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El pensamiento de diseño: su esencia y poder para alcanzar la innovación

Cuándo debo explicar de qué se trata el pensamiento de diseño lo hago a través de 3 premisas fundamentales que lo caracterizan y lo diferencian de las teoría actuales de las ciencias económicas, el mercadeo y la ingeniería.

Nicolás Vergara
3 de abril de 2016

Mi larga cruzada por explicar a empresarios y ejecutivos el significado de esta fascinante metodología está llena de momentos anecdóticos. Cuando  hacemos retroalimentación con mi equipo de trabajo después de reuniones con clientes, en muchas ocasiones los comentarios han sido algo así como “¿de lo de design thinking no entendieron mucho, verdad..?”.

Y es que no es fácil explicar por qué y cómo una metodología utilizada por los diseñadores industriales para crear objetos como sillas o lámparas, se ha convertido en un tema obligado en la mayoría de las revistas de negocios y economía, y se ha posicionado como la panacea para solucionar los más complejos problemas de las organizaciones en la actualidad.

De tanto intentarlo, pienso que he ido llegando a una explicación que resulta más clara y convincente. Hoy en día, cuándo debo explicar de qué se trata el pensamiento de diseño lo hago a través de tres premisas fundamentales que lo caracterizan y lo diferencian de las teoría actuales de las ciencias económicas, el mercadeo y la ingeniería.

La primera premisa radica en que el pensamiento de diseño no es una ciencia, ni es una teoría: es una metodología.

El trabajo de los científicos de la economía y la administración ha sido el de encontrar en el presente rasgos comunes en los casos de éxito del pasado, para plantear teorías que solucionen problemas de manera sistemática basadas en aplicar en el futuro formas de actuar que han funcionado anteriormente. Esto, por supuesto, tiene y ha tenido un gran valor para las organizaciones, pero no siempre funciona hacia el futuro lo que ha funcionado en el pasado. Especialmente en un mundo en donde, a causa de la digitalización de las comunicaciones, las industrias cambian radicalmente en muy poco tiempo.

Así pues, el pensamiento de diseño es una metodología transparente que puede ser utilizada para resolver prácticamente cualquier problema complejo de las organizaciones, debido a que su carácter experimental y sistémico busca encontrar soluciones integrales nuevas, profundamente comprensivas de la naturaleza de las personas y altamente enfocadas al contexto de uso.

Sus cinco fases principales son: la definición del encargo, la investigación, la ideación, el prototipado y la retroalimentación. La aplicación de estas cinco fases busca definir un macro amplio y restringido de la actividad creativa, entender profundamente al usuario y al contexto del proyecto, explorar numerosas alternativas, y probar tempranamente las hipótesis más aceptadas por el equipo de trabajo.

De igual manera, al ser una metodología altamente creativa, entiende que más importante que encontrar un camino perfecto para solucionar problemas, lo importante es explorar diferentes opciones y desarrollarlas hasta un punto en que puedan ser validadas en su viabilidad y factibilidad. De ahí su carácter experimental y la necesidad para las personas que la aplicamos  de mantener una mentalidad optimista y abierta hacia el futuro.

La descripción y la aplicación de estas fases será el tema de mi columna de la próxima semana.

Lo segunda premisa consiste en que el pensamiento de diseño es, en su esencia, empático y humanístico. Nosotros a las personas no las concebimos como una meta de ventas, ni como un porcentaje de participación del mercado. Para nosotros ellos son “usuarios” y son la razón misma de nuestro trabajo. Incluso cuando abordamos problemas críticos de iliquidez o decrecimientos en ventas, el usuario siempre aparece en el centro de la ecuación.

Lo anterior es válido por que al final son personas las que pagan por los productos y servicios que ofrecemos. Personas quienes cuentan cada vez con más opciones a la hora de comprar, y quiénes se están convirtiendo rápidamente en consumidores conscientes y exigentes. A estas personas es a quienes procuramos conocer a profundidad, e interpretar sus sueños y necesidades, para crear productos y servicios que resulten atractivos y se conviertan en éxitos comerciales.

La tercera premisa reside en que el pensamiento de diseño no persigue la innovación incremental. Por esta razón, no es nuestro objetivo producir y vender más de lo mismo, ni introducir al mercado artículos con pequeñas mejoras tecnológicas o escasas  diferencias en su apariencia. Por el contrario, buscamos crear productos y servicios innovadores que sean realmente mejores: más hermosos, con mejor usabilidad, más amigables con el medio ambiente y finalmente más humanos.

De esta manera, cada proyecto es concebido como una nueva oportunidad para diseñar algo único y diferente que enaltezca los valores de la organización y la conecte con la emocionalidad y las necesidades de los usuarios.

Así entendemos que más no necesariamente es mejor, y que el concepto de mejor debe incluir a los diferentes actores de la sociedad.

¿Y por qué esta metodología genera tan buenos resultados? La respuesta está en parte conectada con los cambios en la sociedad y en el consumo generados por la era digital. Anteriormente, una persona promedio escasamente estaba expuesta a un par de canales de televisión y a algún medio impreso. En este escenario, el tener acceso a publicitar en alguno de estos medios garantizaba a las empresas el éxito comercial y  sostenibilidad de sus marcas a través del tiempo.

Hoy en día, gracias al internet, prácticamente todas las personas tenemos acceso a una infinidad de opciones para informarnos y entretenernos, con la posibilidad incluso de bloquear las pautas publicitarias que no deseamos ver. De igual forma, tanta información nos ha convertido en consumidores altamente instruidos y nos permite investigar y comparar antes de tomar las decisiones de compra.

En conclusión, ya no basta con comunicar de forma ingeniosa algún cambio insignificante en un producto o servicio. Esto es especialmente válido para empresas nuevas o  industrias que han sufrido una disrupción digital masiva. Por esta razón, al ser esta una metodología altamente experimental, que concibe cada reto como un nuevo proyecto, cada organización como un ente diferente, y busca crear productos y servicios innovadores y conectados con las necesidades y los sueños de las personas, el pensamiento de diseño se perfila como una solución cada vez más eficaz para lograr la anhelada innovación.