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Giro a la derecha en la región: amenaza u oportunidad para Colombia

Con la posesión de Mauricio Macri como presidente de Argentina y el triunfo de la oposición en las elecciones legislativas en Venezuela, se dan los primeros campanazos de un cambio de modelo económico en dos importantes economías de la región. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para Colombia?

Marcela Peña Guerrero
15 de diciembre de 2015

La economía colombiana salió bien librada del primer año con bajos precios de petróleo y otros commodities que, en general, tuvieron consecuencias muy negativas para las economías de América Latina, pero hacia adelante los desafíos siguen siendo inmensos. El mayor efecto sobre los ingresos públicos de la caída del precio del petróleo se sentirá en 2016, mientras que la desbordada inflación y la consecuente respuesta de la política monetaria (mayores tasas de interés), podrían conducir a una mayor desaceleración económica en 2016 y 2017.

Por ahora las esperanzas están en la puesta en marcha de las concesiones viales de cuarta generación, pero ante el comienzo de la normalización monetaria en EE.UU. con la persistencia de bajos precios de las materias primas, América Latina tendrá que enfrentarse a una menor disponibilidad de recursos extra regionales pero con la participación de más economías al agregarse Argentina y Venezuela que, sin duda, atraerán nuevamente a muchos inversionistas extranjeros.

En Argentina “la era K” (presidencia de la familia Kirchner entre 2003 y 2015) se caracterizó por la fuerte injerencia del gobierno en la actividad económica y generó consecuencias como: Modificación de la oferta exportadora, volviéndose más vulnerable al ciclo de los commodities (cambio de carne a soya); nacionalizaciones de los fondos de pensiones, aerolíneas argentinas y la petrolera YPF; alta inflación (alrededor de 40% no oficial); control de cambios para evitar la fuga de capitales; creciente déficit fiscal por alto gasto público; y nivel de reservas internacionales extremadamente bajo.

Sin embargo, no se pueden olvidar hechos relevantes que hacen atractiva a Argentina, para la inversión: Junto con Brasil y México, son los países de la región que tienen participación en el G-20; es uno de los mayores exportadores de carne en el mundo y; es el primer productor mundial de girasol, limón y aceite de soya. Además el yacimiento petrolero de Vacamuerta, descubierto en 2011, corresponde a la mayor explotación fuera de EE.UU. y ubica hoy al país suramericano como el segundo con mayores reservas de gas esquisto y el cuarto en petróleo no convencional.

Por otra parte, en Venezuela si bien todavía no se ha dado un cambio de presidente y se mantiene vigente el régimen chavista instaurado en 1999, el revés político sufrido por el presidente Nicolás Maduro tras las elecciones legislativas en el cual la oposición se aseguró 2/3 de la Asamblea Nacional es, sin duda, un primer paso para que Venezuela vire nuevamente hacia una economía de mercado. Aunque será difícil la sustitución del actual presidente hasta el fin de su mandato en 2019 es muy probable que se den pasos para ordenar la casa por parte del nuevo poder legislativo.

Los problemas de Venezuela son mayores que los de Argentina: Hiperinflación incontrolable (supera el 100%), cada año se intensifica el control de cambios para evitar la fuga de capitales, continuamente se va agotando la inversión privada, se ha generado una absoluta dependencia del petróleo como fuente de divisas y de ingresos públicos, hay escasez de bienes básicos y racionamiento para acceder a los mismos, es bajísimo el nivel de reservas internacionales y hay un alto déficit fiscal (20% del PIB).

A pesar de caer más de 30% la producción de petróleo (2,3 millones de barriles por día en 2014) en años recientes, Venezuela continúa siendo el país con mayores reservas probadas de petróleo (297 billones de barriles) y se mantiene como uno de los 10 principales exportadores mundiales de crudo. Sin embargo, hoy la mitad de las exportaciones se dirigen a Asia y no a EE.UU. que es su mercado natural.

Si los cambios políticos en ambos países conducen a una estabilización macroeconómica, uno de las políticas clave para volver a crecer será, indudablemente, la promoción de exportaciones ya que son las que generan las divisas necesarias para reconstruir el aparato productivo. Esto se logra promocionando la inversión privada, por ejemplo con menores impuestos en sectores que rápidamente puedan generar utilidades como es el caso de petróleo no convencional, gas o agroindustria en Argentina y petróleo convencional en Venezuela. Mientras tanto, Colombia no tiene un sector líder para impulsar esta inversión y podrá quedar rezagado de esta competencia si no avances significativos y rápidos en la mejora de competitividad y productividad.

Para Colombia es cierto que la firma de un acuerdo con las FARC y un mayor desarrollo de infraestructura son atractivos tanto para la inversión local como externa, pero el alto déficit en cuenta corriente y la elevada carga tributaria de los empresarios en Colombia, pueden dar al traste con dichos factores endógenos favorables.

En el corto plazo, moderar el déficit externo requerirá el ajuste del consumo y de la inversión privada ya que el ajuste en el gasto público luce extremadamente tímido y eso significa menor crecimiento económico. El ajuste fiscal implicará mayor endeudamiento o mayores impuestos que, en cualquier caso, jugarán en contra de la actividad económica al hacer mas costoso el financiamiento (más deuda pública presionará tasas de interés al alza) y/o al disminuir el ingreso disponible (mayores impuestos reducen la capacidad de consumo e inversión).

Este escenario de Colombia no parece ser muestra de estar preparados para afrontar la competencia por recursos que podría generar la reaparición de Argentina y Venezuela en el panorama de los flujos de inversión global, aunque tampoco se puede desconocer la capacidad de la inversión colombiana para aprovechar el resurgimiento del mercado en dichos países.