ADRIANA MOLANO

El volocóptero y otros vehículos voladores que no nos llegarán

En el futuro cercano no tendremos vehículos autónomos voladores en Colombia y, aun así, seguimos tomando decisiones como si fueran una realidad para los negocios.

Adriana Molano, Adriana Molano
19 de enero de 2018

El año pasado se hicieron en Dubai las primeras pruebas en una ciudad del vehículo volador autónomo conocido como ‘Volocóptero’, y en la pasada feria de la electrónica de consumo – CES –, fue la sensación su presentación pública de la mano del gigante tecnológico Intel.

Los vehículos autónomos, voladores o no, resultan emocionantes para los usuarios, rentables para los fabricantes y desafiantes para los reguladores. La utopía nos ha mostrado senderos terrestres y aéreos con hileras de vehículos perfectamente sincronizados, que evitan atropellar peatones, hacer giros indebidos y estacionar en áreas prohibidas. Todo lo contrario al estilo de conducción latino.

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Justamente ese ‘estilo’, esa cultura nuestra, es la que nos aleja de la autonomía que ofrecen las máquinas. ¿Cuándo va a llegar el taxi volador a nuestras capitales?, ¿cuándo a las ciudades intermedias? Las proyecciones hablan de unos etéreos veinte o treinta años. En este caso el problema no es tecnológico, porque los vehículos de Tesla pasarán en 2018 el test de los 443 millones de kilómetros recorridos, garantizando la seguridad de los aparatos. El problema es de infraestructura, de regulación y de usuarios, como sucede en casi todos los casos en que se habla de transformación digital.

Los vehículos autónomos sirven de ejemplo para pensar en cómo estamos tomando las decisiones de negocio frente a los nuevos escenarios que abre la economía digital. Debemos estar al día en las tendencias globales, por supuesto, pero seríamos ilusos si creyéramos que ese es nuestro contexto de decisiones pensando en los mercados locales. Tenemos un consumo digital que sigue en aumento, pero en uso y apropiación estamos quedados, tanto en el ámbito social como en el organizacional, y ahí es donde debemos impulsar los grandes cambios.

Por supuesto, las macro tendencias marcan la hoja de ruta en el largo plazo, y, fundamentalmente, determinan las expectativas del consumidor final, que sabemos bien ha de ser el motor de nuestros negocios; todavía no es el momento para que los tomadores de decisiones despeguen los pies de la tierra, todavía tenemos mucho por entender en el suelo como para alimentar sueños de gloria volando en drones.

Colombia es un país con gran potencial en términos digitales, tanto en implementación como en desarrollo. Los talentos que tenemos son de exportación, pero todavía no tenemos organizaciones preparadas para enfrentar el reto de la economía digital. Damos los primeros pasos y aspiramos a volar, no está mal, pero antes de pensar en un sistema de vías aéreas para los drones tenemos que resolver asuntos de política, de inversión y de cultura. No olvidemos que acá seguimos peleando por si regular o no una aplicación, cuando el futuro, que ya es realidad en otras latitudes, ni siquiera incluye a los conductores.

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