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El valor de los creativos en su organización

El 95% de los “activos” de una organización sale por la puerta todas las tardes. Un buen líder debe considerar como parte de su trabajo, lograr que estos “activos” vuelvan felices a la mañana siguiente.

19 de febrero de 2016

Muy opuesto a lo que los financieros podrían considerar como el activo más importante dentro de una empresa,  como las materias primas, los sistemas de transporte o la tecnología; el “capital creativo” es realmente el activo más importante. Y ¿qué es eso?, pues todo el arsenal de pensadores creativos que con sus ideas logran incomparables productos y valiosos servicios.

El capital humano con habilidades creativas es capaz de inventar nuevas formas de capturar el valor que el mercado ofrece, de idear nuevos sectores de competencia y catapultar el crecimiento de sus empresas. Es por esta razón que un gran porcentaje de la fuerza laboral en las empresas, debería tener como responsabilidad la innovación, el diseño y la solución de problemas creativos, para lograr una genuina diferenciación dentro del mercado.

Si quiere que su empresa tenga éxito, ésta es la gente en la cual debe confiar la tarea del crecimiento. Pero la gran pregunta, después de tener claro lo anterior, es cómo gestionar el talento para lograr la máxima creatividad, y así aumentar la eficiencia, la calidad y la productividad de manera simultanea con el complejo y caótico proceso creativo. 

Muchas empresas han incursionado en este terreno y han logrado identificar el papel de los trabajadores del conocimiento. Y, aunque se ha advertido sobre el peligro de “sobornarlos” con comunes incentivos financieros; se ha demostrado que la gente creativa se motiva desde adentro, y que responde mucho mejor a las recompensas intrínsecas. De igual forma se ha comprobado el efecto  positivo que tiene la creatividad  dentro de las organizaciones, instaurando el concepto: “fluir”, es decir, esa sensación que tienen las personas cuando sus actividades requieren de foco y concentración, pero también son extremadamente entretenidas y gratificantes.

La gente creativa trabaja por el amor a los desafíos, es apasionada por el sentimiento de realización que viene después de dar a luz una gran idea, después de conseguir la solución de un rompecabezas tecnológico, artístico, social o logístico. Su entusiasmo genuino viene después de realizar un buen trabajo. Los creativos odian profundamente el obstruccionismo burocrático, al igual que muchas personas, no solo por verlo como un obstáculo, sino como el enemigo declarado del “fluir” en el trabajo. 

En este punto ya los líderes deben saber que el aprendizaje y los desafíos motivan mucho más que el dinero, cuando hablamos de trabajadores creativos, es así como un buen líder debe ir en búsqueda de lo “diferente”, del “ir más allá”, tratando de encontrar los motivadores intrínsecos y correctos para su grupo especial de creativos, los cuales generan un valor altísimo para la empresa.

Y para ilustrar lo que les estoy diciendo podríamos hacer varias comparaciones, por ejemplo, los artistas se inspiran por el deseo de crear belleza y de despertar emociones, los vendedores responden al desafío de cumplir con metas y se emocionan al salir de “caza”. Cualquiera que sea el incentivo, las empresas pueden tomar medidas drásticas para que todos sus empleados logren sus objetivos.

Por esta sencilla razón, si la gente que está encargada de crear dentro de la empresa sigue preocupada por preguntas como: ¿cuándo tendré tiempo para ir al gimnasio?, o ¿esta reunión me quitará toda la tarde?,  nunca podrán estar plenamente enfocados en la tarea que tienen enfrente. Mientras más obstáculos pueda remover la empresa, mayor será el potencial creativo que los empleados exhibirán para producir un gran resultado.

Es finalmente la empresa la que debe definir los beneficios que entrega a sus empleados, sin que se convierta en un altruismo antojadizo, sino un proceso deliberado donde se logre escoger qué beneficios ofrecer, o dicho de forma clara, qué beneficios ofrecer y qué distracciones eliminar. Sabiendo previamente que hay una implicación en los costos, pero que al final serán recompensas netas en productividad y compromiso e influencia directa para disminuir la rotación y el ausentismo.

Por norma general, un empleado nuevo se tarda aproximadamente seis meses para absorber conocimiento técnico, pero se requiere de años para que este mismo empleado se empape de la cultura de la empresa y logre crear relaciones sólidas dentro de ésta.

Y con esta reflexión no quiero ser selectivo entre unos trabajadores y otros, pues todos somos creativos, hasta los más “encorbatados”, pues realizamos el mismo esfuerzo por entregar un producto o servicio superior, y aquí radica la importancia de generar un ambiente creativo, pues un jefe que ya conoce los procesos para lograr grandes ideas, respeta y entiende el trabajo que hacen los demás por alcanzarlo y los efectos positivos que esto traerá. Además de propiciar preguntas y sentir que las contribuciones son apreciadas por un jefe que entiende y que deposita confianza en las decisiones.

La economía del conocimiento y la  creatividad han llegado para instalarse en las empresas y quién descubra cómo gestionarlas tendrá una ventaja crucial en la competencia global por el talento y más aún si  lo hace con rapidez, readecuando la forma en la que gestiona a su propia gente creativa. Elementos determinantes para poder transitar hacia la era del conocimiento.