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¿Es el Estado el líder de la innovación? (Parte I)

Al final voy a iniciar la respuesta. Voy a abordar algunas de las causas de la actitud colombiana frente a la ciencia y la innovación, y el caso de Estados Unidos y algunas revoluciones tecnológicas.

Iván Montenegro
20 de octubre de 2016

En Colombia, entre las principales causas del estancamiento de la innovación y de la investigación, y de la displicencia que no ignorancia frente su importancia, es preciso mencionar al profundo legado de la constitucionalidad confesional del siglo XIX en el plano de la cultura; y como un caso particular del peculiar sincretismo colombiano de lo moderno y pre-moderno, con relación al contexto Latinoamericano, se debe tener en cuenta la asimilación superficial de la racionalidad de la ciencia moderna a la manera de una “revelación” de índole religiosa, que dificulta que las ciencias contribuyeran a la modernidad en Colombia (Villaveces, 1991).

Y de otra parte, la adopción en los últimos 25 años del enfoque del Consenso de Washington, más radical incluso en su ortodoxia que la primera época del enfoque neoclásico (Solow, 1956) excluyendo los subsidios a la I&D, desechando la focalización y contando con la expectativa ingenua que la tecnología está disponible y sin costos.

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La investigadora Mariana Mazzucato (2015), con una perspectiva de la historia económica, investiga las principales revoluciones tecnológicas del siglo XX, con gran acopio de datos, el caso de Estados Unidos, haciendo referencia a también Alemania, Corea del Sur y China, Con relación a DARPA, la Agencia de proyectos de investigación avanzada del sector de defensa (1958), su misión va mucho más allá que el financiamiento de investigación básica, focalizando recursos públicos en áreas y trayectorias específicas, intermediando los vínculos entre actores públicos y privados comprometidos en el desarrollo tecnológico, incluidos los actores del capital de riesgo público y privado; y DARPA facilitó también la comercialización.

DARPA fue la pionera de una modalidad de trabajo inter-agencias con la Comisión de Energía Atómica y la NASA, que facilitó el desarrollo de tecnologías como computadores, aviones a reacción, energía nuclear civil, lasers y biotecnología. DARPA tiene un presupuesto anual de más de US$3.000 millones y 240 investigadores. La agencia apoya la “cultura” de spin-offs mediante el impulso a la innovación a través de las compras públicas.

El SBIR, Programa e investigación de la innovación en pequeñas empresas, se creó en los años 80 con la participación de entidades públicas como la Administración de pequeñas empresas, el Departamento de Defensa, Departamento de Energía y la Agencia de Protección ambiental; su ley de creación estipuló que las entidades públicas con grandes presupuestos de I&D destinaran un porcentaje –inicialmente el 1,25%- para apoyar pequeñas empresas. Actualmente destina más de US$2.000 millones cada año para apoyar empresas de alta tecnología, la creación de empresas y el apoyo a la comercialización de nuevas tecnologías. Empresas como Symantec, Qualcomm, Da Vinci Surgical System, han recibido apoyo importante en sus etapas tempranas.

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El gobierno norteamericano impulsa desde los años 80, los medicamentos “huérfanos”, mediante una ley que apoya a las pequeñas empresas biotecnológicas a partir de incentivos tributarios, subsidios clínicos y a la I&D, aprobación ágil de los medicamentos, y fuertes derechos de propiedad intelectual y de mercadeo para los productos. De ella no solamente se han beneficiado las pequeñas empresas sino algunas de las más grandes del mundo como: Roche, Johnson & Johnson, GlaxoSmithKline and Pzifer, de tal manera que el 59% de los ingresos de la producción total y el 61% de los ingresos de productos de las seis empresas bio farmacéuticas líderes proviene de las ventas de medicamentos huérfanos.

Y en los Institutos Nacionales de Salud, NIH, el gobierno invierte, en la última década, la suma de US 300.000 millones de US, con un énfasis en investigación más que en desarrollo, hecho que significa que el gobierno asume en mayor medida que el sector privado el desarrollo de nuevos medicamentos, el cual se concentra en pequeñas variaciones de las drogas existentes, -“me too” drugs- y en mercadeo (Stiglitz, 2008), y reduciendo sus propios centros de I&D y apelando a la innovación abierta.            

En el desarrollo de la nanotecnología se observa el rol de liderazgo del Estado norteamericano que fundamenta con mucha probabilidad décadas de crecimiento económico. Desde los años 90 el gobierno se constituyó en un visionario de la posibilidad de la revolución nanotecnológica, realizando las inversiones iniciales y formando explícitamente las redes dinámicas descentralizadas que acercaron a los diversos actores públicos (universidades, Centros públicos de investigación, y agencias), y cuando hubo disposición, al sector privado, para detonar una mayor revolución que muchos creen puede ser todavía más importante que la de la computación. Se hizo a través de Iniciativa Nacional por la Nanotecnología, NNI.

De estos tres casos y de otros en el campo de la energía renovable (eólica y solar), se obtiene una conclusión general: el gobierno norteamericano se dedicó en las últimas décadas, adoptando políticas intervencionistas activas, a orientar la innovación del sector privado persiguiendo objetivos públicos amplios.

El gobierno no creó simplemente las “condiciones para la innovación” para superar fallas de mercado y de sistema, sino que financió de manera activa la investigación radical temprana y otras actividades de la cadena de valor de la innovación y creó las redes necesarias entre agencias estatales y el sector privado que facilitan el desarrollo comercial. Y la aversión del sector privado al riesgo se abordará en lo que sigue.

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