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El referendo y los matrimonios que están pasando de moda

Limitar las adopciones solo para parejas casadas reducía la posibilidad de más de 4.000 niños colombianos que esperan encontrar un hogar. Entonces, ¿por qué se insistió sobre esta línea?

Freddy Castro Badillo, Freddy Castro Badillo
16 de mayo de 2017

Una propuesta de referendo de la senadora liberal Viviane Morales limitaba la adopción a parejas heterosexuales, excluyendo solteros, viudos, separados y parejas del mismo sexo. Al final la iniciativa de corte conservador fue hundida por los mismos conservadores, quienes habrían apoyado a los solteros en los procesos de adopción. Más allá de los responsables del éxito o fracaso del proyecto, la realidad señala que las familias y los arreglos de vida cambiaron con los años.

Quien está leyendo esta columna podría recordar sobre varias diferencias existentes entre su generación, la de sus padres y la de sus abuelos. La cantidad de hijos que tuvieron, la edad en la que decidieron casarse y los años de educación, son solo algunas brechas que generan inquietudes a futuro. ¿Será que en una próxima generación reinarán las uniones maritales de hecho? ¿Aumentará el número de personas que viven solas?

¿Está cayendo el interés por casarse?

Al analizar las estadísticas poblacionales de Estados Unidos, se observa que efectivamente el porcentaje de casados tuvo una dramática reducción en el último siglo, pasando del 79% al 48%. Además, quienes decidieron permanecer solteros y sin hijos pasó de representar menos del 5% de la población a cerca del 30% (Ver gráfico 1). Ha sido inmenso el cambio.

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Gráfico 1. Tendencias en arreglos de vida en Estados Unidos (1900-2010)

Adicionalmente, también en Estados Unidos, entre 1956 y 2016, la decisión de casarse se aplazó en promedio 7 años tanto para hombres como para mujeres (Gráfico 2).

La ventaja de los datos de Estados Unidos es que se pueden analizar largos períodos de tiempo, claramente, es un país en el que los censos se realizan cada diez años desde 1790. No obstante, algunos afirmarán que esto es Cundinamarca y no Dinamarca. ¿Por qué suponer que en Colombia se replica esta realidad?

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Para abordar esta inquietud chequeemos los datos de los censos de Colombia. Los resultados son contundentes. Mientras que en 1973 el 61,2% de los hombres y el 60,9% de las mujeres entre 30 y 34 años estaban casados, para 2005 solo lo eran el 25,5% y 29,5%, respectivamente. Del mismo modo, la participación de las personas que vivían en unión libre, en el mismo grupo etario, pasó de cerca del 13,8% a alrededor del 40%. Lo anterior sin poder verificar la evolución de las parejas del mismo sexo. Esta información lleva a una conclusión: esta generación es radicalmente opuesta a la que conocieron nuestros abuelos.

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Cuadro. Estado civil en los censos poblacionales de Colombia

Pensando en el Siglo XXI

Ya vimos que las decisiones sobre el estado civil y arreglos de vida cambiaron. Limitar las adopciones solo para parejas casadas reducía la posibilidad de más de 4.000 niños colombianos que esperan encontrar un hogar. Entonces, ¿por qué se insistió sobre esta línea? El mundo cambió y esta puede ser una oportunidad para rediseñar discursos medievales en los partidos políticos.

Sala i Martin sostiene que el profesor no se gana el respeto imponiéndose, se lo gana demostrando el entendimiento del mundo en que viven y vivirán sus alumnos. Así pasa con nuestros partidos, el respeto del electorado lo empezarán a ganar en el momento en que entiendan los profundos cambios y las necesidades de esta y las próximas generaciones.

Acondicionar ciudades para una población que enfrentará problemas de dependencia (no habrá hijos que cuiden a quienes lleguen a la tercera edad), ofrecer nuevos espacios de integración y diseñar esquemas de seguridad social sostenibles, son solo algunos de los temas que debemos confrontar en el mediano plazo.

Esto no sucederá mientras el Congreso se desgaste con debates como los de la semana pasada, dejando para después, en palabras de Alberto Carrasquilla, discusiones y reformas estructurales que, al igual que el matrimonio, no están de moda, pero que afectarán a las próximas generaciones.