado que aquella es un asunto económico, social y político; en Colombia la oportunidad de superar el conflicto es muy grande, lo que requiere de inversiones importantes sustentadas en reformas institucionales y en renovadas políticas públicas.

Se debe tener presente, una vez más, los resultados de la investigación científica sobre el cambio climático, y también el hecho que la comunidad internacional a enero de 2016 -187 países- había presentado sus contribuciones previstas determinadas a nivel nacional, estableciendo sus compromisos nacionales de mitigación y adaptación al 2030 (CEPAL; 2016). Sin embargo, se debe resaltar que dichos compromisos son insuficientes para evitar que la temperatura global se eleve por encima de los 2 °C con relación a la temperatura en la era preindustrial.

En Colombia la obligación moral de la reconstrucción del tejido social en las comunidades afectadas por el conflicto armado de más de medio siglo -que aún no termina completamente-, justifican, desde el contexto colombiano, el enriquecimiento de los enfoques de desarrollo humano (Sen, Nussbaum); y aún un debate sobre los vínculos del desarrollo informacional y el desarrollo humano a partir de la identidad cultural (Castells, Himanen, 2016).  

Son hechos y realidades nuevas y tradicionales que ameritan una reflexión y diálogo propositivos sobre el actual enfoque de desarrollo productivo y la política aprobada en septiembre del año pasado, porque deseo de esta manera, al mismo tiempo, contribuir, de esta manera, a la cohesión social basada en la confianza, la solidaridad, ya que, según Stiglitz, investigación realizada en la última década, destaca a la confianza como un factor muy importante en el desarrollo. Para ello, como se planteó en el Foro El Futuro de Colombia, se requiere superar en nuestra sociedad colombiana la actual polarización y desconfianza, abriendo con justicia y sabiduría espacios a los jóvenes -bono demográfico-, y adoptando, en política pública y en su gestión, enfoques eclécticos, heurísticos, apoyados en investigación científica, que faciliten, como en otros países, un tránsito ágil a un estadio de desarrollo valorado por nosotros colombianos. Con esta perspectiva abordaré en la siguiente ocasión una reflexión sobre la política de desarrollo productivo.

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