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Flujos de capital vs. fundamentales económicos

La incertidumbre y desconfianza sobre dos grandes economías emergentes en medio de una suave transición de la política monetaria global hacia un estado más normal, seguirán beneficiando la llegada de inversión extranjera de portafolio a Colombia, al menos en la primera parte de 2017.

Germán Verdugo
18 de enero de 2017

2017 comenzó con importantes valorizaciones en los activos financieros locales y con revaluación del peso frente al dólar, a pesar de la sostenida desaceleración económica del país y de la incertidumbre en los mercados internacionales por la presidencia de Trump en EE.UU., algunas presiones de inflación en las economías desarrolladas y los nubarrones políticos globales que estarán vigentes a lo largo del año.

Por otra parte, en el contexto local la perspectiva económica ha mejorado luego de aprobada la reforma tributaria, la sostenida tendencia bajista de la inflación y su convergencia hacia la meta (2% a 4%), el inicio de la fase bajista de tasas de interés por parte del Banco de la República y el comienzo del tránsito legislativo de los proyectos de ley que permitirán implementar el acuerdo alcanzado entre FARC y Gobierno a finales de 2016.

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No obstante, el favorable cierre de 2016 e inicio de 2017 en términos de rentabilidad de los activos financieros locales (renta fija, acciones y moneda), así como los niveles de riesgo país y de tasas de interés del mercado de deuda pública en moneda local, parecen haber descontado todo lo positivo que se espera del escenario económico local este año. De esta forma, las sorpresas negativas con respecto al escenario base podrían ocasionar correcciones costosas para los inversionistas, a lo largo de 2017.

Como es usual, Colombia no es el único país que ha visto valorizados sus activos financieros locales, esta situación ha sido característica en la coyuntura poselectoral de EE.UU., la cual parece no haber finalizado. Este efecto ha sido apoyado por la mayor inyección de liquidez anunciada por el Banco Central Europeo a finales de 2016, pero el riesgo para este año es precisamente que se consolide ya no solo en EE.UU., sino en otras economías desarrolladas, la normalización de la política monetaria ultra-expansiva, como consecuencia de una mayor solidez en la actividad productiva y de la desaparición del fantasma de la deflación.

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Este fenómeno podría generar una mayor selectividad por parte de los administradores de portafolio globales al momento de elegir en dónde invertir y, en la medida en que se vaya consolidando la normalización monetaria, implicará presiones alcistas sobre las tasas de interés que afectará, en general, los mercados de deuda, al tiempo que podría afectar los niveles de riesgo de crédito, muy favorecidos en años recientes por excesos de liquidez. Sin embargo, este proceso será paulatino y transitoriamente continuará beneficiando a economías pequeñas pero relativamente estables como la colombiana, sobre todo si otras economías emergentes grandes lucen más vulnerables bajo la actual coyuntura.

Economías emergentes de tamaño importante como México y Turquía están sufriendo de crisis de confianza en sus mercados financieros que podrían acentuarse a lo largo de 2017. Turquía está sumida en una crisis política sin precedentes desde julio del año pasado cuando tuvo lugar un intento fallido por derrocar al presidente Erdogan, hecho que ha generado una oleada de violencia ante la polarización de su población y el paulatino desmantelamiento de las instituciones democráticas; así mismo el país ha sido contagiado por la guerra civil y la crisis de refugiados de su país vecino (Siria). Tal situación ha puesto claramente en riesgo su acceso a la Unión Europea, en consecuencia, a su estabilidad económica.

Entre tanto, la economía de México se ha visto fuertemente afectada desde que Donald Trump empezó a posicionarse como el candidato presidencial más fuerte de la contienda presidencial de 2016 en EE.UU., por su discurso proteccionista (renegociación del NAFTA) y anti inmigrante (muro fronterizo), lo cual ya está afectando las relaciones económicas entre los dos países, a pesar de no haberse implementado ninguna medida concreta.

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La fuerte devaluación observada en la lira turca (27%) y el peso mexicano (24%) desde mediados de 2016, reflejan la desconfianza sobre estos dos países emergentes. A nivel global México y Turquía son economías importantes y en el ámbito de economías emergentes son aún más relevantes, comparativamente. Según cifras del Banco Mundial México es la economía número 15 y Turquía la 18 por tamaño del PIB, mientras que según estadísticas del Fondo Monetario Internacional, México ocupa el lugar 19 del ranking de países con mayor recepción de flujos dirigidos al mercado de acciones listadas en la bolsa de valores, mientras que Turquía ocupa el lugar 27.

Por otra parte, según cifras del Institute of International Finance, en los primeros once meses de 2016 a México ingresaron 30 mil millones de dólares de flujos netos de capital (acciones y títulos de deuda), mientras que a Turquía ingresaron 37 mil millones de dólares, lo que da cuenta de la fuerte afluencia de recursos de inversionistas de capital hacia estas dos grandes economías y que podrían ser redirigidos hacia otros mercados este año, como consecuencia de la desconfianza que está generando su situación política y económica.

En resumen, la incertidumbre y desconfianza sobre dos grandes economías emergentes en medio de una suave transición de la política monetaria global hacia un estado más normal, seguirán beneficiando la llegada de inversión extranjera de portafolio a Colombia, al menos en la primera parte de 2017. Sin embargo, la economía colombiana sigue siendo vulnerable (baja productividad) y los precios actuales de los activos financieros parecen haber descontado prácticamente todo lo positivo que afectará a la economía local este año.

Esto significa que en un escenario de mayor actividad económica a mediano y largo plazo, los mejores fundamentales pueden perder relevancia dado que los flujos de capital a nivel global seguirán siendo un gran determinante no influenciado por una economía relativamente pequeña como la colombiana.

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