OPINIÓN ONLINE

Emprendimiento social no es sinónimo de pobreza

El emprendimiento social representa una gran oportunidad para hacer una diferencia en el mundo, sin embargo, este debe enfocarse a la generación de riqueza.

Juliana Sánchez Trujillo
21 de junio de 2016

La generación de riqueza ha sido, por muchas décadas, el principal objetivo para la creación de las empresas. Sin embargo, la empresa social toma cada vez más fuerza ya que la base de la pirámide, ofrece una población amplia y por lo general desatendida. El reto es que la organización social tiene que ser también un negocio pues la riqueza es una obligación social de la empresa para poder ser sostenible en el tiempo.

El consumidor de hoy en día puede darse el lujo de escoger a quién comprar, y con nuevas generaciones como los millennials, que se preocupan por el impacto social y ambiental que generan, optar por empresas sostenibles tanto social como ambientalmente, deja de ser un objetivo altruista para convertirse en un foco estratégico de negocio. Siendo coherente con este pensamiento, desde hace algunos años muchas empresas han optado por certificarse como empresas B, o de triple impacto, cuyo propósito más que centrarse en la riqueza, busca el desarrollo sostenible, es decir, que su enfoque estratégico está orientado a la búsqueda de beneficios económicos, sociales y ambientales de forma integrada. Lo anterior no se refiere a programas de responsabilidad social, sino a organizaciones en las que el propósito es hacer las cosas de una forma diferente buscando un impacto positivo a todo nivel, más allá de tener que cumplir con ciertas normas. Actualmente, existen en el mundo 1.785 empresas certificadas bajo este modelo, de las cuales 31 son colombianas.

En este modelo de negocio, se ven empresas de todo tipo y en diferentes sectores, de las cuales muchas se enfocan en la generación de soluciones para la base de la pirámide. Este enfoque puede ser percibido como un riesgo, pues los clientes tienden a ser personas con muy poco poder adquisitivo. Sin embargo, este modelo es bastante rentable siempre y cuando se haga un cambio de paradigma, en donde se trabaja por volumen, no por utilidades. Esto teniendo en cuenta que el retorno de inversión de este tipo de organizaciones puede tardar entre 5 y 7 años. Por eso lo más importante a considerar en la estrategia es el beneficio que se brinda a los clientes, pues para que el negocio sea rentable, la situación debe ser un gana-gana tanto para la empresa como para el beneficiario.

Si lo que se busca es generar desarrollo a partir de la creación de negocios que impacten la base de la pirámide, debemos comenzar entonces por cambiar la concepción misma que se tiene del emprendimiento y dejar de verlo como una opción de disminución de desempleo, y comenzar a entenderlo como la clave para generar desarrollo sostenible. Por eso el enfoque de las empresas hoy debe ser: “¿Cómo generar bienestar para todos?”

Un emprendimiento social, no es sinónimo de pobreza, pues este puede ser un negocio que genera rentabilidades de millones de dólares, teniendo en cuenta que el número de clientes potenciales es mucho más alto que el de un negocio de artículos de lujo. Sin embargo, para que esto suceda, hay que dejar de ver la riqueza como algo malo en lo social, y entenderla como eje fundamental para la sostenibilidad. No porque una empresa sea social deja de ser un negocio. Por eso, a la hora de crear una empresa social, debes dejar el morral y tomar el portafolio.