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Educación de mala calidad y bajo crecimiento

Es preocupante la alta proporción de estudiantes que para las tres materias se ubicaron en el nivel uno (el de más bajo desempeño), 66% en el caso de matemáticas, 49% en ciencias y 43% en lectura.

Germán Verdugo
1 de febrero de 2017

En la primera reunión de política monetaria del año, sorpresivamente, se mantuvo estable la tasa de interés de intervención en 7.50%, luego del recorte del mes pasado. Lo interesante es que el Emisor luce bastante escéptico en cuanto a la situación del crecimiento económico pues, según sus estimaciones, éste se habría ubicado en 1.8% durante 2016 y solamente sería de 2% en 2017; entre tanto hay preocupación por el repunte de las expectativas de inflación y de las medidas de inflación básica ya que con el nivel actual es alta la probabilidad de incumplir la meta de inflación (2% - 4%) este año.

Las proyecciones sobre la actividad económica para este año siguen siendo muy decepcionantes, con todo y que ya hay acuerdo de paz y las obras de infraestructura vial 4G “este año si van a despegar”. La decisión de no bajar la tasa de interés de intervención y la lentitud de la convergencia en las medidas de inflación básica pueden estar explicadas, en parte por la caída del PIB potencial ante el bajo nivel de productividad, desenmascarado luego del fuerte descenso de la inversión en petróleo y minería, así como en obras publicas soportadas en recursos minero-energéticos.

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Precisamente el BID en un estudio publicado el año pasado (Colombia hacia un país de ingresos medios con movilidad social), identifica la calidad de la educación como un desafío para incrementar la productividad. Al respecto, el documento afirma que “la evidencia internacional reciente indica que la calidad de la educación, medida por los resultados de aprendizaje en pruebas internacionales, es uno de los factores que explican la relación positiva entre la educación y el desarrollo económico de los países”, al tiempo que recuerda que según la OCDE, en Colombia, “la calidad educativa esta´ frenando la acumulación del capital humano y el crecimiento del país”.

A propósito de este tema, en diciembre, la OCDE presentó los resultados de las pruebas PISA (Programa para la evaluación internacional de alumnos) 2015 en el cual Colombia mejoró frente a la pasada medición (2012), no solo en el ranking por materias evaluadas (58 en ciencias, 62 en matemáticas y 55 en lectura), sino en el puntaje de cada una de ellas. La prueba llevada a cabo en 2015 se aplicó en 72 países a jóvenes de 15 años y fue aplicada a casi 12.000 jóvenes en el país, de los cuales 80% estudian en colegios oficiales (urbanos y rurales).

PISA evalúa hasta que´ punto los estudiantes que están a punto de concluir su educación obligatoria, han adquirido los conocimientos y habilidades fundamentales para una participación plena en la sociedad y se centra en las materias escolares básicas de ciencia, lectura y matemáticas. Este enfoque refleja el hecho de que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben.

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A pesar de los mejores resultados en el ranking PISA 2015, Colombia sigue ubicándose lejos de la media de los países OCDE en las tres materias, mientras que en la región sigue siendo superada por Chile, Costa Rica, Uruguay y México. En ciencias, por ejemplo, 79% de los jóvenes de la OCDE superaron el nivel dos de seis en el cual “los estudiantes pueden recurrir a contenidos y procedimientos científicos básicos que conocen para identificar una explicación apropiada, interpretar datos y reconocer la cuestión que trata un experimento simple”. Este nivel es considerado el umbral básico de competencias científicas, el cual en Colombia solo alcanzó el 51% de los evaluados.

Adicionalmente es preocupante la alta proporción de estudiantes que para las tres materias se ubicaron en el nivel uno (el de más bajo desempeño), 66% en el caso de matemáticas, 49% en ciencias y 43% en lectura. Estos resultados permiten concluir que buena parte de la población joven en Colombia esta´ finalizando la educación básica sin haber adquirido las competencias básicas para desempeñarse adecuadamente en una sociedad moderna, lo cual también explica la baja calidad de la educación en niveles más altos.

En efecto, al revisar algunas cifras de la educación superior, según cifras oficiales, el país actualmente solo cuenta con 38 instituciones de educación superior acreditadas de alta calidad, frente a un universo cercano a 400 instituciones que según el periódico El Tiempo mueven cerca de 7,5 billones de pesos anuales, solamente en matrículas. Esto evidencia cómo buena parte de la educación superior en Colombia es más un negocio muy rentable que un pilar de la actividad productiva.

En esta ocasión no se puede culpar a la falta de recursos, según cifras del BID entre 2000 y 2013, el gasto público en educación preescolar, básica y media paso´ de 2.8% a 3.4% del PIB, llegando a ser mayor que el presupuesto del sector defensa en 2015. Entre tanto, los estudiantes de bachillerato que eligen la carrera docente para continuar sus estudios universitarios, suelen tener menores niveles en las competencias básicas de matemáticas y lenguaje, lo que significa que en promedio quienes se dedican a la docencia son los estudiantes de menor rendimiento escolar. Por lo mismo, es preocupante la inexistencia de un gremio de educadores que aporte en la solución del problema de la calidad, ya que las políticas gubernamentales siguen preocupándose más por la cobertura.

Para concluir vale la pena recoger la idea que plasma la OCDE en la presentación de PISA 2015: “En un momento en el que los conocimientos científicos cada vez están más vinculados al crecimiento económico y se vuelven necesarios para dar soluciones a complejos problemas sociales y medioambientales, todos los ciudadanos, y no sólo los futuros científicos o ingenieros, deben estar preparados y dispuestos a enfrentarse a dilemas relacionados con la ciencia”.

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