JORGE IVÁN GÓMEZ

¿Por qué el self-management nos hace poderosos?

Hoy la mayoría de nosotros tenemos que desarrollarnos por cuenta propia. Peter Drucker

Jorge Gómez Pinilla, Jorge Gómez Pinilla
19 de octubre de 2017

Una de las mayores preocupaciones de los directivos es cómo aumentar su productividad y, al tiempo, cómo tener un mayor control de su vida. La respuesta a esta pregunta se puede obtener mediante la aplicación de los principios del self-management.

El self-management es una disciplina reciente del management que consiste en brindar los elementos clásicos de la dirección de empresas a la propia vida, a partir de los conocimientos del management. La premisa básica es simple: para dirigir a otros es preciso aprender a dirigirse a sí mismo.

 Esta disciplina nos vuelve poderosos porque nos ayuda a conocernos y comprendernos mejor a nosotros mismos, especialmente, nuestras fortalezas y debilidades para así descubrir qué nos gusta y qué hacemos bien. Es decir, nos permite desarrollarnos por nuestra propia cuenta por medio de la reflexión personal, la lectura, la creación de nuevos hábitos y la formación directiva.

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 Recientemente, un inglés, Ken Robinson, revolucionó el concepto del liderazgo personal a través de lo que denominó como El Elemento, que consiste en descubrir qué hacemos bien (nuestras fortalezas) y qué nos gusta hacer (nuestras capacidades). A esa intersección entre ambas dimensiones, Robinson la denomina como El elemento, o sea, aquello que moviliza toda nuestra pasión y energía y nos convierte en personas muy talentosas (aprovecho para recomendar la charla de Robinson en TED).

 El self-management en la práctica

 El self-management se lleva a cabo mediante la reflexión profunda sobre nuestro diagnóstico personal de debilidades y fortalezas, con el fin de establecer en qué somos buenos y cuáles son nuestros principales gustos y motivaciones. Después se establecen los objetivos personales en diversas dimensiones de la vida como el trabajo, la familia, la salud, el dinero y los amigos y, posteriormente, se lleva a cabo un registro de los avances en cada una de las metas.

 A medida que vamos adquiriendo la disciplina de trabajar en nosotros mismos, es decir, en nuestro propio desarrollo, debemos crear un espacio matutino de reflexión llamado la hora personal del liderazgo en el que planeamos y visualizamos las actividades del día, los objetivos en los que estamos trabajando y la manera como abordaremos cada actividad para ser más productivos.

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  Luego nos observamos y nos concentramos en los hábitos que tenemos, tanto positivos como negativos, dado que los hábitos son el motor de la excelencia humana. Para este propósito debemos preguntarnos: ¿qué hábito negativo quiero erradicar de mi vida?, ¿qué nuevo hábito positivo quiero empezar a construir para mi vida?

 Posteriormente, en las noches, debemos examinarnos a la luz de los propósitos establecidos en la mañana y evaluar nuestra jornada a partir de tres preguntas básicas: ¿qué hice bien?, ¿qué hice mal?, y en ¿qué puedo mejorar mañana? Este examen de liderazgo nos sirve para ser conscientes de nuestro trato a las personas, la efectividad en nuestras relaciones con los demás y, sobre todo, nuestra contribución a las metas propuestas.

Cómo renovarnos a través del self-management

 Autores como Peter Drucker y Stephen Covey recomiendan como una actividad central del self-management el desarrollo de hábitos de renovación personal. Es muy común que en ocasiones nos sintamos agobiados y quemados en nuestro trabajo por el exceso de responsabilidades y obligaciones. La clave de la renovación personal está en actividades de aprendizaje como la lectura de una buena literatura en management y también la práctica rutinaria de un deporte de nuestra predilección. Un buen libro y unas dosis adecuadas de deporte nos liberan del peso de las ocupaciones y, sobre todo, renuevan nuestra mente y nuestro espíritu.

Conclusión

 La clave del self-management consiste en descubrir que debemos desarrollarnos por cuenta propia. Es muy usual dormirnos sobre los laureles y dejar de plantearnos retos y nuevos desafíos. Nos cuesta mucho descubrir que el crecimiento es doloroso y requiere de mucho esfuerzo. Recordemos que lo que hace a un campeón es el hambre de triunfo, la ambición y el deseo diario de superación. Por esto, el mayor consejo que brindó Steve Jobs a los graduandos de la Universidad de Stanford en su discurso de graduación fue el de “mantenerse siempre hambrientos”.

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