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El análisis, perfecto enemigo de la decisión efectiva

Tomar decisiones es un acto de equilibrio: si nos apuramos, podemos pasar por alto información importante y elegir erróneamente. Pero si nos movemos demasiado despacio y cautelosamente, las buenas oportunidades pueden pasar.

Maria Gabriela García
25 de octubre de 2016

 “La mejor decisión que podemos tomar es la correcta, la segunda mejor es la incorrecta, y la peor de todas es ninguna." - Theodore Roosevelt –

Usted seguramente sabe que es mejor decidir teniendo suficientes elementos de análisis, que con una moneda al aire. Ciertamente, reunir información y analizarla es muy importante cuando se toman decisiones, siempre y cuando…¡se tomen!

Más de una vez, nos encontramos pensando -o diciendo- cosas como "necesito estudiar más el asunto"; "investiguemos más a fondo"; "conviene pedir otra opinión" o "aún no estoy seguro". Estas expresiones y pensamientos pueden ser reflejo de la búsqueda de seguridad, o de un estado muy improductivo, que se conoce como "parálisis analítica".

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La parálisis analítica surge cuando ponemos tanto énfasis en el proceso de análisis, que quedamos atascados en él y no llegamos a decidir. Cuando se convierte en hábito, este estado termina impregnando cada vez más decisiones, hasta llegar a las más simples.

Especialmente frente a decisiones delicadas, difíciles o complejas, es muy común entrar en un círculo vicioso de ansiedad informativa: buscamos y acumulamos más y más información, porque sentimos que nunca alcanza. Esta búsqueda de material agrava la parálisis analítica, ya que ni siquiera nos permite tomar la decisión básica de procesar la información y sacar algo en limpio de ella.

Las organizaciones son aún más vulnerables a padecer parálisis analítica, que los individuos, ya que, como práctica habitual, antes de decidir sobre un asunto realizan reuniones; encuestas; evaluaciones; estadísticas; estudios de costos y beneficios; se consultan especialistas; se comparan pros y contras, etc. En muchos casos estos análisis contribuyen a que se tomen mejores decisiones, pero en muchos otros, las paralizan.

Este mal hábito es muy común y natural, porque creemos que mientras más información reunamos, desarrollaremos un mejor criterio de decisión. Sin embargo, muchas veces ocurre lo contrario: a mayor cantidad de datos, más dificultad y confusión tenemos para adoptar un criterio.

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La parálisis analítica aparenta ser un problema metodológico, pero en realidad es un problema emocional, que surge producto del miedo a tomar la decisión incorrecta y a quedar mal si la decisión es incorrecta, temor a ser juzgados por otros.  Por miedo, muchas veces asumimos que no podemos decidir hasta no tener mayor información, cuando en realidad no queremos y la posponemos, justificándonos en la insuficiencia de datos. Además, tendemos a anticipar las consecuencias de cada elección, sobre todo las negativas.

Para evitar la parálisis analítica, en primer lugar necesitamos establecer límites: tanto de tiempo, de información, como de métodos. Marquemos un límite de tiempo para las decisiones que tenemos por delante y procuremos respetarlo. Definamos también la cantidad de información que reunimos para decidir. Evaluemos: ¿hasta dónde hace falta leer? ¿hasta dónde escuchar? ¿hasta dónde preguntar? ¿hasta dónde comparar? Finalmente, escojamos un método de decisión y acatémoslo: ¿tomaremos la decisión solos? ¿nos reuniremos con otras personas y entre todos decidiremos? ¿propondremos una votación, o buscaremos llegar a un consenso? ¿delegaremos la decisión en alguien más? Si comenzamos utilizando un método y luego pasamos a otro y más tarde a un tercero, lo más probable es que no lleguemos nunca a una decisión definitiva.

También, observemos la decisión que tenemos por delante con una visión integral. Analicemos cuántas decisiones dependen de la nuestra, quiénes pueden necesitar (y estar esperando) una respuesta y qué procesos están siendo demorados por nuestra indecisión. En este sentido, la parálisis analítica no se vence simplemente teniendo coraje para asumir algunos riesgos y responsabilidad para aceptar las consecuencias, sino también teniendo consideración hacia los demás.

La próxima vez que se encuentre buscando y analizando información para decidir, tome distancia y evalúe si no está padeciendo de "parálisis analítica". Ante la mínima sospecha, póngale un límite a su análisis. Esto será determinante para ser más efectivo.

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