OPINIÓN ONLINE

El gran costo del dinero gratis

Lo que era impensable observar tiempos atrás, actualmente es la regla.

Manuel Restrepo
3 de octubre de 2016

Este es el diario vivir del mundo contemporáneo, donde el arte, la política, la educación y cualquier cosa que nos imaginemos, ha experimentado una transformación trascendental. En la política económica este fenómeno también aplica, donde lo prohibido en cierto momento de tener una política monetaria extremadamente agresiva,  eliminando el concepto de tasa de interés positiva, es la nueva norma que continuará dominando por años el régimen financiero a nivel global.

Cuando pienso en los banqueros centrales, sobre todo los de países desarrollados como EE.UU, Japón, Suiza, el Reino Unido, y la Eurozona, me llega la imagen de una fiesta donde todos los hacedores de política monetaria de estos países participan en una fiesta hasta el amanecer, y aunque el ambiente de la fiesta se empieza a poner pesado antes de que algo bien malo llegue a pasar, el efecto de las sustancias consumidas en la fiesta los hacen ciegos y sordos a las consecuencias de seguir ‘adictos’ a tal fiesta.

Los banqueros centrales buscan nuevos conceptos para llegar a un mismo objetivo, seguir imprimiendo dinero de manera indefinida con el fin de mantener a flote la economía. Recientemente el Banco de Japón introdujo un nuevo objetivo de inflación y tasas de interés de largo plazo, buscando lograr una inflación de largo plazo en 2% y comprando bonos con duración de 10 años.  En otras palabras, el Banco tiene más flexibilidad para mantener las tasas de interés en terreno nulo o negativo por tiempo indefinido.

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EE.UU continúa bajo un escenario similar. La Reserva Federal no logró aumentar tasas de interés en septiembre, así como no ha logrado subir la tasa de referencia en el 2016, dada la falta de mayor evidencia sobre el fortalecimiento de la economía en EE.UU. Casos similares hemos observado en el Banco Central Europeo, en el Banco de Suiza, y el Banco de Inglaterra, los cuales se encuentran adictos a poner a ‘todo motor’ los esfuerzos de los bancos centrales para dar algo de aliento a la economía global.

La buena noticia es que podremos financiar nuestro consumo, ya sea un nuevo vehículo, una casa, o la tarjeta de crédito a tasas de interés bajas por un periodo prolongado, incluso para los latinoamericanos. Recuerde que las tasas de interés en América latina simplemente son una suma de las tasas de interés de países desarrollados más un spread de riesgo. Sin embargo todo tiene un costo. Los grandes afectados son los ahorradores, donde incluso en ciertos países tienen que pagar por prestar su dinero. El déficit de los fondos de pensiones y ahorros institucionales empieza a ser una preocupación mayor para mantener el retiro de las nuevas generaciones, ante la falta de activos de inversión que le permitan a estos fondos mantener un retorno superior a la inflación.

La solución está en los hacedores de política fiscal, los cuales tienen que hacer lo correcto y crear políticas contra-cíclicas que tengan más flexibilidad de acuerdo al ciclo económico. La triste noticia es que esto no se logrará hasta que los políticos se vean obligados a pagar el precio político, lo cual normalmente es en tiempos de crisis.   

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