OPINIÓN ONLINE

Demografía y futuro económico global

Los fenómenos demográficos globales en la actualidad se intensificarán en las siguientes décadas y continuarán generando desafíos cada vez más complejos para las autoridades económicas.

Germán Verdugo
2 de marzo de 2016

A propósito del malestar mediático que ha generado la campaña presidencial de Donald Trump en EE.UU. por su sesgo anti inmigrante y con el desastre migratorio que ha ocurrido durante meses recientes en Europa, con miles de exiliados llegando desde Asia por la guerra, el hambre y la desesperanza, parece oportuno revisar la cuestión demográfica por su alta relevancia y, desafortunadamente, su poca importancia informativa en países como Colombia.

Según The Wall Street Journal, con base en proyecciones de la ONU este año, y por primera vez desde 1950, la población en edad de trabajar (15 a 64 años) en las economías desarrolladas decrecerá y para 2050 se habrá contraído 5%, mientras que la población mayor de 65 años en estos países subirá vertiginosamente. De hecho, los casi 7.000 millones de habitantes del mundo en la actualidad, alcanzarán cerca de 10.000 millones en 2050, al tiempo que la tasa de natalidad en las economías de altos ingresos continuará baja, con lo cual solamente 13% de la población mundial habitará en estos países.

El más reciente informe de perspectivas sobre la población mundial (2015) de la ONU afirma que la tasa anual de crecimiento de la población mundial es 1.18%, mientras que las proyecciones apuntan a que los 48 países menos desarrollados (27 africanos), mantendrán un alto crecimiento poblacional (2.4% anual) con lo cual su población se duplicará de 954 millones de habitantes a 1.900 millones en 2050.

En África los datos más recientes muestran que hay 12.9 personas en edad productiva por cada persona de 65 años o más, en América Latina este indicador es de 7.9 personas, mientras que Japón tiene el nivel más preocupante de apenas 2.1 personas. Paradójicamente, la prosperidad económica parece ser la principal amenaza sobre el desarrollo económico, toda vez que a mayor prosperidad se está generando un envejecimiento poblacional que parece irreversible, tanto por menores tasas de fertilidad como por mayor longevidad.

Las cifras mencionadas permiten tener claridad sobre los fenómenos demográficos globales en la actualidad: disminución de la fertilidad, aumento de la longevidad y amplias brechas demográficas entre países de altos ingresos con países de bajos ingresos. Esta situación que se intensificará en las siguientes décadas están y continuarán generando desafíos cada vez más complejos para las autoridades económicas.

Una preocupación económica a manera de ejemplo de este tipo de cambio demográfico experimentado por las economías de alto ingreso es el efecto sobre la productividad, pues esta cae casi automáticamente ante un cambio que implica tener un mayor porcentaje de la población en edad no productiva y que, al mismo tiempo, demanda más servicios como, por ejemplo, salud. Adicionalmente, los patrones de consumo cambian y se modera la demanda por bienes durables o, en general, de bienes intensivos en capital por otros que demandan más mano de obra y de menor calificación.

Al respecto, una de las razones por la cual la tasa de desempleo en EE.UU. se mantiene baja a pesar de que todavía frágil recuperación posterior a la gran recesión de 2008 es la caída en la tasa de participación (porcentaje de personas en edad de trabajar que se encuentran trabajando o buscando trabajo) que actualmente se ubica en 62%, el nivel más bajo en 40 años. De allí que algunos estudios sugieran que el crecimiento potencial se ha reducido de 3% a 2% después de la crisis 2008. En pocas palabras, lo que ocurre es que se crean puestos de trabajo a un menor ritmo, pero la oferta de trabajadores también cae por lo cual no hay presiones sobre el desempleo; pero si sobre su calidad, hecho que se ve reflejado en un lento crecimiento de la productividad y, por ende, de los salarios.

El mismo reporte de la ONU aquí reseñado concluye que la migración interna e internacional pueden ser fuerzas positivas para el desarrollo económico y social al ofrecer un mecanismo para rebalancear los mercados laborales en las regiones de origen y de destino y para acelerar la difusión de nuevas ideas y tecnologías. Sin embargo, las políticas restrictivas de migración en algunas economías desarrolladas parecen demostrar la miopía y el cortoplacismo de muchos políticas de gobierno que terminan siendo significativamente costosas a largo plazo.

Por el momento, en las economías de altos ingresos, y en algunas de ingresos medios, continuaremos viendo algunas medidas paliativas como el aumento en la edad de jubilación, el encarecimiento de los servicios de asistencia social para el sector formal y, de todas maneras, disminuciones en los niveles de productividad. Mientras tanto, la bomba demográfica de alto crecimiento poblacional en los países más pobres seguirá alimentando nuevos conflictos que terminarán permeando al resto del mundo, queramos o no.