JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

El estrés es una elección ¿Usted qué elige?

El afán por la productividad, nos lleva a vivir en un estado de piloto automático en el que ni se produce ni se vive con calidad.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
13 de septiembre de 2017

Cuando de productividad se trata, uno de los mayores dolores de cabeza a los que nos enfrentamos en el día a día es la necesidad de tener que hacer varias cosas a la vez; responder correos, atender a reuniones, avanzar en proyectos, contestar el teléfono, todo pareciera suceder al mismo tiempo. Lo preocupante es que aunque se cree que ésta es la manera de lograr muchos objetivos a la vez, las investigaciones han demostrado que el cerebro no puede mantener la concentración en varias tareas simultáneas, aunque las dinámicas laborales actuales así lo exijan.

Cuando la atención está dividida, lo hacemos todo a medias, pues el cerebro no cuenta con la capacidad de enfocarse en los detalles. Lo peor es que contamos con tantos estímulos y conexiones que compiten constantemente, que la falta de concentración se convierte en un aspecto más del día a día. Esta atención dividida genera confusión, fatiga y por supuesto conduce a una baja en la productividad. Es por esta razón que en los últimos años se ha creado una fuerte tendencia por el mindfulness, o la capacidad de estar presente. Es casi como una oda a la lentitud, pues la idea es enfocarse en una cosa a la vez, lo cual no solo nos permite bajarle las revoluciones al ritmo de la vida, sino también dejar de vivir en el piloto automático que nos sumimos cuando se experimentan constantemente altas descargas de estrés.

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En palabras de Bob Eckert, el estrés no es lo que te sucede, sino la forma como eliges pensar sobre lo que te sucede. Es por eso que el practicar vivir en el momento presente trae paz y tranquilidad, porque cuando se elige ver cada momento por lo que es, no vale la pena estresarse por lo que vendrá. Un claro ejemplo se vive en los trancones de Bogotá, en donde generalmente se observan dos tipos de conductores: el que se encuentra al borde de un ataque cardiaco porque la velocidad de la vía no es la esperada, o el que fluye con la situación y enfoca su mente en vivir el momento. ¿Quién llega más rápido a su destino? Ambos seguramente lo lograrán en el mismo tiempo, pero la disposición y energía que se mueve alrededor de los dos enfoques es muy diferente y, sin dudarlo, tendrá una repercusión sobre las demás actividades e incluso relaciones que se experimenten a lo largo del día. Nuevamente, el estrés es una decisión.

La buena noticia, es que el estar presente es una habilidad que se puede desarrollar con la práctica. Puede lograrse a través de ejercicios sencillos como enfocar la atención en la respiración, o en un objeto en particular, y prestar atención a los momentos en que la mente trata de irse en otra dirección. Cuando esto suceda tráigala de vuelta a la respiración. Así, aprenderá a reenfocar su mente en lo que verdaderamente es importante.

Estar presente mejora no solo la productividad, sino también la calidad del trabajo, de las relaciones, e incluso el estado de salud y emocional. Cuando se está ausente, es como permanecer detrás de una cámara al viajar; tal vez tenga muchos recuerdos para mostrar, pero seguramente la calidad de éstos no será la misma que cuando se toma el tiempo de absorberlo todo y admirar el paisaje.

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