OPINIÓN ONLINE

Educación, ciencia y tecnología para la competitividad

La sociedad colombiana está llamada a mirar y a apoyar como prioritarios, el desarrollo de iniciativas y programas que buscan mejorar la calidad del sistema de educación superior.

Víctor Hugo Malagón Basto
25 de agosto de 2016

Mejora que se debe hacer a través del fortalecimiento de la capacidad investigativa, la capacidad institucional, el desarrollo de ecosistemas que logren las alianzas con instituciones, gremios, gobiernos y universidades internacionales de  las más altas calificaciones y reconocido liderazgo en educación superior en pro del desarrollo del País.

Nadie puede negar los avances significativos en cobertura y calidad de la educación superior en los últimos años en nuestro país, sin embargo los retos que supone la inserción de Colombia a la OCDE y la consolidación de nuestro modelo de país hacia una sociedad de conocimiento, innovación, ciencia y tecnología siguen siendo enormes y emocionantes.

Un primer reto pasa por la recomposición del gasto en educación superior, ciencia, tecnología e innovación, incluyendo por supuesto el gasto en investigación y desarrollo (I+D).  En este sentido Colombia debe lograr mayor convergencia en su nivel de gasto como proporción del PIB con países de la región como Chile o Brasil que hoy superan el 1% de su PIB. En el mismo sentido a pesar de los avances en la inversión en investigación y desarrollo, estamos aún muy alejados de niveles de países con transformaciones recientes en su aparato productivo gracias a la innovación, y definitivamente estos rezagos terminan reflejados en el desempeño general de todos los indicadores ya no sólo del sector sino también del modelo de desarrollo en general, por ejemplo, el nivel de formación de los docentes e investigadores que afectan directamente los resultados y los impactos de la docencia, la calidad de la investigación y la pertinencia de la extensión como pilares del quehacer educativo y científico. Baste con recordar que en nuestro país sólo el 10% del total de los docentes de educación superior tienen formación de doctorado y el 30% formación a nivel de maestría. Sin ninguna duda, el estado del capital humano y la mejor formación de los docentes e investigadores constituyen una clave fundamental para dar los saltos cualitativos y cuantitativos necesarios para maximizar los objetivos de calidad y desarrollo.

Hay que celebrar entonces los esfuerzos de articulación del Gobierno Nacional, el Sector Productivo, la Academia y particularmente el protagonismo de las regiones en el diseño y desarrollo de iniciativas y programas que buscan mejorar la calidad del sistema de educación superior a través del fortalecimiento de la capacidad investigativa, la capacidad institucional, el desarrollo de ecosistemas que logren las alianzas con instituciones, gremios, gobiernos y universidades internacionales de  las más altas calificaciones y reconocido liderazgo en educación superior.

En dichos esfuerzos e iniciativas vale la pena enfatizar en dos grandes prioridades:

  1. La formación del mejor capital humano: ningún esfuerzo de financiación para la formación del talento humano es innecesario, por lo que serán bienvenidos como prioritarios, todos los esfuerzos en crear oportunidades y en articular las oportunidades existentes para la mayor y mejor formación en maestrías y doctorados, especialmente en las mejores universidades del mundo para enriquecer esa masa crítica necesaria precisamente para fortalecer mejores ecosistemas de educación, ciencia y tecnología aplicada la realidad empresarial y social del país.

 

  1. Redes de conocimiento: como ya lo he comentado en esta misma tribuna, son necesarios todos los esfuerzos que posibiliten más y mejores alianzas pertinentes entre la academia, los centros de investigación y el sector productivo a través de proyectos de investigación e innovación aplicada a la realidad y prioridades del país, para lo cual se requiere la generación de redes de conocimiento más dinámicas, eficientes y conscientes de las necesidades y oportunidades del sector real, vinculando activamente a entidades regionales, sector productivo y universidades y centros de investigación nacionales y extranjeras. Estas redes de conocimiento serán claves para el logro de avances sustantivos en competitividad y desarrollo de las regiones y del país.

La sociedad colombiana confía en que los esfuerzos liderados por el sector público en este sentido redundarán en la consolidación del desarrollo que esperamos para Colombia.